«¿Por qué tenemos que correr tanto?»
Alberto Soler. Coordinador del Proyecto Mandarache de Cartagena
Hace cálculos Alberto Soler, coordinador del destacado Proyecto Mandarache para el fomento de la lectura entre los jóvenes de Cartagena, y estima que «solo en ... una pequeña parte» de su vida ha asistido a muchas más actividades culturales de las que fue testigo su abuelo a lo largo de toda su existencia: «¿Por qué todos tenemos que correr tanto?, ¿por qué tenemos que hacer tantas cosas y ser tan productivos?».
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Cree Soler que es «raro» hablar de necesidades personales cuando este virus al que hace solo unos meses nadie conocía «se está llevando tantas vidas por delante», pero no puede evitar pensar en que con él se ha impuesto la obligación de parar. Y esa alargada y forzada pausa «la necesitábamos».
«El mensaje que más estoy comunicando a toda la gente que me rodea: a mi familia, a mis compañeros del Proyecto Mandarache, a mis amigos..., es que, por favor, dejen de intentar ser productivos y que no se centren en sumar ansiedad a esta situación, porque, del confinamiento, se puede salir sin haber escrito ese libro de poemas que uno quería, sin haberte sacado el A2 de alemán o sin haber aprendido a hacer humus...». Opina Soler que «habíamos olvidado cómo aburrirnos», algo, añade, «que los niños de nuestra generación, antes de las pantallas, supo muy bien. Entonces tenías toda una tarde por delante en la que no tenías que hacer nada y había que echarle imaginación. El aburrimiento, lo dicen psicólogos y sociólogos, es una parte importantísima e indispensable en nuestro camino a la creatividad y a la felicidad, y por eso tenemos que dejar quieta la mente, saber parar. Veo a la gente, a veces también a mí, demasiado obsesionados con ser productivos. Esta es una situación inédita; deberíamos relajarnos un poquito y aprender a estar con nosotros mismos», señala Soler. Él, cuenta, ha echado el móvil «a un lado» y ha decidido «leer libros gordos». La hiperconexión, confiesa, le genera ansiedad. Le asusta que tras la pandemia vuelva ese ritmo vertiginoso que en las últimas décadas ha caracterizado a las ciudades. «Conociéndonos es probable que suceda, pero también esta es una situación inédita que ha venido para romper las paredes de preguntas que ya no se pueden reconstruir tan fácilmente», argumenta Soler, especialmente preocupado por que esta crisis «se esté cebando con quienes nos trajeron al mundo y construyeron nuestra identidad familiar y nuestra memoria».
Las consecuencias que la Covid-19 pueda imprimir en el Proyecto Mandarache no le inquietan tanto: «Ha paralizado las actividades presenciales y no hemos podido hacer el encuentro que teníamos previsto con [la escritora y última finalista del Premio Mandarache en visitar Cartagena] Tina Vallés, autora de 'La memoria del árbol', por lo que tendremos que organizarlo de forma telemática, pero el Mandarache es un proyecto de 16 años con una estructura muy sólida y puede sortear esta tormenta con muchísima soltura».
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