Laura Muñoz, en los viñedos que circundan la bodega que Casa Rojo está plantando en el paraje de La Raja, en Jumilla.

«Ahora mismo disfruto muchísimo de mi vida»

bodeguera

Daniel Vidal

Martes, 16 de agosto 2016, 22:34

Dice Laura Muñoz (Balsapintada, Fuente Álamo, 1979): «He aprendido que tengo que escuchar más y hablar menos». Ella, que fue nombrada portavoz (adjunta) del PP de la Región, que fue también concejal de su pueblo y que llegó a ser directora general de Familia y Menor de la Comunidad. Hasta diputada en la Asamblea Regional, aunque sentada en aquel escaño, por aquel entonces, ya le había cambiado la vida un viaje a Japón. Ahora, junto a su «estupendo» marido, José Luis, Laura Muñoz es buena parte del alma y el pulso diario de Casa Rojo, otra vuelta de tuerca al salto de calidad de los vinos de Jumilla. Muñoz, que está «intentando recuperar el segundo apellido de mi padre y ponerme Muñoz-Rojo», nos cita en plena construcción de un sueño, la bodega propia de Casa Rojo frente a la Sierra de la Pila. Dice vivir «feliz». Y deja claro: «Mi personaje histórico favorito es Jaime 'El Barbudo', pistolero de La Raja en la época isabelina».

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  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -El chiringuito Calarreona, en Águilas.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -La estándar del iPhone.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'Acompáñame a estar solo', de José María Garrido.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -Haz lo que te gusta y disfruta de lo que haces.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Facebook.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -No.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Macho Man Monastrell.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -Aquí yace una persona que fue feliz y disfrutó de la vida.

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Me gustaría elaborar vino en otro continente con mi marido.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Espero que pocos.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -Que la gente no entienda que su libertad termina donde empieza la mía.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -Las avispas.

-¿Cómo vive?

-Vivo feliz. No es que la vida dure poco, es que soy consciente de que, antes o después, se acaba. Intento ser feliz con lo que hago, día a día. No espero a que llegue la semana de vacaciones para hacer lo que no he podido hacer durante todo el año. Disfruto. Soy feliz. Tengo la suerte de tener un marido estupendo, una familia con salud, unos amigos estupendos, un trabajo que adoro...

-¿A qué no está dispuesta?

-A renunciar a lo que me hace feliz.

-¿Y qué le hace feliz?

-Pues ahora mismo disfruto muchísimo de mi vida, me hace feliz disfrutar de este proyecto que hemos creado con muchísimo esfuerzo, ver crecer a mis 'plantas-bebé' mientras paseo por el viñedo. Me hace feliz respirar el aire de la Sierra de la Pila, ver a mis [cuatro] sobrinos crecer, ver a mi familia feliz...

-¿Ha sufrido alguna metamorfosis en estos años?

-[Risas.] Yo creo que la evolución es algo constante en el ser humano. Sí, sí, por supuesto. He ido evolucionando en mi vida y estoy muy orgullosa de todas y cada una de mis fases.

-El tatuaje del brazo, ¿es nuevo?

-Bueno, me lo empecé hace un año, más o menos.

-Muy florido, muy colorido.

-Son las flores que crecen en el viñedo. Hay amapolas, mariposas, el monte Fiji, el 'rising sun' [sol naciente] japonés... Un poco mi vida.

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-Tiene otro en la muñeca.

-Sí, uno pequeñito.

-¿Qué pone?

-Pone 'Chelsea', un barrio de Nueva York donde me gusta mucho tomarme un 'cafelico'.

-¿Fue el primero?

-No. El primero fue en Japón.

-¿Hace cuánto de eso?

-Me lo hice en 2010.

-¿Por qué motivo?

-Al final un tatuaje no deja de ser una forma de dibujarte en la piel algo que es importante para ti y que no te importa que alguien lo vea. Un recuerdo permanente de algo muy personal. Ese tatuaje era muy especial, y lo sigue siendo.

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-¿Y se puede saber qué pone?

-Son letras japonesas. Significa 'algo especial ocurrió en Tokio'.

-¿Qué ocurrió?

-Siempre he hablado de lo que me cambió la vida Japón. Allí conocí a mi marido y en Tokio empezó el proyecto Casa Rojo. Al final nos vinimos por todo el tema del tsunami, y ahora Casa Rojo es una cosa muy distinta y muy bonita... Me cambió la vida.

-¿Cómo le cambió?

-Conocí a mi marido en Japón, en 2007, en una misión comercial en la que yo representaba a la empresa de mi padre y José Luis representaba a la bodega para la que trabajaba en ese momento. El amor a primera vista suena un poco... Pero sí, fue así. Se suceden diez minutos de conversación muy interesante, alguien te impacta y tiene una mirada con la que crees que conectas. Esos diez minutos han dado lugar a nueve años de matrimonio.

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-¿Dónde fue aquello?

-En una zona donde los españoles salimos a tomar algo después de trabajar, en Roppongi, en un bar que se llama Motown. Al año decidimos iniciar un proyecto conjunto, una empresa que diese servicio a las empresas españolas que quisieran internacionalizarse en Japón.

-Pero les pilló el tsunami.

-Estábamos allí viviendo. Fue en 2011, yo había dejado ya la Dirección General [de Familia y Menor], él había dejado ya su empresa, y con una manica delante y otra detrás nos fuimos a Tokio a iniciar el proyecto. Pero no llegamos a estar dos meses.

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-¿Qué es lo que más le impactó de aquella experiencia?

-Evidentemente, lo más dramático es la cantidad de personas que murieron. Pero es verdad que eso lo ves en el telediario. Ese fin de semana había volado al sur y esto pasó en el norte, y me enteré cuando todos mis clientes empezaron a dar la noticia. Solo viví las réplicas los días siguientes, y sí que sentía el miedo de sentirme tan vulnerable, que pudiera ser de la misma magnitud. Pero lo más curioso fue cómo la sociedad, al día siguiente, 24 horas después, estaba recuperándose de aquella catástrofe, cómo se unió desde el primer día para salir adelante, sin esperar a que llegara la ayuda pública o de otros para que eso cambiase.

-¿Por qué dejó la política?

-La dejé y luego volví. Hice una labor que me enorgullece haber desarrollado. Pero en ese momento quería sentirme un poquito... me apetecía volver a la empresa privada, donde sí que es cierto que tu esfuerzo, tu dedicación, las ideas que tienes las puedes ver más reflejadas, y no dependes solo de unas directrices muy claras. Yo pensaba que ya había aportado lo que podía y debía, y pensaba que era el momento de que otra persona ocupase mi cargo. También por mi propio deseo de desarrollarme en la empresa privada. Cuando volví de Japón había elecciones, me llamó Ramón Luis Valcárcel, y me dijo que querían contar conmigo para la Asamblea. Cuando volví de Japón había que empezar de cero, de nuevo... Y pensé que era una buena idea seguir aportando otros cuatro años, en este caso desde la Asamblea. Fueron cuatro años más relajados, pude hacer muchas cosas, iniciativas legislativas, pero seguía el deseo de la empresa privada, y pude compatibilizarlo. Pero, al final, necesitas todo el tiempo y todas las ganas, y dejarte la piel para estar en la política, tal cual está.

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-Usted, ¿será siempre del PP?

-Tendré siempre mi ideología, y tengo una ideología afín al PP.

-¿Echa de menos la política?

-[Segura] No.

-Y la política, ¿le echa de menos a usted?

-Imagino que tampoco. Los tiempos han cambiado mucho y la política de hoy en día es muy distinta a la política que yo viví. Hoy en día, la gente que opta a ocupar cargos públicos debería tener un poquito más de sensatez y querer sentarse a dialogar un poquito más.

-¿Qué anhela?

-Tener más tiempo para los míos.

«A veces, la cuerda falla»

-¿Qué no sería capaz de hacer?

-No sería capaz de hacer alguna locura tipo 'puenting'. No es miedo, es que no veo la necesidad de montarme en un parapente, por ejemplo, y que eso falle. Arriesgar tu vida por realizar una actividad en la que te sube la adrenalina cinco segundos, pero te puedes matar... Soy muy responsable con lo que tengo en marcha, como para arriesgar mi vida por la emoción de la velocidad o... ¿Sabe? Hay casos en los que la cuerda falla.

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-¿Cuál sería su mayor desgracia?

-Perder a mi marido.

-¿Un verano inolvidable?

-Cuando éramos pequeños veraneábamos en Mar de Cristal, en una casa que mi padre construyó con muchísimo esfuerzo, y que luego tuvo que vender para empezar con su empresa. Yo tenía 6 ó 7 años. Allí pasábamos un verano muy particular. No era como el Mar de Cristal de ahora. Nos disfrazábamos las primas. Recuerdo ver caballitos de mar en la arena. Cosas que ahora ya no ves. También es inolvidable el verano de 2008, cuando me casé.

-¿Qué aprendió de sus padres?

-Todo. Mi padre es la persona en la que pienso cuando creo si estoy tomando la decisión correcta o no. Sobre todo, la honestidad. Mi padre es una persona muy honesta, muy justa, y creo que esa virtud la he heredado de él.

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-Y del campo, ¿qué aprende?

-El campo te da la vida, te lo enseña todo. Yo me paso las tardes hablando con los agricultores de la zona, y te cuentan cómo algo tan simple te puede dar todo. Tengo muchísimo que aprender, pero disfruto mucho de ese aprendizaje.

-Si de usted dependiera...

-Si de mí dependiera, no se arrancaría ni una sola viña más en esta zona.

-¿Cuál es la virtud que más valora en otra persona?

-Aceptar que todos somos distintos, que eso es lo bonito de los seres humanos.

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-¿Qué es lo mejor de la vida?

-Disfrutarla haciendo lo que te gusta, porque pasa una vez y no puedes dejar que se vaya sin haberla vivido.

-¿Qué le dejó sin habla?

-Nunca me voy a recuperar del 'shock' que me produjo ver las Torres Gemelas caerse. Justo yo iba a viajar a Nueva York. A los dos meses tenía que irme a vivir a Filadelfia. No me he recuperado. Sigo pensando en lo que sentía la gente del avión, consciente de que alguien les va a estrellar. Ver aquello derrumbarse, aquel ataque al mundo. Lo pienso constantemente. Y a partir de ahí han pasado tantas desgracias...

-¿Qué se tiene prohibido?

-Fumar. Lo dejé hace años y me lo tengo prohibido. Fumar es muy malo para la salud.

-¿Cuándo quiso parar el tiempo?

-Muchas veces. Cada tarde aquí [en La Raja] me gustaría detener el tiempo.

-¿Qué es una ordinariez?

-Hablar insultando por querer demostrar que hablas más claro.

-¿A qué no se acostumbra?

-Al conformismo, en el sentido de que la sociedad espere que siempre haya otro que solucione el problema. Nos pasamos todo el día quejándonos por todo. Haz algo, que seguro que hay algo que puedas hacer.

-¿Qué cambiaría de la Región?

-Murcia es una región preciosa, y cuenta con una cantidad de recursos que no tienen otras regiones. Sin embargo, ha sido la gran desconocida. Además de la preocupación que siempre he tenido por el agua, y que ahora tengo más que nunca, por supuesto, cambiaría la gestión turística que se ha hecho a lo largo de todos los años por parte de todos los partidos. Tenemos que empezar por creernos que tenemos una región con un potencial turístico inigualable, y que no lo hemos hecho bien.

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-Y de usted, ¿qué cambiaría?

-¡Muchas cosas! A veces tendría que contar hasta diez antes de hablar.

-¿Tiene algún complejo?

-No. Complejo, como tal, no. Pero de pequeñita sí tenía muchos. Algunos, causados por los hermanos.

-¿Qué ha aprendido?

-Que tengo que escuchar más y hablar menos.

-¿En qué película le gustaría habitar?

-En 'Lost in translation' [risas]. ¡De hecho, casi siento haberla vivido!

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