Próceres de Hacendado

ESPEJISMOS ·

La pataleta final de Campuzano coincide con el último Observatorio de la Cultura, que vuelve a dejar a la Región en el penúltimo lugar de entre todas las comunidades

Domingo, 13 de febrero 2022, 02:45

Si crees que la imagen pública reciente de la aristocracia, entre el culebrón Borbón y el marquesado de Ana Torroja, está por los suelos, agárrate ... con la de la meritocracia. Sí, claro que vamos a hablar de Albert Rivera. Ese profeta de la buena gestión, que tocó techo político prometiendo quitarle a España los peces para enseñarla a pescar, ha sido despedido con deshonor de su último empleo, un bufete de abogados que presuntamente le ha estado pagando 400.000 euros al año y por el que asomaba un par de horas al mes. «Nulo rendimiento» y «falta de implicación», alegan. No se podía saber.

Publicidad

Oh, la meritocracia. En mi vida de poeta ambulante he tenido la suerte de conocer personalmente a gente con muchísimo talento, desde Davor Šuker hasta Martirio pasando por Ángel Haro, Raquel Sastre o Luis López Carrasco (porque aquí en Murcia también lo hay, y para parar un tren). Sin embargo, la persona más talentosa que ha pasado por mi vida era otra. Mi madre. –¿Ha dicho su madre? –Sí. Amplío: mi madre, Antonia Espejo, a la sazón modista, tenía un superpoder. Sus clientas le llevaban una foto, vista en el '¡Hola!' o el 'Diez Minutos', de alguna famosa, y ella creaba esa prenda y conseguía que les sentase mejor que a Carolina de Mónaco. La mejor costurera de Las Vegas (al menos de la Media y la Baja), le decían una y otra vez. Antonia la modista, la llamaban en el barrio, y no Antonia la discapacitada, ni Antonia la madre soltera, y eso en el Polígono de la Paz significa mucho. Había lista de espera para que mi madre te cosiera, y eso hacía ella, de lunes a domingo, unas diez horas al día (en primavera más). Y trabajó hasta un par de días antes de morirse, y nunca consiguió tener ni siquiera un techo que llamar suyo.

Sí, reconozco que tengo el listón del talento bastante alto. Por eso, cuando aparece algún politicucho hablando de meritocracia o dándoselas de algo, lo comparo en mi cabeza con mi 'mamma' y suele salir mal parado. Por algún motivo, además, cada día salen más. El 'tamayazus interruptus' de la semana pasada en el Congreso, por ejemplo, tuvo como secundarios cómicos a dos diputados de UPN, ya expulsados de su partido. Recuerdo que, en 2003, Tamayo y Sáez se retiraron, por vergüenza torera, de la vida pública. Ahora, en cambio, tienes al tal Sayas venido arriba por todas las televisiones, en modo don Pelayo, como si dejarse manipular y engañar hasta el último momento a todo el país para cambiar un voto lo fueran a convertir en un prócer o algo parecido.

Y en Murcia, referente nacional en todo lo que tenga que ver con tránsfugas, próceres de Hacendado y ultras a cargo de casi la mitad de las consejerías del Gobierno regional (y la presidencia de la Asamblea), la semana ha estado movidita también. A la consejera Franco se le ha pasado presentar proyecto para recibir fondos europeos de lucha contra la exclusión social, y sus excusas suenan a 'han ido a pillar', 'el perro se ha comido mi trabajo' y 'el profe me tiene manía', a un paso de culpar de partidismo al Gobierno socialcomunista, como si otras administraciones populares, Galicia o Madrid entre ellas, no hubieran obtenido ya su financiación.

Publicidad

Por parte de Vox también ha habido fachadrama en la avenida de La Fama. La bronca entre la titular de Educación y sus compañeros del partido verde ha terminado con la Consejería partida en dos, los directores del Instituto de Industrias Culturales y de Patrimonio Cultural fulminados, sus competencias aterrizando de la noche a la mañana en Turismo (nuevo bandazo para la cultura regional, ya hemos perdido la cuenta), y Carrera y Liarte buscando sustitutos afines. Bochornoso el intercambio de cromos y la incertidumbre en un sector que da empleo en nuestra Región a miles de creadores y gestores, que aunque no sean empresarios del porcino siguen siendo personas y merecerían, de vez en cuando, un poquito de respeto. La pataleta final de Mabel Campuzano coincide con la publicación del último Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea, que vuelve a dejar a la Región en el penúltimo lugar de entre todas las comunidades autónomas. Ella me imagino que se considera una prócer, como los otros seis tránsfugas sobre los que se apoya el Gobierno de López Miras. Me imagino que se mira al espejo, como Rivera, como Toni Cantó, como Sayas, y entona enamorada aquello de «Meritocracia, dame / el nombre esacto de las cosas!». Ni para pasar un pespunte valen. No, no digo que todos los políticos sean iguales, pero qué fatiguita dan, los que sí.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad