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Beneficiarios de viviendas sociales, en el salón de actos de Urbanismo. Vicente Vicens / AGM

Familias en riesgo de exclusión: «Tener lo básico, que es una vivienda, es un cambio muy grande»

Beneficiarios del Programa Pares relatan cómo han cambiado sus vidas desde que recibieron un hogar social. Quienes están a punto de recibirlo sueñan con ese cambio: «Vivo con cinco niños en una casa sin puertas ni ventanas»

Martes, 23 de enero 2024

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«Ha sido la luz de mi vida», cuenta R., una de las 49 beneficiarias (en seis años) del Programa Pares, de acompañamiento y realojo de familias en riesgo de exclusión en la Región de Murcia, que funciona desde 2018-2019. «Yo tenía una nevera en la puerta. Nos íbamos todos a trabajar a la siete de la mañana y regresábamos a altas horas. Un día mi hija fue a hacerse un bocadillo y nos habían quitado todo. La niña compartía habitación con su hermano de 23 años», explica.

Ella vive desde hace cuatro meses en una vivienda social, adquirida por la Comunidad con dinero europeo y en colaboración con el Ayuntamiento de Murcia y está «muy agradecida» a la Asociación Habito, que ha dado seguimiento a su caso durante todo el tiempo que vivió en condiciones extremas y que lo sigue haciendo ahora, cuando ya tiene su hogar. Se trata de una vivienda que le alquila el Ayuntamiento a precios asequibles.

«Hay gente que vive en esa situación y se queda loca. Yo no tengo hijos, imagínate, los que sí tienen», añade A., adjudicataria de una vivienda social desde hace año y medio. Al principio, cuenta, no se lo creía. Le costó hacerse a la idea de que esa casa era suya. Tenía tanto miedo, que preguntaba continuamente a las trabajadoras sociales de Habito si iban a quitársela.

A S., madre de cinco niños, le van a entregar las llaves de su vivienda social en unos días. Es una de las tres familias que la recibirán próximamente. «Vivimos en una casa sin puertas ni ventanas. Pasamos frío y vergüenza, sobre todo, por los niños y sus amigos del colegio», señala.

Los perfiles de los beneficiarios del Programa Pares so dispares. Hay familias con y sin hijos, pero también personas mayores. Es el caso de un matrimonio de 75 años, que recibirá pronto una vivienda social, después de 18 años residiendo en una casa vieja, sin luz, agua, ni calefacción. El marido ha llegado, incluso, a dormir en la calle, buscando a quienes como él, no tenían un techo para pasar las noches más difíciles, las de lluvia y frío intenso. De arroparse con cartones, ahora podrá «vivir como las personas» el tiempo que le «queda de vida».

Como la suya, cada historia es dramática. M., es madre de seis niños y ha vivido con ellos sin agua y sin luz. R., se enteró la semana pasada de que le van a dar una casa y se le entrecorta la voz cuando habla. Se emociona porque ella paga 350 euros de alquiler, no falla nunca y sólo ha conseguido una casa que se está cayendo. «Me ven gitana y no puedo alquilar otra cosa», dice.

Para C., la entrega de una casa pagada con fondos europeos ha sido «un cambio radical, muy grande» para ella y sus hijos. «Tener lo básico, que es una vivienda, es un cambio muy grande».

Lo sabe mejor que nadie, A., que vivió mucho tiempo sin agua y sin luz, en una casa de alquiler. En esas condiciones «tu mente la tienes cerrada. Te metes con el mundo porque estás peleada con el mundo. Si vas a trabajar, muchas veces no te puedes duchar y si te duchas es a cubos. Si vas a hacer un curso, te quedas cortada, de ver a la gente y te dices: »Yo. cómo voy a ir«. Cuando te dan la casa, te sientes relajada. Te sientes bien. Cambias».

Ayudas a quienes más lo necesitan

Todas estas personas han compartido sus historias con el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Murcia, Antonio Navarro, la directora general de Vivienda, María Dolores Gil, la edil de Servicios Sociales, Pilar Torres, y representantes de la Asociación Habito. Entre ellas, su directora, Margarita Romero Hernández, que explicó cómo es el proceso selectivo para la adjudicación de viviendas sociales, que comenzó en 2020 (aunque el Programa Pares empezó en 2018-2019).

«Algunas (familias) llevan pocos meses y todavía están impactadas por ese cambio y todo lo que supone para su desarrollo. Ya venían trabajando, con mucho esfuerzo, porque vivían en una infravivienda, y otros se están formando, otros han encontrado un empleo. Una vez que tienen casa, aparecen otras oportunidades».

A la hora de conceder una vivienda social, se valora el tiempo que llevan las familias viviendo en situaciones extremas y que «tengan mucha voluntad y ganas de superar esas condiciones» y a las que les es imposible acceder a un alquiler o comprar una vivienda libre.

«Son familias que no se han quedado sin casa desde hace poco. Son familias que viven en esa situación de manera cronificada e histórica. Incluso generaciones anteriores nunca han tenido una vivienda digna. La exclusión social y residencial se va heredando también», recalcó.

El Ayuntamiento de Murcia, pionero en el Programa Pares, no es el único en el que se están entregando viviendas sociales a familias desfavorecidas. También se están desarrollando iniciativas similares en Alcantarilla, Mazarrón, Lorca, Puerto Lumbreras, Cartagena, Cieza, Jumilla, Fortuna, San Pedro del Pinatar y Fuente Álamo. Los Servicios Sociales del Consistorio murciano atienden a 20.000 familias (66.000 personas). «Tener una vivienda les va a ayudar a nivel personal. Esto es trabajar por la inclusión social», apuntó Pilar Torres.

Por su parte, la directora general de Vivienda, María Dolores Gil (Vox), destacó que desde que empezó el Programa Pares se han destinado 8 millones de euros a la compra de viviendas sociales en la Región. «Programas como éste ayudan a quienes más lo necesitan», concluyó.

«Ha sido el mejor regalo de mi vida, te hace mejor persona»

A. es de las veteranas entre las adjudicatarias de una vivienda social en el municipio de Murcia. Recibió la suya hace año y medio. «Tener una vivienda es cambiarte tu vida entera. Te hace mejor persona. Sabes convivir mejor con la gente. Estás mejor y con la mente más despejada».

Este es el motivo por el que ella considera que «es importante que se siga luchando» para que todas las familias en situación de exclusión tengan una oportunidad como la que ella ha tenido y lo agradece porque con una «vivienda digna» ir al trabajo, acudir a un curso o llevar a los niños al colegio, se hace más fácil.

«Ha sido el mejor regalo de mi vida. Me hizo soltar el carro (de la compra) que yo llevaba. Cuando me llamaron para decirme que me daban una casa, ni me lo creía: '¿Qué me están diciendo a mí?' Me dieron la llave y me quedé así, pensando, por lo menos un tiempo. Hasta el año y medio no me di cuenta de que en esa casa vivía yo».

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