Viaje al origen de la Tierra en la Cueva del Puerto
La gruta de Calasparra, la más grande visitable de la Región de Murcia con 5 kilómetros explorados, reabre al público el jueves 23 con nuevas salas, iluminación y atractivos geoturísticos
Con casi 5 kilómetros explorados, la Cueva del Puerto fue descubierta en 1966 por el Grupo Espeleológico Ciezano Atalaya (Geca) en la ladera de la Sierra del Puerto (Calasparra), gracias a las indicaciones de un pastor apodado Tío Malgastoso. Aún no ha sido declarada Monumento Natural de la Región de Murcia por la inacción administrativa en este campo, pero debería serlo, ya que es un muestrario vivo de todo tipo de formaciones (espeleotemas). Su estudio, aún incompleto, ha permitido a la ciencia conocer en profundidad los procesos de formación de cuevas, simas y galerías subterráneas, tanto en la Región de Murcia como en el resto del mundo.
Su recorrido laberíntico y sus características formaciones (feeder, canales, tubos, medios tubos, outlets,...) la han convertido en uno de los mejores ejemplos de formaciones hipogénicas de Europa, cuyo origen se remonta, en este caso, a hace unos 15 millones de años y es obra de la labor erosiva y corrosiva del flujo ascendente de las aguas del sinclinal de Calasparra y de surgencias hidrotermales, cargadas de ácido carbónico y sulfhídrico que han ido dando forma a esta joya subterránea.
Abierta al público por primera vez en 1996 y readaptada con una nueva entrada, más accesible, en 2014, la Cueva del Puerto es la única turística de la Región y las más largas en desarrollo horizontal. Esculpida en su mayoría en caliza, el poder del agua ha tallado auténticos laberintos que, durante el recorrido, permiten que el visitante crea deambular por un cementerio de huesos de mastodónticos dinosaurios y adivinar en sus perfiles la presencia de gorilas y delfines (como los de la imagen), águilas, tortugas, belenes y tantos parecidos como su imaginación le permita identificar.
Con un infinito muestrario de espeleotemas, la antigüedad de estalagtitas, estalagmitas, velos, estegamitas, medusas, macarrones, columnas, coraloides, garbanzos, gours, microgours, excéntricas,... se remonta a 650.000 años. De formación lenta, aunque depende del flujo de agua y de las condiciones de cada cueva, generalmente se estima que pueden crecer en torno a 1 cm cada 100 años.
En continua formación, gota a gota las filtraciones del suelo penetran en el subsuelo cargadas de minerales que van arrastrando en el recorrido manteniendo vivos los procesos de la Cueva del Puerto, que siguen dando origen a nuevos espeleotemas y haciendo crecer los ya existentes. Así, como muestra la imagen, por el interior de las estalactitas va precipitando el carbonato cálcico por acción del agua.
Salpicando las superficies de estalactitas o en solitario, los coraloides o palomitas de maíz pueblan buena parte de las salas de la Cueva del Puerto. En esta, cubren una amplia superficie horizontal que, a simple vista, tiene apariencia de un campo de corales marinos. Sobre ellas, en las paredes verticales, la precipitación de carbonato cálcico ha dado origen a velos, banderolas o cortinas traslúcidas, también por toda la cavidad, algunas de ellas de tan impresionante tamaño que parecen sábanas colgadas al sol.
Aisladas de cualquier elemento, las estegamitas -conocidas así por su forma parecida a la cresta del 'Stegosaurus'- son espeleotemas bastante infrecuentes. Se forman por capilaridad, creando capas sucesivas que, cuando se desprende una de las mitades, salen a la luz como las líneas de un tronco. Precisamente esta formación, muy singular, se ha revelado muy abundante en la Cueva del Puerto, donde hay muchas de estas formaciones vivas, un asunto que ha despertado el interés de los científicos y que los geólogos de la Universidad de Almería van a investigar.
La cavidad, que se reabre al público el próximo jueves 23, a las 11.30 horas, con un itinerario ampliado para la visita espeleológica, cuenta con una iluminación renovada, a base de leds, que permite apreciar mejor las impresionantes formaciones de la cueva, además de suponer una reducción del consumo eléctrico y una mejora para las condiciones de conservación. De hecho, parte de la superficie de algunas zonas, como la oreja de la foto, padecían el mal verde -compleja comunidad de organismos fototróficos, principalmente algas y cianobacterias, que degradan la piedra que colonizan- y su limpieza con medios mecánicos no erosivos y el cambio de iluminación permitirán acabar con él.
La riqueza geológica de la Cueva del Puerto es inmensa. De hecho, el prolongado periodo de formación ha favorecido la existencia de espeleotemas en los que se combinan estalactitas con coraloides y excéntricas o, como en este caso, una colada con cortinas cuya superficie está cubierta por microgours -represamientos escalonados por el flujo de agua en pendientes-.
En la Sala de las Raíces, impresionan las estalacticas, coloreadas por los minerales que el agua arrastra desde la superficie al interior, cubiertas también por enormes velos que les dan la apariencia de raíces. Algunas de ellas, como las que se ven en la imagen, son estalactitas que, resistiéndose a la fuerza de la gravedad, crecen en los tubos de origen hipogénico en dirección ascendente e impulsadas por las corrientes de aire del interior de la Cueva del Puerto hasta parecer plantas.
Los minerales luminiscentes, una rareza geológica -solo el 15% tienen esta cualidad, 200 se han identificado en todo el mundo- constituyen otro de los nuevos atractivos de la impresionante Cueva del Puerto. Casi al final del recorrido turístico, de entorno a una hora de duración y algo menos de 1 kilómetro de longitud en sentido ascendente, en la Sala de La Medusa, la nueva gestora de la cueva (la UTE Tecminsa - Qalat) ha instalado una zona expositiva en la que los visitantes pueden ver minerales fluorescentes y fosforescentes de todo el mundo y cómo cambian sus tonos grises y blanquecinos de escaso atractivo por llamativos y chillones colores rojos, verdes, amarillos, naranjas, rosados, morados y azules bajo la luz ultravioleta de onda corta y larga.
Esta exposición se complementará pronto con un Museo Geológico que mostrará algunas de sus piezas más valiosas durante el itinerario subterráneo: ya hay colocado un diente fósil de mamut y las siguientes piezas serán un diente de 'Spinosaurio' (dinosaurio carnívoro de Marruecos), un meteorito, una colección de piedras preciosas y esperan contar con una réplica del lince de las cavernas encontrado en los años 70 en la Cueva del Puerto y que custodia la Universidad de Valencia. El museo, avanzan los gestores, se complementará con una colección de más de 1.500 piezas de minerales, rocas y fósiles que se expondrá en el Complejo Cueva del Puerto, un edificio que acoge un salón de actos, el centro de acogida de visitantes, una cafetería, la tienda de souvenirs, oficinas, aparcamientos y vestuario para los espeleólogos.
La Cueva del Puerto, en permanente exploración, no deja de revelar sorpresas y datos de interés para la ciencia. Ahora, para ampliar el itinerario espeleológico, que se prolonga a lo largo de 2 kilómetros y durante dos horas y media sin iluminación general ni escaleras o pasarelas, se acaba de ampliar el recorrido por una zona nueva en la que, además de ir iluminados con frontales y de tener que arrastrarse en algunos tramos, se pueden admirar interesantes espeleotemas en salas hasta ahora no visitables. Precisamente este itinerario será el que seguirán los participantes de la Liga Ibérica de Senderismo 2023, que han incluido en su calendario la prueba Vuelta a la Sierra del Puerto y Cueva del Puerto, con parte de su recorrido subterráneo, previsto para el 23 de septiembre próximo.
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