Menos riesgo y más futuro, el resultado de invertir en sostenibilidad

Las consecuencias de cualquier acción en el entorno es algo que los ciudadanos tienen cada vez más en cuenta. Las actividades económicas, comerciales o de producción generan en el espacio en el que se desarrollan efectos, positivos o negativos, que determinan no solo el presente de esas compañías sino también la forma en la que los consumidores las perciben y, por tanto, su futuro. Esta conciencia social cada vez más acuciante ha impulsado un término, Inversión Socialmente Responsable (ISR), que pone en valor la importancia de apostar por empresas en las que, además del carácter económico, se valore el impacto social de sus acciones, especialmente en épocas de incertidumbre como la actual.

Analizar esa parte más humana de la economía, darla a conocer y visualizar la evolución regional en este ámbito fueron algunos de los puntos clave que se trataron ayer durante el 'webinar' 'Invertir responsablemente en tiempos de Covid: sostenibilidad e impacto social en Murcia', organizado por LA VERDAD y BBVA y moderado por la periodista Lydia Martín.

Con el fin de estudiar las implicaciones de este concepto, el encuentro contó con la presencia del vicerrector de Responsabilidad Social y Transparencia de la Universidad de Murcia (UMU), Longinos Marín, que destacó la inversión socialmente responsable como aquella «en la que no solo atendemos a criterios económicos sino que también valoramos otros parámetros de la empresa como los ambientales, sociales y de gobierno».

Así, antes de apostar por una compañía, los inversores analizan si esta desarrolla políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que «consisten básicamente en generar impactos positivos y lazos fuertes con los grupos de interés. Una compañía con una buena RSC tiene una unión más resistente con sus trabajadores, con el entorno local, con sus proveedores y con los consumidores. Consigue que estén más identificados, más vinculados a ella», ilustró el experto, que también puso el acento en las consecuencias positivas que estas medidas generan en la rentabilidad, «a medio y largo plazo son empresas más competitivas», y en su estabilidad, «porque en general tienen menos riesgos».

Los beneficios que suponen las inversiones sostenibles han ocasionado el desarrollo de iniciativas que apuestan por incentivarlas. En este sentido, el Instituto de Crédito y Finanzas de la Región de Murcia (Icref) es un fiel defensor de estas medidas «y está plenamente convencido de que se tienen que apoyar. Su idea es que las próximas políticas que implanten tanto a nivel de crédito público como de préstamos exijan a todos los destinatarios llevar a cabo criterios socialmente responsables y medidas de reducción de CO2. Por último, está también en cartera la emisión de bonos de impacto social y verdes a medio y largo plazo», acentuó Marín.

La inversión socialmente responsable es un término nuevo para muchas entidades, pero no lo es tanto para BBVA, que fue pionera en la aplicación de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno. En este sentido, valorar estos principios, además de la viabilidad económica a la hora de invertir, es una acción que tiene cada vez más en cuenta el banco, «porque las empresas con mejores prácticas sostenibles pueden financiarse mejor, suelen ser más innovadoras, retienen mejor el talento, gestionan de forma más eficiente el riesgo regulatorio y generan mejor imagen de marca. En la actualidad solo un 26% de los activos mundiales están gestionados de forma responsable, por lo que creemos que hay mucho camino por recorrer», destacó el segundo ponente del día y responsable de Negocio institucional en BBVA Asset Management, Gonzalo Ortiz de Vigón.

En este aspecto, BBVA se enmarca dentro de una apuesta por la sostenibilidad y el medio ambiente que dio sus primeros pasos en el año 2008, cuando la gestora lanzó un plan de inversión responsable a largo plazo y fue de las primeras 75 empresas que firmaron los Principios de Responsabilidad de Naciones Unidas (UNPRI), unos valores que hoy cuentan con el apoyo de más de 2.500 organizaciones.

En la actualidad, el banco, a través de su área de gestión de activos BBVA Asset Management, canaliza este tipo de inversión responsable a través de dos vías: por un lado, los planes de pensiones (tanto de empleo como individuales) y, por otro, mediante su fondo de renta variable 'BBVA Desarrollo Sostenible', y su fondo mixto 'BBVA Futuro Sostenible'.

Este último, 'BBVA Futuro Sostenible', está dedicado a este tipo de inversión, con un «perfil de riesgo defensivo que invierte un máximo del 30% en renta variable», y prioriza la apuesta por entidades «que gestionen de forma eficiente los recursos, que tengan conciencia social, que cuenten con un buen gobierno corporativo y que desarrollen un impacto social importante», recalcó.

Para complementar estas acciones, 'BBVA Futuro Sostenible' tiene el compromiso de donar anualmente el 25% del total de la comisión de gestión a proyectos relacionados con el medio ambiente, la dependencia y la inclusión social, lo que le valió el año pasado el premio al mejor fondo solidario en los premios Expansión-Allfunds.

De cara al futuro, BBVA continúa con esta línea de trabajo a través de 'Compromiso 2025', una iniciativa con la que movilizará 100.000 millones de euros hasta 2025 en financiación verde, infraestructuras sostenibles, emprendimiento social e inclusión financiera en base a tres pilares fundamentales: financiar, gestionar e involucrar, ideas que afianzan la creencia de «que se pueden gestionar las inversiones aportando rentabilidad y contribuyendo a la vez a la sostenibilidad del planeta», apostilló este profesional.

Además de la presencia de grandes expertos en la materia, la segunda parte del encuentro de ayer contó con la presencia del director de zona BBVA en Murcia, Alberto Carretón, que asistió para poner en valor a las dos asociaciones regionales ganadoras de la II Convocatoria Solidaria de BBVA Futuro Sostenible ISR, unos premios organizados con el fin de repartir la donación que realiza cada año el fondo de inversión con el mismo nombre.

La iniciativa ha repartido casi 1,2 millones de euros para la realización de 27 proyectos de tipo social y medioambiental en distintos lugares de la geografía nacional, «reafirmando el compromiso de BBVA con la sostenibilidad y con el crecimiento inclusivo en todos los territorios en los que estamos presentes», subrayó Carretón. Así, la primera en contar una de las iniciativas ganadoras fue la Asociación para la Integración de Personas con Discapacidad Intelectual, CEOM, que estuvo representada por la vocal de la junta directiva Angelica Romero y su técnica Olga García. Durante su intervención, Romero destacó los inicios de la ONG, que comenzó con «la creación de un centro de día, buscando la integración de estas personas desde todos los aspectos de la vida». A continuación dio paso a García, que explicó el proyecto 'Objetivo... empleo público', una iniciativa «enmarcada dentro de nuestro programa de empleo destinada a personas de la asociación que quieren desarrollar su carrera profesional en el ámbito de la administración pública».

Así, el proyecto, que lleva en marcha varios años, podrá gracias al premio destinar profesionales específicos y recursos más amplios para esta labor y continuar formándoles a través de clases teóricas adaptadas y mediante acuerdos de colaboración «con la administración pública y corporaciones locales que les permiten aprender de forma práctica y conseguir méritos para la oposición». Esta iniciativa goza así, como realza García, de un doble impacto: «por un lado directo, porque pueden alcanzar con nuestro apoyo su objetivo, y otro social, puesto que damos visibilidad al colectivo en los ámbitos sociolaborales».

La segunda iniciativa premiada fue 'Jardín inclusivo', de la Asociación para el Tratamiento de Personas con Parálisis Cerebral y Patologías Afines, Astrapace, una entidad, con Rosa García como presidenta, que surgió en los años 80 para atender a este colectivo «y darles el apoyo que necesitan para que puedan vivir una vida autónoma dentro de sus posibilidades».

A través de 'Jardín inclusivo' se prevé formar a diez personas en actividades vinculadas a la jardinería, el viverismo y los servicios medioambientales. Estos alumnos, que recibirán al terminar un certificado profesional de operario de jardinería, podrán llevar a cabo este trabajo a través de la empresa de iniciativa social Feycsa. Se trata de un centro especial de empleo con el que se pretende «la inclusión en la sociedad, pero también que los miembros de Astrapace puedan ser, como todos nosotros, ciudadanos de pleno derecho».