Dudas en el adiós de las clarisas
El traslado de las religiosas a Elche abre la puerta a que el monasterio sea ocupado por una asociación católica o se destine a una residencia geriátrica
JOSÉ LUIS PIÑERO
Domingo, 22 de diciembre 2019, 08:00
Los vecinos de Mula llenaron ayer el monasterio de la Encarnación para mostrar su cariño a las hermanas clarisas. Allí, el obispo auxiliar de la Diócesis de Cartagena, Sebastián Chico Martínez, ofició una emotiva misa de despedida. Tras el acto, muchos de los muleños expresaron su preocupación por el futuro incierto de este edificio. Fuentes municipales confirmaron que el inmueble no quedará abandonado y que podría albergar otra orden religiosa o utilizarse como un gran centro cultural, una residencia geriátrica e incluso una hospedería.
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Una asociación católica ya se ha interesado por el convento. Se trata de los Heraldos del Evangelio, cuya familia espiritual está formada por la Asociación Internacional Heraldos del Evangelio, la Sociedad de Vida Apostólica Femenina Regina Virginum, y la Sociedad de Vida Apostólica Clerical Virgo Flos Carmeli. Sin embargo, el destino del inmueble aún está en el aire.
De momento solo se conoce la decisión del obispo Lorca Planes que garantizó al alcalde de Mula, Juan Jesús Moreno, la celebración de culto en el templo del Real Monasterio de la Encarnación, así como la continuidad de las capillas de la Santa Espina y del Señor de la Escalera, además del mantenimiento de la sede de la Cofradía de Jesús Resucitado, ubicada en el citado convento.
Tras la intención de la Orden de clausurar el edificio, el Ayuntamiento envió una carta dirigida al Papa Francisco manifestando la voluntad de los vecinos de evitar el cierre del inmueble. Desde el Vaticano expusieron que iban a estudiar la situación, pero finalmente las dos monjas que quedan se marchan a Elche.
Ahora, la marcha de las monjas también acarrea un problema. Con ellas, las hermanas se llevan la mayoría de los bienes culturales (pinturas, esculturas...) que guardaban en el convento y que forman parte del monasterio, declarado BIC, por lo que la Dirección General de Bienes Culturales ha intervenido por el incierto futuro patrimonial de una decena de piezas que forman parte de este edificio histórico.
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Dos infracciones graves
En dicha intervención, las monjas confesaron haber trasladado, «por cuestiones de seguridad», piezas del patrimonio al convento de las clarisas de Elche, ya que es el lugar al que van destinadas las dos hermanas que forman la comunidad de Mula. Las dos religiosas fueron requeridas por Cultura por haber ocasionado dos infracciones graves, como son trasladar las piezas del convento sin previo aviso ni información a la Comunidad y, además, llevarlas a una región diferente. Sin embargo, fuentes de la Consejería aseguraron a LA VERDAD que «las piezas serán devueltas. Hemos hablado con las hermanas y no hay ningún problema».
El Ayuntamiento mostró ayer su pesar y el «sentimiento de pérdida» que Mula sentirá con la ausencia de las hermanas clarisas del Real Monasterio de la Encarnación. «El convento, a lo largo de sus más de 300 años de vida, ha compartido con los muleños momentos clave de la historia. Las clarisas son una orden religiosa muy querida y apoyada por los ciudadanos, que siempre han estado junto a las hermanas», apuntó el alcalde.
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Prueba de ese cariño es «el grandísimo apoyo que el pueblo mostró a la orden religiosa tras la Guerra Civil, volcándose a través de donaciones particulares y ayudas económicas». A lo largo de estos tres siglos y medio, las monjas solo tuvieron que abandonar el convento una vez. Fue el 25 de julio de 1936, cuando las quince religiosas de entonces, por orden de los ocupantes, dejaron la clausura. En aquel momento fueron cacheadas, y se les prohibió que se llevaran cualquier objeto. Sin embargo, los milicianos no encontraron la Santa Espina de la corona de Jesús, que la llevaba sor María Jesús Dato entre sus ropas.
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