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Juan José González entrega alimentos a una beneficiaria de la asociación. VICENTE VICÉNS / AGM

Solidaridad en tiempos de crisis

Acción Solidaria - Obra Social 'LaCaixa' ·

La Asociación de la Caridad de Santomera centra su actividad en el reparto de productos de primera necesidad que recibe gracias al Banco de Alimentos del Segura. Sus beneficiarios suman un total de 372 familias que engloban a 1.060 personas

BEA MARTÍNEZ

Lunes, 19 de octubre 2020, 07:44

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Las épocas de crisis, como la generada por la Covid-19, suelen ser etapas hostiles que tienen consecuencias negativas en las personas que las viven, pero también es en estos momentos cuando la sociedad muestra su mejor cara. La capacidad de resiliencia y la solidaridad son dos aspectos que en estos tiempos salen cada vez más a flote y se acentúan en aquellas que ya las tenían en su interior y las desarrollaban en actividades de carácter solidario, como la que hacen los miembros que componen la Asociación de la Caridad de Santomera.

La entidad, que se constituyó en 2017, está centrada en el reparto de alimentos entre la población del municipio, una actividad que llevan desarrollando desde sus orígenes, allá por noviembre de 1874. «El maestro José Puig Valera encabezó una reunión entre distintas personas del pueblo para crear una asociación que ayudara a los trabajadores pobres de la época con alimentos, medicinas y médicos», explica el secretario de la ONG, Juan José González Abellán. La idea solidaria que tuvieron no cayó en saco roto y comenzó a funcionar a través de «distintas comidas benéficas y subastas con las que se recogía dinero para atender a la gente».

Este carácter humanitario de los vecinos ha sido una constante a lo largo de todo este tiempo y ha permitido la perdurabilidad de una actividad que supone un gran beneficio para el entorno en el que se desarrolla y que se mantiene gracias al apoyo de la corporación municipal, las donaciones de particulares y algunas empresas, y la ayuda principal del Banco de Alimentos del Segura, que es la entidad de la que reciben, en tres fases al año, un cargamento de todo tipo de productos (verduras, frutas, carne, artículos infantiles y de primera necesidad, entre otras) cuyo tamaño depende de la cantidad de beneficiaros que la asociación tenga en ese momento. «Desde octubre de 2017 hasta ahora hemos entregado 217 toneladas que nos ha facilitado el Banco de Alimentos», destaca González.

Olga Montesinos: «Me siento más humana. Me enriquece mucho y me llena de satisfacción poder ayudar a las personas»

La mercancía, que se guarda en un almacén propiedad del Ayuntamiento, se traslada posteriormente a un pequeño local con el que cuenta la entidad, donde realizan cada quince días el reparto de estos productos a «las 372 familias, compuestas por un total 1.060 personas, que actualmente son nuestros beneficiarios», a los que dividen en dos grupos en función de si consumen o no carne de cerdo, y les entregan, entre otras cosas, «leche, pan, atún, pasta, aceite, fruta y verdura», apostilla González.

Carácter solidario

La gran cantidad de usuarios de la entidad empuja a los voluntarios a dividir el reparto de estos alimentos durante tres días, en los que se establece un turno aproximado para la entrega a cada beneficiario, una idea ahora más efectiva que nunca con la llegada de la Covid-19, la cual les ha obligado a «ampliar un poco más el tiempo de atención, para que la gente venga de forma más separada, se eviten las colas y podamos atender a todo el mundo. Es lo mismo que antes, solo que más pausado», resume.

Además, esta pandemia no solo ha modificado la forma de trabajar de la ONG, sino que también ha afectado a la demanda que tiene, «que hemos notado que ha crecido sustancialmente». Así, esta nueva situación ha dado lugar a un esfuerzo mayor por parte de los miembros de la Asociación de la Caridad de Santomera, que lejos de amilanarse han sacado más que nunca ese carácter solidario que siempre han tenido implícito en su forma de ser.

Juan José González: «Desde octubre de 2017 hemos repartido más de 217 toneladas de alimentos»

Conocer de cerca la situación por la que pasan los beneficiarios fue precisamente la mecha que encendió el deseo de ayudar de Olga Montesinos, que conoce de cerca la entidad porque «pasé un mal momento y tuve que pedir ayuda». Esta fue el principio de su historia con la asociación, pero no el final, porque «estando en ella me preguntaron si me importaría echar una mano, tenía tiempo y me gustó la experiencia», recalca Montesinos.

Así, este hecho puntual se convirtió, desde hace tres años, en una actividad más continuada con la que dice sentirse «más humana, porque te notas más cerca de la gente que tiene estas necesidades y comprendes sus problemas. Como persona te enriquece un montón y te llena de satisfacción poder ayudar y poder estar ahí para escuchar a alguien aunque sea un rato. La asociación ayuda mucho, están muy pendientes de las necesidades y están abiertos para todo el mundo», puntualiza Montesinos, una idea que comparte González: «Esta entidad forma parte del pueblo. Todos los que estamos no cobramos nada, sino que dedicamos nuestro tiempo a las personas y eso es algo muy gratificante».

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