Murcianos en USA
De la América profunda y rural a los estados más modernos y abiertos; ciudadanos de la Región residentes en EE UU narran a LA VERDAD cómo han recibido la llegada de Joe Biden a la presidencia de un país herido por la confrontación: «¡Es un momento histórico!»
Sandra y su novio rompieron a llorar espontáneamente. Y aquellas lágrimas venían de muy atrás, de alguna parte donde se habían estado acumulando secretamente a lo largo de meses de tensión ante una actualidad bronca y llena de violencia soterrada. No las pudieron contener cuando en la televisión de su casa a las afueras de la capital de Carolina del Norte, Raleigh, aparecieron las imágenes de Joe Biden tomando posesión como nuevo presidente electo de los Estados Unidos de América para poner fin a la era Donald Trump: un punto y aparte después de un largo y ensortijado proceso electoral que ha dejado tras de sí un reguero de acusaciones de fraude, un país dividido y cinco muertos en el surrealista asalto al Capitolio de Washington que encogió el estómago del mundo.
Sandra es una vecina de la pedanía de La Hoya de 34 años que llegó a Estados Unidos en 2011 para estudiar un máster de inglés y español por un acuerdo de la Universidad de Murcia y que ya ha asumido, diez años después, que aquellos estudios con vocación temporal no lo eran tanto. Se enamoró de un estadounidense y se estableció en el país.
2.079 personas nacidas o cuya última residencia en España fue la Región de Murcia viven en EE UU, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE) del INE
Aquel fue un llanto de liberación. «Nos parecía increíble que tenga que venir una persona a decir: entramos otra vez en la Organización Mundial de la Salud, hay que llevar mascarillas... Cosas tan lógicas. Cuando estaban hablando de todo lo que había firmado Biden en su primer día nos parecía increíble. ¡Es histórico! Habíamos dado tantos pasos hacia atrás que ahora es como empezar de cero», asegura.
Como ella, más de 2.000 murcianos viven en Estados Unidos en estos tiempos extraños y pandémicos, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero del Instituto Nacional de Estadística. Entre ellos, hubo más 'sandras' el día de la proclamación. Por ejemplo, María Manchado, una mujer de 33 años que cambió Alquerías por Chicago y Chicago por San Diego, y que siente que había tenido una «venda en los ojos» que no le dejaba ver la realidad estadounidense hasta que cuatro años de gobierno de Trump se la quitaron: «Al principio, las cosas que me sorprendían de aquí eran tonterías, como el tamaño de las porciones en los restaurantes, o lo patriotas que son, o lo mucho que viven los deportes. Conforme han ido pasando los años, lo que ahora me impresiona y me llama la atención es lo difícil que es vivir si eres una persona de clase media o baja, lo inestable que es tu vida si no tienes acceso a un seguro médico, la facilidad con la que alguna gente puede quedarse en la calle o el racismo sistémico. Son cosas de las que no me daba cuenta al principio y que ahora veo».
«Cuando Biden comenzó a firmar sus primeras órdenes presidenciales sentí que volvíamos a estar en el mundo. No solo es 'América primero'»
Por eso, el discurso de unidad e inclusión de Biden, con un marcado carácter de defensa de los derechos sociales, le tocó el corazón. «Se me escaparon algunas lagrimillas. Cuando comenzó a firmar las órdenes presidenciales sentí que volvíamos a estar en el mundo. No solo 'América primero'». Al igual que Sandra, María ha fundó un hogar en suelo estadounidense, en su caso, con un alemán. «La mía es una casa muy multicultural», dice entre risas. Ella conoce bien el país después de nueve años asentada entre sus fronteras.
En el extremo opuesto se encuentran ciudadanos como el investigador postdoctoral Daniel Alcaraz, aterrizando todavía en la compleja realidad estadounidense. En el mes y medio que lleva en Madison, la urbe de mayor crecimiento de Wisconsin, no ha dejado de asombrarse. A sus 29 años, se encuentra en mitad de un proceso para la historia con una sensación «extraña», «mitad como espectador, mitad como residente».
«Sorprende lo complicado que es ser una persona de clase media o baja y lo inestable que es tu vida sin un seguro médico»
Un país, varias realidades
La visión varía según el punto del mapa en el que se aterriza. Javier Valera, de 44 años, llegó desde Totana a una Nueva York que ve como la «tierra de la libertad y las oportunidades»; Javier Albacete, de 46, dejó Molina para ir a la cuna de la innovación en California, donde impulsa la construcción de plantas fotovoltaicas. La murciana Soraya Ruiz, de 30 años, pasó de la huerta de San José de la Vega, en Murcia, a las llanuras de Texas, una de las tierras más conservadoras, y aún no ha dejado de llamarle la atención la abundancia de mensajes políticos, carteles en carreteras, casas y edificios y banderas en los coches que proclaman su apoyo al presidente saliente: «Granjeros por Trump», «Latinos por Trump». «Jamás he estado tan nerviosa por el resultado de unas elecciones», reconoce.
En el extremo opuesto del país, al norte, el cartagenero Víctor Blanco Montoya ha desempacado su maleta en la tierra que ha acaparado todos los focos mundiales en los últimos meses: Washington. Concretamente en la ciudad de Wenatchee. Allí intenta avanzar con sus investigaciones sobre frutales mientras observa de cerca una sociedad fracturada. «Para unos Trump es un héroe y para otros un intransigente y un mentiroso. Está todo muy polarizado», cuenta. Todos son conscientes de que es un momento de cambio. No solo para Estados Unidos, sino para el mundo.
Sandra Fernández Mula, 34 años | Vecina de La Hoya. Trabaja dando clases de español a distancia
«La sociedad estadounidense ha quedado dividida y rota»
Sandra conoce bien la América de Trump. Pasó ocho años en un pequeño pueblo de surferos y pescadores con un nombre que es todo un 'spoiler': Surf City. Allí los dogmas del expresidente han calado hondo. «Hay muchísima gente que sigue a Trump. Yo intento escuchar y entender, pero a veces da miedo. Algunas de esas personas que siguen a Trump son mis mejores amigos aquí, pero te pones a hablar de política con ellos y piensas: '¿Pero cómo pueden pensar así?'». Para Sandra, estos cuatro años «han sacado a la luz todos los problemas que había ya en Estados Unidos». «Ha sido tal patada a los derechos, a la justicia racial, a la inmigración, que ha hecho que la gente se levante». Por eso cree que, con «las heridas abiertas» en una «sociedad dividida y rota», puede ser «un buen momento para trabajar para unir a la gente y avanzar». Hace un mes se mudó a la capital del estado, «donde hay una mentalidad más abierta». Desde allí lee a algunos de sus vecinos de La Hoya apoyando ideas similares a las de Trump y se entristece: «Veo a gente muy cercana a mí haciendo comentarios racistas. Les digo: 'Yo soy una inmigrante. Esa persona que llega de fuera soy yo. Ahora tratadla mal'».
María Manchado Espinosa, 33 años | Vecina de la pedanía murciana de Alquerías
«Ha sido difícil de tragar, como inmigrante y como mujer»
María recuerda perfectamente dónde estaba la primera vez que escuchó hablar de Trump como candidato a la presidencia del país. Trabajaba en una compañía con «un jefe republicano que recaudaba fondos para altos cargos del partido» cuando un latigazo de miedo le sacudió el cuerpo. «Estaba en ese entorno, viendo la excitación de la gente con Trump y su política de 'todo por el dinero' y sentí un escalofrío cuando empezó a hablar de que los mexicanos eran todos unos criminales y unos violadores. Fue un jarro de agua fría». Hasta ese momento María no había visto «esa realidad estadounidense». «Lo peor es que era un reflejo de las voces reprimidas que ya había en el país. Si no dime cómo una persona así fue elegida candidata primero, y luego ha podido ser presidente».
Para esta murciana, toda esta etapa de Trump ha sido un desengaño. «Supe que su victoria significaba que este país tiene en gran medida unas visiones similares a las suyas, y eso para mí ha sido muy difícil de tragar como inmigrante, como mujer, como madre y como persona que ve que en este mundo no puedes hacer nada sin pensar en el bien común». Además, en estos cuatro años la polarización no ha dejado de crecer, a su entender, alimentada por la proliferación de noticias falsas y sin verificar vertidas en las redes sociales, uno de los asuntos candentes en el país tras el bloqueo de Twitter y Facebook a las cuentas del expresidente. Una situación que no le parece muy diferente de la que ve en España. «Hay relación entre lo que ha pasado con las 'fake news' en Estados Unidos y lo que pasa en España, y no solo en España: es un problema mundial. Las personas estamos mucho en casa ahora por la pandemia. Miramos mucho las redes sociales. Y los algoritmos nos alimentan con cuentas que se alinean con nuestra manera de pensar, y esas noticias nos llevan a visiones más extremas y a la desinformación», lamenta.
Su seguimiento de la actualidad española forma parte de un hilo que nunca ha dejado de conectarla con sus raíces. En los nueve años que María lleva en EE UU ha adquirido un marcado acento estadounidense y un español salpicado de términos anglosajones, pero eso no la ha alejado de su anhelo por volver a Murcia. Quiere estar cerca de sus padres, de los que dice que son «las personas más buenas y con más valores y virtudes del mundo». Su «ejemplo a seguir». Desde San Diego, no hay día que no piense en volver. «Los echo mucho de menos y, desde que he sido madre, no dejo de pensar en regresar para poder volver a vivir cerca de ellos y que mis hijas disfruten de sus abuelitos».
Javier Albacete Hernández, 46 años | Molinense trabajando en energías renovables en Livermore
«En el norte piensan que lo que ha hecho ha sido maravilloso»
Javier debía haber vuelto a Estados Unidos hace dos semanas, pero aún no ha podido. Cuando vino a ver a su hija después de un año sin pisar la Región, se encontró con una importante traba para su regreso a Livermore, California, donde trabaja para la empresa molinense de equipamiento para plantas fotovoltaicas Soltec. «Trump instauró unas restricciones con la excusa del coronavirus que realmente lo que hicieron fue bloquear la entrada de cualquier europeo que no tuviera una residencia permanente en el país». Es una de las banderas de la legislatura que acaba de terminar: «El proteccionismo del trabajo americano es su seña» y esa política «había dado resultados económicos que se han visto empañados por la irrupción de la Covid», cuenta Javier.
«En los estados del norte se ha visto como que todo lo que ha hecho Trump ha sido maravilloso, porque ha incentivado la generación de empleo. El país llegó a tener un paro por debajo del 3%». Por eso, algunos ciudadanos han defendido férreamente su gestión. Incluso en California, uno de los bastiones demócratas, «se fueron viendo algunos piquetes informativos amenazantes pro Trump según se fueron acercando las elecciones». Desde España, mientras solventa los trámites con la embajada, Javier sigue atento las políticas de Biden, en especial a su prometido impulso a las renovables.
Soraya Ruiz Martínez, 30 años | Dejó San José de la Vega para trabajar de maestra bilingüe de Primaria en Texas
«Deberíamos aprender en España de lo sucedido aquí»
Cuando comenzó el acto de toma de posesión de Joe Biden, la murciana Soraya Ruiz, que ejerce como maestra bilingüe de Primaria en la localidad tejana de Port Arthur, encendió la televisión y puso a los pequeños la señal en directo del acto. Lo hizo por orden de la directora del centro. «Se ha vivido de una forma muy intensa. La gente sentía una gran tensión por lo que pudiera pasar», señala. Cree que lo vivido en Estados Unidos debería ser tenido en cuenta en España, donde encuentra similitudes en la creciente «crispación de la población». «Deberíamos aprender de ello para que no se repita», dice.
Allí ha visto cómo desaparecía el diálogo para dar lugar a dos bandos cada vez más opuestos. Para unos Trump es un héroe, para otros un villano que «mancha el honor de la democracia». Por no hablar de los seguidores del expresidente que se identifican con la organización Q-anon. «He llegado a escuchar que Trump es un ángel-viajero del tiempo que viene a salvar a la humanidad del demonio y que tiene una máquina del tiempo en la torre Trump de la Quinta Avenida de Nueva York», comenta. Y la división se reproduce también entre la población inmigrante: «La mayoría de afroamericanos están muy contentos de que haya ganado Biden»; sin embargo «entre los latinos, hay algunos que dicen que Trump ha creado mucho empleo y otros que quieren traer a sus familias y que piensan que con Biden será más fácil».
Javier Valera Marín, 44 años | Nació en Murcia y vivió en Totana hasta que cruzó el charco
«Biden aún tiene que demostrar muchas cosas»
Javier Valera trabaja con vistas a los rascacielos de Nueva York desde su despacho en el Departamento de Comunicación del Consulado General de España. Se siente un afortunado en un país que «te puede ofrecer muchas opciones para progresar si tienes un poco de iniciativa». Es una de las primeras cosas que le gustaron de los EE UU cuando llegó en 2015 a Los Ángeles, donde pasó su primer año como residente. Después se trasladó a la Gran Manzana, un lugar que tenía en la retina desde que lo pisara como turista en 2005. «Recuerdo que desembarqué a Penn Station cargado de maletas y, al salir a la Octava Avenida, me quedé un rato embobado mirando los rascacielos. Se me perdía la mirada en una hilera interminable de edificios y el sonido del tráfico era ensordecedor. Me sentí un poco Paco Martínez Soria en su llegada a Madrid con la gallina bajo el brazo. Fue una sensación increíble».
En Nueva York, la derrota de Trump ha sido recibida con esperanza. «Hay que tener en cuenta que el Estado y, sobre todo, la ciudad de Nueva York son demócratas hasta la médula. Recuerdo que durante el mes de diciembre, cuando ya se iba vislumbrando la victoria de Biden, era frecuente ver manifestaciones esporádicas de barrios enteros a cada victoria demócrata en el recuento. Fue bastante emocionante, la verdad», rememora. A esa esperanza le ha seguido cierta contención. Para Javier, «Biden aún tiene que demostrar muchas cosas». La primera de ellas es «su capacidad de volver a unir a una sociedad tan polarizada después de cuatro años de 'trumpismo'». Pero hay otras asignaturas pendientes, descontando «la sanidad y la educación»: rendir «un gran tributo a los migrantes que han convertido este país en lo que es» y luchar contra «la lacra del racismo».
Daniel Alcaraz Carrión, 29 años | Cartagenero realizando su investigación postdoctoral en la ciudad de Madison
«Es mucho más fácil incendiar a las masas que reconciliarlas»
David solo llevaba un mes en Madison cuando, en mitad de una reunión con la directora de su proyecto postdoctoral, una turba entró a la fuerza en el Capitolio de Washington. Aquellas imágenes no las podrá olvidar. «Ella cortó la reunión y me dijo que estaba pasando algo gordo en el país. A la mujer le dio por llorar mirando las imágenes», recuerda. Para este investigador, «los últimos días han resumido muy bien lo que ha sido la legislatura. Hemos tenido una semana y media de despedida caótica, con problemas por todas partes».
Su directora dice que Trump es un niño pequeño con una rabieta constante. «Y creo que es un poco así -explica-: 'Todo lo que digo es verdad; si no estás de acuerdo conmigo eres un mentiroso. Como no me gusta la pregunta que me hace este periodista, digo que son noticias falsas; he perdido las elecciones y me enfado, porque yo quiero ganar y, como no me dejas ganar, no te enseño la Casa Blanca ni voy a la investidura'. Para un niño pequeño está bien, pero para una persona que era presidente de un país como este, no es lo adecuado». Ahora se inicia un tiempo que David augura complicado. «Es mucho más fácil incendiar a las masas para que hagan barbaridades que el proceso contrario de tratar de reconciliar a la sociedad». Durante los próximos dos años que estará allí, David será testigo del inicio de ese lento trayecto.
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