La frase es de la abuela de alguien que no recuerdo, le contestaba así a cierto personaje que se empeñaba en que él era muy ... demócrata, pero la II República le parecía un sindiós (ay, ese pero, primo hermano de tantos otros peros que conocemos tan bien). «No se puede estar un poco embarazada», soltó la señora. Y ahí lo dejó. Me acuerdo mucho de esa frase, casi todos los días. Casi todos los días se oyen peros. Me estoy yendo del tema. Volvamos. Mar Menor. Claro. Casi todo está dicho ya y casi todo queda por decir, sobre todo la respuesta a la gran pregunta: ¿está nuestro Gobierno regional embarazado de verdad en su compromiso por salvar la laguna? ¿O sigue aliado con la agroindustria tóxica? Al lío con el Predictor. ¿La muestra de orina? Fácil, ya la cojo yo de lo que cae cuando dicen que llueve.
Publicidad
Las culpabilidades. En la lista faltan (todavía) Yoko Ono y el chachachá, pero los culpables de este último episodio del ecocidio del Mar Menor son muchos y muy variados para nuestros mandantes: desde el calor hasta el Imperio Romano pasando por la ministra Ribera (convenientemente denunciada ante la Fiscalía), la CHS, Pedro Sánchez, el cambio climático, las gotas frías o incluso Carlos Collado. En serio. Carlos Collado. Ante esas grosas páginas amarillas de culpables conviene fijarse en quiénes no figuran en ninguna: el propio Gobierno regional, incluyendo al consejero de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y (bueno, venga) Medio Ambiente, Antonio Luengo, y a la directora general del Mar Menor, Miriam Pérez, por un lado, y la agroindustria contaminante en su conjunto, por el otro. «Me niego a responsabilizar a la agricultura del problema del Mar Menor», dijo el 'presi', López Miras en diciembre del 19. Y nada, ahí, sosteniéndola. Que dimita Ribera si eso. O Collado. O Marco Aurelio Antonino.
Las soluciones. También muy variadas. Esperar cinco días a ver si resucitaban los peces fue la primera, si bien no acabó de funcionar. «Yo no fui, nadie me vio, no pueden probarlo», mítico argumentario de Bart Simpson, fue la segunda, con medio Partido Popular regional (y hasta Pablo Casado) enfrascado en demostrar que ellos no pudieron hacer nada, ya que no tenían las competencias adecuadas, y que las sanciones se les acumulaban en los cajones porque patatas. Fue por entonces cuando el inefable Miras decidió ponerse un #SOSMarMenor de foto de perfil en redes sociales, un poco como Maradona la camiseta aquella contra las drogas. Cómo sería la ola de indignación, mientras el ecocidio llegaba a las portadas de medios internacionales, que alguien en el PP decidió que había que pagar alguna prenda: el decreto anunciado, que prohíbe fertilizar con nitratos a menos de 1.500 metros de la laguna, contradice hasta la propia Ley del Mar Menor de hace solo unos meses y supone un paso importante –si bien insuficiente– en la protección del ecosistema. Pero ¿y qué dice la agroindustria?
Los silencios. Clamorosos. Nada que ver, estos silencios, con el de los corderos: tanto Vox –que se opuso hasta a esa tímida Ley porque había que dejar regar y abonar a pajera– como el lobby agroindustrial están en modo boca pequeña: que si convocatoria de elecciones por acá, que si gobierno ecocomunista por allá, pero sin bombos ni platillos. Y no será por falta de ingenio. La ausencia de tractores en la Gran Vía hace sospechar que el sector está esperando a que escampe y a que llegue el invierno con las rebajas. ¿Recuerdan cuando en 2019 el Gobierno regional elaboró una guía para facilitar a la agroindustria saltarse las nuevas medidas, o cuando en plena pandemia se descafeinó la protección legal medioambiental? Ellos también lo recuerdan.
Publicidad
¿Y ahora qué? Buena pregunta. Como dice Ginés Mirón, de la Asociación de Meteorólogos del Sureste, ¿nos volverá a invitar Teo a bañarnos en Los Alcázares, cuando el frío reduzca la turbidez? ¿Habrá fotos de caballitos de mar en Fitur, publirreportajes en La7, carteles por la calle? El Predictor, claro está, ha salido negativo: a día de hoy, ni nuestro Gobierno regional, ni el partido que lo sostiene ni su caterva de tránsfugas tiene la menor intención de salvar el Mar Menor reduciendo la actividad agroindustrial que lo contamina. Pero ¿y nosotros? ¿Seguiremos empujando para que se cierren los regadíos ilegales, para que la zona se declare Parque Regional o para que prospere la ILP para otorgarle derechos jurídicos, una vez que nuestro pequeño mar abandone las portadas de los informativos? ¿Cuando el frío retire temporalmente la sopa verde? Ese es el Predictor que importa, el que cambia las cosas, el que tuerce el brazo de mandantes y patrocinadores. Y algo nos dice que saldrá sí.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión