Vita vitae

ESPEJISMOS ·

No solo nos faltan muchas Olatz y muchos Eleazar, también eran gente nuestra todos los Younes, todos los Samuel

Olatz Vázquez murió la semana pasada, después de una larga y dolorosa enfermedad. Todavía estoy conmocionado, y sé que no soy el único. El compromiso ... de servicio público de esta jovencísima fotoperiodista la animó a compartir en redes sociales su lucha contra el tumor que finalmente se la llevó el pasado día 3. Un documento duro y honesto que incluye una decidida denuncia contra la precarización de la Atención Primaria, ya que Olatz pasó un año y medio recibiendo largas –agravadas por la pandemia– hasta conseguir, demasiado tardíamente, una gastroscopia y un diagnóstico.

Publicidad

La muerte de Olatz, a quien acompañé –como tantos otros– en su terrible día a día, nos lanza a la cara una verdad ineludible: que uno puede estar en la flor de la vida y en la cima del mundo, trabajando antes de cumplir los 30 para todos los grandes medios nacionales, subiendo como un cohete a base de talento, y ver cómo una mala jugada del azar y la bioquímica se lleva todo y te deja indefenso y dependiente. Que no somos ángeles, o no solo. Que también somos carne frágil que necesita el cuidado y la defensa de su sociedad.

La vida de Olatz, tan corta, consagrada a aportar belleza y verdad a las nuestras, ilustra como pocas esa dualidad universal. Las imágenes de su cuerpo enflaquecido en el espejo, junto a sus valientes textos, nos acompañarán siempre, para recordarnos que un país digno y respetuoso con la vida no solo debe garantizar la libertad de sus habitantes; también su cuidado. Y sí, claro que estoy hablando de política, de economía, de servicios públicos y hasta de fiscalidad. Con las fotos de Olatz en la retina y la pena por su derrota en la garganta. Un momento tan bueno como cualquier otro.

Diez personas se suicidan en España cada día y las tentativas han aumentado –según la Fundación ANAR– un 145% en el último año, especialmente entre adolescentes y jóvenes. A la pandemia de la soledad se suman los trastornos causados por la Covid. Más malas noticias para la población joven: el desempleo entre menores de 25 años en nuestro país es el mayor de toda la OCDE (42%), cifra que, junto a la escalada de los precios de la vivienda y el alquiler explica que los jóvenes españoles sean de los que más tarde se emancipan en toda Europa, al borde de los 30 años. Los proyectos de vida se retrasan, se precarizan, se dificultan. Nuestra tasa de natalidad, como consecuencia de todo ello –y agravada por la pandemia–, ha tocado suelo en el primer semestre de este año con el registro más bajo desde que existen estadísticas.

Publicidad

Ni somos ángeles ni nos reproducimos por bipartición: Homo sapiens sapiens es una especie gregaria y social que se caracteriza por sus largas fases de codependencia: necesitamos largos años de cuidados mutuos para desarrollarnos, y nos encargamos de nuestros enfermos y nuestros mayores. También deberíamos darle una vueltecica a la sociedad y el medio ambiente que les estamos dejando a nuestros churumbeles. Más allá de llamarlos 'generación de cristal' y reírnos de la 'postmodernidad brilli brilli' hay dificultades cada vez mayores que no queremos ver: unos niveles de precariedad, inseguridad, competitividad y desesperanza que no le desearía ni a un 'youtuber' andorrano.

Pero no solo se trata de seguridad material o medioambiental, también es fundamental la seguridad cultural. No solo nos faltan muchas Olatz y muchos Eleazar, también eran gente nuestra todos los Younes, todos los Samuel. Vemos crecer los discursos de odio en el país, la homofobia, la transfobia y la xenofobia, a lomos de la ola de ultraderecha que ensucia el mundo, y también las agresiones. Cómo no preocuparme, tras conocer la pesadilla que vivió hace un par de semanas un chaval de 17 años en Petrer, a quien amenazaron de muerte a punta de navaja («te vamos a matar, maricón»), por mi propio hijo, que a los catorce acaba de empezar a pintarse la raya del ojo.

Publicidad

Vida. Vita vitae. Vitamina. Eva. Vivienda. Vivaz. Qué cosa compleja, ¿verdad? Una oportunidad entre un trillón, y aquí estamos. Muy pocas cosas seguras sabemos de ella: que es preciosa, claro; que se abre camino aun donde menos la esperas. Y que requiere lucha. En estas tardes de septiembre algo más frescas que, como buenos murcianos, tanto nos gustan (como buenos murcianos sin casa en la playa, quiero decir), paseo por la ciudad con mi zagal. Mientras nuestros pasos nos ponen inconscientemente en dirección a la Feria, hablamos de todo esto: de cuidar, de querer, de despedirse, de respetar y –qué remedio– también de luchar. Por la vida buena.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad