Noemí Muñoz de Arcos, legado pimentonero para guiar a las empresarias

Su visión es clara. Quiere dirigir el grupo para ayudar a otras mujeres a llevar a cabo sus proyectos profesionales y que se sientan acompañadas. El liderazgo de las mujeres emprendedoras murcianas depende ahora de ella. Noemí Muñoz de Arcos (Cabezo de Torres, 1978), nueva presidenta de la Organización de Mujeres Empresarias y Profesionales (OMEP) de la Región de Murcia, siempre quiso andar su propio camino. Ahora toma las riendas de la patronal con más de un centenar de emprendedoras asociadas. Hija de murciano y cordobesa, es de espíritu aventurero e inconformista. Le apasionan las dinámicas de grupo y piensa que las mejores ideas e iniciativas nacen del trabajo en equipo, de hablar mucho y «hacer piña».

Uno de los puntos que contempla el plan de acción que seguirá la organización bajo su presidencia es el continuo aprendizaje, que va en la línea de la importancia que sus padres le inculcaron por la formación académica. Empezó Química en la Universidad de Murcia (UMU), no por vocación, pero sí porque una profesora de la citada materia la retó «mucho» en su último año de Curso de Orientación Universitaria (COU) y la pasión que los desafíos despiertan en ella la hicieron lanzarse a la aventura. Entre los pasillos de la Facultad de Química de la UMU descubrió que le encantaba la química aplicada al mundo de la alimentación y, cuando terminó la licenciatura comenzó, Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la misma institución. Fue entonces cuando su padre, Manuel Muñoz, «que era y es un hombre muy cuco y muy listo», le puso una condición para seguir pagando sus estudios: trabajar en Muñoz y Pujante, la empresa familiar. Ella tenía claro que quería volar y escribir su historia al margen del negocio que habían dirigido anteriormente su abuelo y su padre y no contempló la opción como el fin, sino como el medio para continuar estudiando. Llegó a su primera experiencia laboral, en la empresa del también pimentonero Juan Albarracín, a través de una oferta que encontró en un diario de este periódico.

Sin embargo, la enfermedad de su madre cambió el rumbo de sus planes y decidió volver a «casa» para ponerse al frente de la empresa pimentonera. «A veces uno va tomando decisiones y la vida decide por ti». No fue un camino fácil, además se juntó con el estallido de la crisis de 2008 y en aquel momento sintió que no estaba preparada para dejar de ser técnico y convertirse en empresaria. Ahora Muñoz de Arcos recuerda aquel momento como un aprendizaje que la obligó a sacar lo mejor de sí misma y está orgullosa de su trayectoria.

Durante años, sobre todo los primeros, fue la única mujer en reuniones de carácter empresarial y sintió en algunos momentos miradas condescendientes e incluso que había personas a las que no le gustaba su presencia. Le alegra que esa sensación y esa dinámica haya desaparecido gracias a la evolución de la mirada del hombre, de las mujeres y de la suya propia. «Las reuniones ahora son de tú a tú, al mismo nivel», y poco a poco, más mujeres van ocupando huecos en cargos de importancia donde hace años era impensable.

Los horarios ya no son compatibles pero fue carnavalera en la tierra que la vio crecer. En su grupo se dio cuenta de lo importante que son las relaciones sanas entre mujeres y lo que pueden llegar a conseguir. Su infancia, a caballo entre Murcia y Córdoba motivó desde bien pequeña su pasión por viajar, descubrir e investigar todo aquello que le llame la atención. Ella y sus dos hermanos, Aída y Manuel, tienen muy presente el sentido y la importancia de la familia. Su gran descubrimiento en la vida adulta ha sido la pasión por los animales. No tuvo mascotas de niña, pero está «absolutamente enamorada» de sus perros y de su gata.

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