Corredores verdes para salvar abejas
El plan de un grupo de conservacionistas y expertos para la supervivencia de los polinizadores ante el cambio climático se suma a la corriente mundial en favor de estas especies fundamentales
GINÉS S.FORTE
Jueves, 23 de abril 2020, 21:21
No es cierto, aunque se repite con frecuencia, que Einstein dijese que sin abejas en el planeta, al ser humano solo le quedarían unos años de vida. La frase se acuñó probablemente en una protesta de apicultores belgas a mediados de los años 1990. Es una sentencia de una extraordinaria fuerza, y más si se le atribuye al científico más popular del siglo XX, pero tampoco resulta cierta. El concurso de las abejas ('Anthophila') no es tan fundamental para la vida humana, entre otras cosas porque, de hecho, no es el único vector animal del que se sirven las plantas para completar su polinización. La cita, aunque exagerada, sí da en todo caso una idea de lo importante que son los insectos polinizadores para la existencia. De ellos dependen no solo la reproducción de plantas esenciales en nuestra dieta, sino también, indirectamente, las de otras aún más básicas, como el trigo y el arroz, que si bien no necesitan el concurso de un polinizador, sí precisan de otras especies polinizables que mantienen el control biológico preciso para que plagas y enfermedades no acaben con ellas y además enriquecen el suelo en el que crecen. Dicho de otro modo, sin polinizadores no sería posible la variedad biológica tan necesaria en la existencia de los seres vivos.
Esa riqueza natural está ahora amenazada por el abuso de pesticidas y los cambios en el uso del suelo que han introducido la agricultura moderna, por la llegada de nuevas enfermedades y también por las mutaciones en las condiciones medioambientales que ya se están dejando sentir por el cambio climático. Como solución, un grupo de expertos trabaja tratando de facilitar la adaptación de estos insectos a un entorno cambiante mediante la creación de corredores en zonas agrícolas y zonas verdes. Su promotora es la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), y cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, una entidad de protección del patrimonio natural que actualmente forma parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
El 75% de los cultivos más importantes para la alimentación del mundo dependen de estos insectos
Los artífices del proyecto insisten en que la polinización «resulta imprescindible para la conservación de la biodiversidad, el funcionamiento de los ecosistemas y la producción agrícola». De hecho, los expertos calculan que en torno al 75% de los cultivos más importantes para la producción de alimentos del mundo dependen de polinizadores. El estudio 'Operación polinizador', que comenzó hace una década con la colaboración del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario (Imida), gira en torno a esa evidencia. Se trata de un programa internacional promovido por una compañía privada que suministra a la agricultura insecticidas, entre otros insumos. Que una firma con este perfil sea la responsable de una iniciativa de semejante naturaleza supone para el director general de Sanidad de la Producción Agraria, Valentín Almansa, un «magnífico ejemplo» que nos «enseña que se puede cambiar de modelo». La extensión de la biodiversidad parece figurar ahora en la agenda de grandes empresas agrarias, conscientes de que sin el concurso del medio ambiente no será posible un futuro sostenible.
Se pretende crear una red de jardines para polinizadores en zonas urbanas contra el cambio climático
Esta nueva corriente de sensibilidad con la biodiversidad llega tras décadas en las que la ciencia ha estado estudiando cómo sacar adelante producciones de frutas autocompatibles. Es decir, capaces de fertilizarse a sí mismas, sin necesidad de insectos. De este modo se busca suplir en lo posible la intervención de especies como las abejas silvestres, que han visto disminuir notablemente sus poblaciones, diezmadas desde mediados de los años ochenta por la varroa ('Varroa destructor'), un ácaro que cría usurpando las celdillas de las colmenas, y por el uso extendido de productos nocivos en el campo, que han alejado a los apicultores de las modernas plantaciones agrarias para que sus insectos no sucumban ante tal abuso.
A día de hoy, explica el investigador del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC) Pepe Egea, «el déficit de polinización en el campo murciano supone unas pérdidas que con seguridad superan la decena de millones de euros». El daño para el medio ambiente es más difícil de cuantificar, pero se intuye mucho mayor, y con él las consecuencias que a la larga acaban incidiendo también en el ser humano.
El declive mundial de los insectos polinizadores es una realidad poco conocida en España
En este contexto, ANSE, junto a la Fundación Biodiversidad y con la supervisión científica del Imida (organismo dependiente de la comunidad autónoma), se ha propuesto su proyecto 'Corredores agrícolas para la adaptación al cambio climático de poblaciones de polinizadores'. El plan cuenta con un presupuesto de 90.000 euros, dos años por delante de desarrollo (arrancó en 2019) y el propósito de implicar a otros agentes clave, como las administraciones públicas (sobre todo los ayuntamientos), las empresas agrícolas y el sector apícola.
Básicamente, su objetivo es crear corredores en zonas agrícolas para favorecer la presencia de polinizadores mediante plantaciones en márgenes y linderos de cultivos y también en el entorno de colmenares. De esta forma, se pretende de mejorar «la disponibilidad, la calidad y la conectividad espacial de hábitats para estas especies», a la vez que se incrementan los recursos alimenticios disponibles para favorecer su «adaptación al cambio climático», de acuerdo con Jorge Sánchez, biólogo de ANSE.
La ciencia lleva décadas estudiando cómo sacar cosechas de frutas sin polinizadores
Al mismo tiempo, el proyecto «se plantea el establecimiento de una red de jardines para polinizadores frente al cambio climático en zonas urbanas, infraestructuras municipales y entornos de huertos urbanos mediante la creación de manchas de vegetación natural para el refugio, la alimentación y la dispersión» de estos insectos, explica el experto. Se trata, añade la fuente, de «otra medida para la adaptación al cambio climático en ambientes urbanos». En todos estos espacios se van a instalar «lugares para favorecer la nidificación de las abejas, tanto en troncos de madera muerta como en haces de cañas».
Custodia del territorio
Todas estas acciones tratan de sustentarse en la promoción de la denominada custodia del territorio (modalidad de gestión del espacio con el concurso de los propietarios de los terrenos y a través de organizaciones sin ánimo de lucro con altos conocimientos técnicos en materia ambiental) y el establecimiento de una red de municipios para la adaptación de los polinizadores frente al cambio climático. Aquí es donde se busca la participación de agricultores, apicultores y administraciones públicas.
El plan contempla además acciones de información, divulgación y comunicación; de educación ambiental, y el fomento de voluntariado ambiental para escolares, entidades y, en último término, para toda la población en general. Sobre este punto, sus creadores parten de la idea de que el declive que están experimentando a nivel global los insectos polinizadores es una realidad «poco conocida» en España, en palabras de Sánchez. Como causas de esta pérdida de especies se enumeran los cambios en el uso del suelo (principalmente la actividad agrícola), el uso de agroquímicos (no solo insecticidas) y el cambio climático, de acuerdo con ANSE. A ellos se suman la incidencia negativa que tiene la introducción de especies exóticas invasoras (en muchos casos parásitos y enfermedades) y la inadecuada gestión de polinizadores domésticos (abejas de la miel –'Apis mellifera'– y abejorros –'Bombus'–). Las abejas componen más del 80% de los polinizadores presentes en el Sureste español. Este porcentaje no lo compone sola la 'Apis mellifera', sino que existe un elevado número de variedades no domesticadas (silvestres). Tan solo en España se calculan más de un millar de especies de abejas.
De momento, ya han respondido a la llamada para salvarlas entidades del calado de la mayor compañía hortofrutícola del Mediterráneo. Se trata de una cooperativa de segundo grado con la que ANSE firmó a finales del año pasado un acuerdo «para desarrollar acciones de conservación de los polinizadores y adaptación al cambio climático en fincas agrícolas de la cooperativa». Una decena de fincas de la firma son asesoradas en virtud a este acuerdo por entomólogos expertos en abejas para plantar en ellas especies productoras de flores ricas en polen y néctar e instalar refugios para abejas silvestres, entre otras actuaciones que le permiten acogerse al sello de calidad 'Bee friendly' (expresión en inglés que puede traducirse en castellano como 'respetuoso con las abejas'). El acuerdo incluye que Anecoop, nombre de esta compañía, se suma a la iniciativa 'Corredores agrícolas para la adaptación al cambio climático de las poblaciones de polinizadores'.
Proyectos como el de estos corredores agrícolas y la citada 'Operación polinizador', en el que por su parte trabaja la empresa Syngenta, se enmarcan en un contexto más global, porque responde a una necesidad mundial, de lucha por salvar a las especies polinizadoras. La Universidad de Murcia acogió el año pasado la primera asamblea general anual del proyecto europeo de evaluación, monitoreo y mitigación de factores de estrés en la salud de las abejas 'PoshBee'. Así se denomina un consorcio de académicos, organizaciones no gubernamentales, organizaciones públicas e industria que busca herramientas para asegurar la polinización en Europa.
Jorge Sánchez añade que entidades de alta consideración, como la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (UICN), el Convenio para la Diversidad Biológica (CBD) o la Plataforma Intergubernamental de Políticas Científicas para la Biodiversidad y los Servicios de los Ecosistemas (IPBES), «han llamado la atención sobre la necesidad de actuar para salvaguardar estas especies y las funciones que desarrollan en los ecosistemas y los sistemas agrícolas». Estos tres organismos coinciden en la idoneidad de establecer corredores e infraestructuras verdes para favorecer la disponibilidad de recursos y refugios.
Si el lector quiere ayudar en la recuperación de estos seres fundamentales para la biodiversidad, en la infografía que acompaña a este texto se proponen algunas especies vegetales que puede plantar, si dispone de un pequeño espacio exterior en su casa (con un metro cuadrado ya es posible), y contribuir a la disponibilidad de recursos para polinizadores. El confinamiento a que nos tiene obligado la lucha contra el SARS-CoV-2 (causante de la Covid-19) complica de momento conseguir estas plantas, pero al menos podemos ir pensando en cómo vamos a engalanar con ellas unos balcones que nunca han sido tan importantes en nuestras vidas como en estos días, y que en el futuro inmediato también lo pueden ser para ayudar a mejorar el medio ambiente ayudando a uno de sus vectores más valiosos: los polinizadores.
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