¿Van a desaparecer las cabinas de la región?
Un decreto del Ministerio obliga a Telefónica a mantenerlas hasta que finalice 2018, pero la recomendación de la Comisión Europea de sacarlas de los servicios universales hace que su futuro sea cada vez más incierto
Las cabinas telefónicas son una especie en peligro de extinción. En la Región de Murcia ya solo quedan 603 y es difícil ver a alguien usándolas. Cerca de la mitad de ellas no cursan una sola llamada, según los datos de Telefónica. En los últimos años su número ha sufrido una drástica reducción, pasando de las 55.000 que llegaron a poblar España en 1999, año en que alcanzaron su máximo, hasta las poco más de 18.000 existentes en la actualidad. Son los últimos vestigios de una era distinta en el ámbito de las telecomunicaciones, cuando los teléfonos móviles aún no habían alcanzado la categoría de imprescindibles. El Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital sigue resistiéndose a dejarlas morir, pero su futuro es cada vez más incierto. De hecho, podrían haber desaparecido ya si no fuera por las reticencias del Gobierno, que se ha negado a sacarlas del Servicio Universal de Telecomunicaciones, un conjunto de prestaciones mínimas que, desde la liberalización del mercado de las telecomunicaciones en 2003, debe asumir Telefónica cuando no hay ninguna empresa dispuesta.
Entre estos servicios esenciales de las telecomunicaciones se encuentran, entre otros, la conexión a internet de banda ancha a una velocidad mínima de 1 Mbps, el teléfono fijo y, por el momento, también las cabinas, que sobreviven prórroga tras prórroga pese a las quejas de Telefónica, que insiste en su escasa rentabilidad por la ausencia de clientes.
El año pasado, el Ministerio extendió la existencia de las cabinas a todo 2017, e incluyó una cláusula que permitía ampliar la decisión para 2018. Inicialmente, el servicio fue sacado a concurso, pero la convocatoria quedó desierta. De este modo, Telefónica tuvo que seguir haciéndose cargo de su mantenimiento y, este pasado miércoles, el Boletín Oficial del Estado publicó el decreto que confirma una nueva prórroga para la vida de las cabinas cuya vigencia finalizará el próximo 31 de diciembre.
Telefónica recuerda que "la escasa demanda por parte de los usuarios” de las cabinas “encarece notablemente los costes de prestación del servicio”. Concretamente, el uso promedio de cada teléfono es de 1,37 llamadas al día, según los últimos datos.
La compañía insiste en que "otros países como Francia y Bélgica ya han procedido a eliminar la obligación de proveer el servicio de cabinas en el marco del servicio universal, incluso con niveles de utilización superiores a los existentes en España".
La Comisión Europea en su propuesta de revisión del marco regulatorio ha considerado que supone una obligación obsoleta y ha recomendado a los estados miembros su eliminación.
Tanto la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), como la propia Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, reconocen esta circunstancia y está prevista la modificación del régimen del servicio universal para su erradicación definitiva, por lo que todo apunta a que este podría ser el último año de las cabinas, mientras Telefónica aguarda la modificación del marco normativo nacional o comunitario.
¿Desaparición o transformación?
La naturaleza anacrónica de las cabinas en la sociedad actual ha llevado a Telefónica a estudiar nuevas formas de rentabilizar su existencia. La compañía ha creado un prototipo en busca de nuevos usos más acordes a las demandas de los ciudadanos de hoy. El proyecto piloto, que puede verse en los centros de innovación de Telefónica en Madrid, Barcelona y Valencia, se llama 'Spot Street’. El concepto podría adelantar el aspecto de las cabinas del futuro. Lo primero que sorprenderá a los usuarios es la sustitución del clásico teléfono por una gran pantalla táctil que actuaría como punto de información turística digital. Además, el prototipo cuenta también con un punto de carga para teléfonos móviles. Y quizá sea esa la última oportunidad de volver a ver colas esperando para utilizar una.