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Óscar Aguirre, Begoña Merino, Javier Adán y Juan Alfonso de Celestino. Javier Carrión / AGM

Los vascos en la diáspora miran a las urnas

Dejaron su tierra para asentarse en la Región de Murcia, desde donde hoy siguen atentos el desenlace de unos reñidos comicios que son decisivos para el futuro del País Vasco

Domingo, 21 de abril 2024, 07:19

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El guipuzcoano Óscar Aguirre acabó en Murcia casi sin darse cuenta. Fue en el año 1999. «Vine para tres meses y llevo aquí ya 25 años», dice riéndose. Había estudiado Farmacia en Navarra, pero se encontraba en ese punto de la vida donde una oportunidad laboral puede girar todas las brújulas. El terreno lo conocía bien porque, cuando era todavía un adolescente, con 14 años, sus padres empezaron a veranear en Santiago de la Ribera.

Allí se acostumbró al sol a plomo de la Región, hizo amistades y dio los primeros pasos de su carrera laboral, como otros muchos ciudadanos de su misma procedencia que en los 80 y los 90 encontraron en el sur las oportunidades que buscaban. «Me presenté poco antes de Semana Santa y, a los 15 días, ya estaba trabajando en el Colegio de Farmacéuticos, donde fui enlazando un contrato con otro. Y ya soy casi más murciano que otra cosa», señala. No le faltan motivos. Aquí conoció a su mujer y tuvo a sus dos hijas. Aquí ha hecho su vida. Aunque, como tantos vascos emigrantes, nunca ha perdido el vínculo con sus orígenes ni ha dejado de echar de menos a los de la cuadrilla, esa entidad que es, «a veces, más fuerte que la familia».

A través de los encuentros que todavía mantiene anualmente con ellos y de las visitas –menos de las que le gustaría– a su pueblo, Bergara, Óscar ha ido apreciando los grandes cambios que ha experimentado la sociedad del País Vasco en los últimos años.

«El lugar del que nos fuimos y el que es hoy no se parecen en nada; el panorama político no tiene nada que ver»

El primero y fundamental, el que más se celebra dentro y fuera de ese territorio, y todavía con mayor fuerza cuando se acercan unas elecciones autonómicas como las que se celebran hoy, es la ausencia de ETA. Es ya la segunda llamada a las urnas vascas desde la completa disolución de la banda en 2018, y llega más de doce años después del cese definitivo de la actividad armada. «La vida de todo el mundo es muy diferente ahora. Se vive de otra forma, se percibe otra alegría», subraya el farmacéutico.

Metralla en el balcón

Aunque hay truenos de aquella tormenta que siguen resonando. El 17 de febrero de 1997, poco después de que la bilbaína Begoña Merino dejara su ciudad natal para mudarse a Alicante, como paso previo a su llegada a Murcia, el estallido de un coche bomba con el que la banda terrorista asesinó al policía nacional Modesto Rico a los 33 años, en el barrio de Santutxu, salpicó de metralla el balcón de la casa de su madre. «Me llamó toda asustada a las nueve y algo de la mañana. No le reventaron los cristales porque acababa de abrirlo todo para ventilar, pero hasta nuestra terraza saltó de todo», señala.

Por recuerdos como ese, Begoña observa hoy con muchas reservas la subida de Bildu en las encuestas, un partido cuyo candidato, Pello Otxandiano, evitó esta semana definir ETA como banda terrorista. «Para la gente joven, que no se ha enterado de lo que pasó, es guay ahora votar a esta gente, pero a mí me da muy mal rollo».

Tras una casi total hegemonía del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en el Gobierno –en solitario o con el apoyo de los socialistas–, con la única salvedad del paréntesis que supuso Patxi López entre 2009 y 2012, estas elecciones se anuncian como las más reñidas de la historia, con Bildu en posición de disputarle por primera vez el primer puesto.

«Los que venían a Murcia escapaban de la tensión y las amenazas de ETA o por motivos económicos»

Los cambios sociales han sido profundos en estos años. Javier Adán, periodista con una dilatada trayectoria en la comunicación corporativa en la Región, considera que el País Vasco del que tuvo que salir en 1990 «no se parece en nada» al de hoy. Y no se refiere solo a la presencia de violencia y miedo en las calles, sino también al apartado económico. «Bilbao en los 80 era otra ciudad, los márgenes de la ría eran una zona industrial que la crisis estaba devastando por completo. Recuerdo que el paro era muy alto y había una tristeza importante».

Begoña, que trabaja en una empresa de diseño e instalación de cocinas del polígono de La Polvorista de Molina, también sufrió esa situación. «Todo era muy complicado –recuerda–. Yo me tuve que marchar porque no encontraba nada. Sin embargo aquí pude encontrar un trabajo fijo con relativa rapidez».

Por el mismo motivo, dejó Bilbao en 1986 Juan Alfonso de Celestino, director de la revista especializada 'Salud 21' en la Región. «Era un momento de dificultades y yo fui de esa oleada de profesionales que tuvieron que emigrar cuando hubo más trabajo en otros territorios. Estuve un tiempo en Aragón. Otro poco en Mallorca y, finalmente, vine a Murcia en el 88». Antes de eso pudo experimentar la profesión en el País Vasco en Radio Popular de Bilbao y el periódico 'Deia'. «Entonces los vascos que llegaban a Murcia lo hacían normalmente por dos motivos: o escapando de la tensión y de la amenaza del grupo terrorista ETA o, como en mi caso, por razones económicas y buscando un futuro profesional. Ahora ninguna de esas dos situaciones existen. Hay un desarrollo económico importante y una pacificación del entorno, tras el fin del terrorismo».

«Es que el panorama político tampoco tiene nada que ver –ahonda Javier Adán–. Puede sorprender a cualquiera de fuera ver esa variedad de partidos políticos que hay, pero yo vuelvo habitualmente al País Vasco y a mí no me sorprende en absoluto. Y creo que es una evolución en positivo, porque donde había muerte, ahora hay disputa política». En este sentido, Juan Alfonso celebra que en la campaña se haya «hablado más de sanidad y de vivienda, de que la gente pueda llegar a fin de mes» que en otras ocasiones. «Yo creo que eso dibuja un futuro esperanzador».

Lo haya o no, ninguno de los entrevistados creen que vayan a regresar tras tantos años en la Región, aunque no hayan dejado de añorar sus paisajes. Hoy no podrán votar porque el padrón manda, pero tampoco se perderán el escrutinio. Son de dos sitios.

Puede que un vasco no nazca donde quiera, pero vive donde elige, y «uno es de donde pace», subraya Óscar Aguirre, que reconoce que, aunque echa de menos «hasta los aromas» de su tierra, «ese olor a hierba mojada», con el tiempo ha acabado enganchándose también a otros. «Aromas tiene aquello y tiene esto. Allí no verás que huelan las calles a azahar como aquí ahora, en primavera».

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