Desde el viernes vivo en campaña electoral. Extremadura como laboratorio y la energía nuclear como bandera. María Guardiola, presidenta de la Junta y candidata del ... PP, intenta proteger su flanco derecho, por donde Vox avanza de manera implacable. Su única posibilidad de crecimiento está en el flanco izquierdo, donde se ha instalado un curioso debate entre los votantes de centro que tradicionalmente miraban al PSOE: ¿facilitamos la mayoría absoluta del PP para evitar que entre Vox en el gobierno o pasamos, dejamos que la ultraderecha sea necesaria para gobernar y así hacemos un favor a Sánchez, que podrá agitar el miedo al lobo como estrategia fundamental?
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En la izquierda pura, sin centrismos, hay desazón: elegir socialista o elegir Podemos atiza el debate personal, familiar y entre colegas, pensando con derrotismo más en una buena oposición que en un buen gobierno. En la cola del pan, donde ya se sabe que la demagogia da puntos, sentencian que todo seguirá igual, el PP necesitará a Vox, los demás, a la oposición y se habrán gastado siete millones que esta vez no paga Madrid.
Los politólogos sabios pronostican que las próximas campañas electorales serán culturales. Sánchez ya ha empezado felicitando a Rosalía en X, recomendando libros de Cercas y Uclés en los vídeos que sube a Tik Tok y yendo en cazadora vaquera a Radio 3. Los candidatos extremeños también tienen su Tik Tok, pero no recomiendan libros. Aquí, la única campaña cultural se llama «La caza también vota». Se han adherido PP y PSOE y el apoyo de Vox se sobrentendía. Un candidato imputado, todos nucleares, todos cazadores… Todo tan raro. En Madrid creen que estas elecciones son unas primarias. Lo dudo.
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