El invierno de la pesambre

ESPEJISMOS ·

Seguir en la inopia después de lo que está ocurriendo en Reino Unido es gratis, reconfortante, seguro

Domingo, 10 de octubre 2021, 10:10

Seguro que os ha llegado: el Reino Unido va cuesta abajo en dirección a un nuevo «invierno del descontento», que es la shakespeareana expresión que ... utilizaron los tabloides británicos para referirse al del 78-79, cuando la conjunción de inflación, estancamiento económico, huelgas, disturbios y frío excepcional provocaron un vuelco electoral que puso el país en manos de Margaret Thatcher.

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Seguro que también os ha llegado, de contrabando, una opinión sobre el asunto: el 'Brexit', esa locura nacionalista, ha causado el caos en la isla (no tanto en el Ulster, que es gente más sensata), dejando los supermercados y las gasolineras sin suministros, los mataderos parados, los camiones en las cunetas y el McDonald's sin helado. Como Venezuela (como esa caricatura interesada de Venezuela de tantos publirreportajes), pero con gente pajiza, vamos. Las consecuencias del populismo. Y ese presidente, por dios, que ni se peina. Y número uno de contagios. Y vete a saber tú lo que pasó en realidad con la 'leidi Di', que 'pa' mí que la reina estaba en la pomada. Y que si el 'balconing'. Y que cocinan con mantequilla, apaga y vámonos. Si nos dejan un rato, pedimos el VAR de lo de Trafalgar.

Y es que las imágenes –tan icónicamente distópicas– de las peleas en las estaciones de servicio han calado en nuestro imaginario colectivo. Pero no me digáis que no habéis detectado en esa viralidad un punto perverso, una pasión triste, un así aprenderán, un que se jodan. Si de nacionalismo y de populismo estamos hablando, en esas gafas con que analizamos la crisis de suministros de la pérfida Albión, perdón, la Gran Bretaña, hay bastante. En pegotes. Opacos y con forma de viga, por decirlo un poco todo.

Dos cosas que me llaman la atención: la primera, la exquisita cobertura que están haciendo de este asunto los medios progresistas británicos, incluso los más opuestos al 'Brexit', separando cada matiz y ampliando el foco para contar la historia de una forma equilibrada, sin convertirla en un mero espantajo para sacudirle a Johnson. También el partido laborista y los intelectuales de izquierda más comprometidos contra la deriva populista de su país entienden los recientes acontecimientos desde un sentido de Estado, como una crisis de nación que hay que gestionar con unidad y responsabilidad, en lugar de convertirla en munición para la refriega partidista. Ni que decir tiene que el contraste con la campaña del 'Brexit', desde los tabloides, es estremecedor.

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Pero sobre todo me asombra la miopía con que estamos comprendiendo lo que les ocurre a los británicos, como si la deriva nacionalista, xenófoba y chauvinista fuese algo autóctono del Reino Unido, una práctica incomprensible y nociva que afortunadamente no puede cruzar el Canal, como desayunar habichuelas. Como si cada uno de los ingredientes de ese potaje verdoso no estuviese floreciendo a nuestro alrededor. Como si una victoria electoral del bloque PP+Vox en las próximas elecciones no pudiese poner el Ministerio del Interior en manos de un ultra. Como si esa gente venida de fuera que labra nuestros campos, cuida a nuestros niños y nuestros mayores, nos tira las cañas, transporta nuestras mercancías, mata nuestros pollos y limpia nuestras casas (entre otras muchas tareas) fuese –aquí sí– prescindible. Como si pudiéramos hacerles la vida imposible sin riesgo de que su marcha paralizase nuestro país.

Seguir en la inopia después de lo que está ocurriendo en Reino Unido es gratis, reconfortante, seguro. Da gustito porque Trafalgar, e incluso lo puede utilizar uno para reafirmarse en la gran nación que es España y lo chachi que era ese Imperio que lo mismo te combatía unos caníbales que te civilizaba un continente que te cristianizaba de buen rollo unos cuantos millones de pecadores. Bueno y el tiempo, y la gente, qué maravilla. Lo malo la envidia que nos tienen. Pero ni con esas. Qué Historia, qué gloria, qué grandes varones. Y los Tercios, qué me dices. No, los de Estrella de Levante no, los otros. Mira lo que te digo: un 'Spexit' funcionaría. Recuperar el control. Oye y lo bien que se come.

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–Hasta ahora.

–Ya salió el agorero. Anda, vete a Venezuela.

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