Un pequeño edén de palmeras oculto en la ciudad de Murcia
En un rectángulo de 9.000 metros cuadrados en la pedanía de Santiago y Zaraíche sobrevive un antiguo bosque de datileras que, tras su abandono como finca agrícola, ha sido recuperado a partir de 2014 por su alto valor ambiental, cultural y paisajístico
GINÉS S.FORTE
Miércoles, 2 de marzo 2022, 02:36
En uno de los ya escasos rincones de la antigua huerta que todavía quedan junto a la ciudad de Murcia, a escasos 400 metros de la avenida Juan de Borbón, aflora como un tesoro de 9.000 metros cuadrados un bosque de palmeras datileras ('Phoenix dactylifera') reconvertido en un singular espacio de solaz público. En él, más de 600 troncos se elevan al cielo, en algunas decenas de casos incluso por encima de los 15 metros. A pie de árbol, donde la sombra se mezcla con una agradable sensación de humedad, se observa que muchos de los maderos parten de una misma raíz, lo que ofrece una pista del abandono que el lugar, una antigua plantación agrícola, sufrió durante años. Ahora el paraje abre sus encantos a través de cuidados corredores de tierra, elevados sobre el terreno para no dejarse embarrar por el agua que alimenta a los árboles, y aderezados por varios bancos de madera como única prueba, junto a algún cartel explicativo, de que este es ahora un espacio adecentado para el esparcimiento.
En otro tiempo, hace al menos 200 años, el Palmeral de Zaraíche, como se le conoce hoy día, se concibió como finca de cultivo de palmeras, de las que se extraían aceites, fibras, dátiles para consumo humano y del ganado, hojas para escobas, palmas blancas para el Domingo de Ramos y troncos para emplearlos como vigas. Con esta función fue sumando décadas hasta que en torno a 1975 acabó abandonado y comenzó un proceso de degradación que, afortunadamente, y con esfuerzo, se ha revertido exitosamente. Ahora, como explica el profesor de la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) Jesús Ochoa, se trata de un paisaje cultural de muchísima importancia y valor, ampliamente reconocido a nivel internacional, pero poco representado en Murcia».
El ingeniero agrícola Francisco de Asís Medina Martínez, del Ayuntamiento de Murcia, define este «paisaje agrario constituido a partir de un singular sistema de regadío» como «un agrosistema frágil y complejo, resultado de muchos años de interacción humana con el medio y que supuso la conversión de una llanura aluvial en una huerta». La clave de su insistencia, precisa, está en el «sistema hidráulico extenso y complejo que acaba suministrando agua a las palmeras», y en «la red de avenamiento que permite el drenaje de las aguas sobrantes de riego», e impide que se encharque el suelo.
En 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, un incendio casi acaba con todo
El lugar experimentó su mayor esplendor en un largo periodo comprendido entre las dos últimas décadas del siglo XIX y mitad del siglo XX, estima Medina. Y a finales de los años 1970 se sumió en su peor momento, «abocado al abandono y a su progresiva degradación». Unos 6.000 metros cuadrados de la zona sur del palmeral se segregaron para servir como depósito de chatarra, y la presión urbanística a punto estuvo de no dejar rastro de su antigua «vocación agrícola».
El ingeniero agrónomo del Ayuntamiento, que, junto al profesor de la UPCT Jesús Ochoa, ha reseñado el proceso por el que este espacio ha sido recuperado como espacio público en el último número de la revista de divulgación científica de la Universidad de Murcia (UMU) 'Eubacteria', relata cómo el palmeral perdió sus conducciones de riego y avenamiento, cómo dejó de ser cultivado y no recibió «las mínimas atenciones culturales».
El siguiente paso de la degradación llegó con la invasión de cañas ('Arundo donax'), carrizo ('Phragmites australis' y sisca ('Imperata cilindrica'), acompañados de matorrales secos, restos de hojas, basuras y escombros que alimentaron un importante incendio que casi acabó con todo el 6 de septiembre de 2008, coincidiendo con el estallido de la burbuja inmobiliaria que se había ido hinchando en los años precedentes. Los rastros del fuego son ahora perfectamente visibles en los troncos de muchas de las palmeras que, sin embargo, aguantaron en pie.
Alumnos de la UPCT lo visitan como modelo de recuperación
Posteriormente, «después de unos complicados trámites administrativos, la propiedad fue recibida por el Ayuntamiento de Murcia el 2 de julio de 2014», recuerda Medina Martínez. Ahí arrancó su proceso de conversión en zona verde para uso público. «La opción elegida para la recuperación del palmeral se basó en su estudio desde una perspectiva histórica e integradora en el paisaje, destacando y conservando los elementos y valores culturales y agroambientales que lo configuran», detalla el ingeniero agrícola del Ayuntamiento, cuyo trabajo ha sido fundamental para esta recuperación. De esta manera, añade, se ha completado «la transformación desde un uso agrícola a un espacio de uso ciudadano» que ahora se puede visitar, una vez que ya «se puede dar por concluida la fase de recuperación que se inició hace ocho años».
En su momento de mayor esplendor agrícola, estima Ochoa, este, «seguramente, fue un espacio muy similar a los palmerales de Elche y Alicante, aunque algo más diversificado en cuanto a tipos de cultivos», lo que «permitía optimizar la gestión del espacio agrícola». De ahí que en la recuperación que se ha realizado se haya plantado también arbolado de distintas variedades de membrilleros, granados, higueras, acebuches y cítricos. De esta forma «se conseguiría el estrato arbóreo que había desaparecido en el palmeral».
A punto de desaparecer
Detrás del buen aspecto que el paraje presenta ahora, tras haber estado a punto de desaparecer, se encuentran «Francisco de Asís Medina Martínez, gran especialista en el paisaje cultural de la Región de Murcia, y el Ayuntamiento de Murcia», destaca el profesor Ochoa. «A mi juicio han hecho un excelentísimo trabajo de recuperación».
El Palmeral de Zaraíche se encuentra ahora «en un momento muy bueno y con perspectivas de mejorar», explica el profesor, que lo ha elegido «como uno de los espacios que visito regularmente con mis alumnos de Infraestructuras Verdes de la Universidad Politécnica de Cartagena por su gran valor didáctico y por ser un modelo de proyectos de recuperación».
Afortunadamente, añade, ahora ya existen «herramientas legales suficientes que lo amparan y protegen», con lo que su futuro parece asegurado, siempre y cuando se le preste la suficiente atención. «Confío plenamente en que el Ayuntamiento de Murcia es consciente de su valor ambiental, cultural y social y que seguro que tomará las medidas oportunas para su conservación futura», concluye el investigador.
Medina Martínez, por su parte, apunta que las actuaciones urbanísticas previstas en el entorno «deberán alcanzar una afectación mínima a este lugar» y subraya la conveniencia de «desarrollar mecanismos de participación ciudadana en la gestión del palmeral». Solo entre todos será posible conservar este pequeño paraíso de palmeras tan próximo a la ciudad.
Ocho años en recuperación
La conversión del Palmeral de Zaraíche en un espacio público, pero capaz de conservar su antigua esencia agraria, ha pasado en gran medida por el restablecimiento del sistema de riego tradicional, manteniendo la funcionalidad de la Acequia Zaraíche y del Azarbe del Cantino como cauce de drenaje. Al comenzar el proceso de restauración, hace ocho años, se contaron 302 palmeras en total, de las que 187 se alzaban como ejemplares de un solo tronco (estípite único) y otras 115 formaban troncos múltiples, lo que evidencia su abandono. Los trabajos han incluido la sustitución de ejemplares abatidos, la lucha biológica contra las plagas, el establecimiento de andenes para facilitar los trabajos y el tránsito de peatones y el restablecimiento de regaderas y surcos de riego, entre otros.
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