María José Ros Olivo: «Ciudadanos me hizo creer otra vez en política»

Dicen que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Pero escuchando a María José Ros Olivo (Cartagena, 1976) uno siente que se encuentra ante una fuente inagotable capaz de acabar con la subida del precio de la luz solo con pronunciar tres palabras e introducirlas en el suministro eléctrico, tal es el vigor que se desprende de una conversación con ella. La flamante coordinadora regional de Ciudadanos es también madre de dos retoños, Alma y Sergio. Un nombre, el de la pequeña, muy apropiado. Como si el cordón umbilical hubiera transformado en cuatro letras la entrega de su progenitora. Inmersa en los preparativos de la primera comunión de su hija, exprime cada detalle de su intensa vida con una pasión inevitablemente contagiosa.

No obstante, hubo una época en la que reinaba en su corazón no el entusiasmo, sino el desencanto con la clase política. Fue el surgimiento de la figura de Albert Rivera y la expansión a nivel nacional de Ciudadanos lo que hizo «que me volviera a emocionar y, sobre todo, a creer en un discurso», reconoce María José. Una ideología que por fin le resultaba coherente fue el detonante de que decidiera acercarse a la sede de la formación naranja en Murcia. Sin embargo, se encontró con la puerta cerrada a cal y canto. Quizá otro se hubiera rendido, pero no esta cartagenera que tiene la constancia como enseña. Llevando la contraria al refrán, a la segunda fue la vencida y consiguió afiliarse al partido que la había reenganchado al mundo. Ahora reconoce que está preparada para afrontar cualquier reto que se le ponga por delante a un partido que, según ella, «oxigena la política», a pesar de que «tenemos que dar más explicaciones que el resto porque los discursos vacíos suelen tener una mejor acogida entre los votantes».

Antes de iniciar su andadura política, estudió Arquitectura Técnica en Alicante para, más tarde, afrontar la carrera de Arquitectura Superior. De allí salió con dos nuevos e inseparables compañeros: la tenacidad y su actual marido, también arquitecto. Con respecto a la primera, explica que «cuando llevas meses e incluso años con un proyecto de un cliente y, finalmente, no sale, hay que volver a intentarlo y disfrutar del camino», lo cual ha aplicado en cada momento de su vida. Y del segundo solo tiene palabras de agradecimiento: «Me ayuda mucho con los niños y me ha apoyado en cada decisión –política y no política– que he tomado, su respaldo me ha dado siempre fuerzas», reconoce endulzando levemente la voz.

Aunque siempre ha sido «muy deportista», confiesa que ahora apenas tiene tiempo para hacer atletismo o jugar al baloncesto, dos de sus disciplinas favoritas. El poco tiempo libre del que dispone disfruta compartiéndolo con su familia. «Aparte de mis hijos, a los que siempre querría dedicar más horas, trato de visitar una vez por semana a mis padres en Cartagena». Puede que parte de la culpa la tenga su madre, que hace unos arroces «imposibles de imitar; hasta mis hijos prefieren los suyos a los míos». A pesar de que confiesa haber intentado copiar la receta paso a paso en alguna ocasión, admite que «me he rendido porque no me sale igual».

Cuando sus oídos descansan de mítines y ruedas de prensa, a la coordinadora de Ciudadanos le gusta escuchar a los grupos murcianos Second y Viva Suecia. Incluso fue a un concierto de estos últimos en Alicante, aunque «me he quedado sin entradas para el de Murcia», se lamenta. Pero, sobre todo, disfruta del silencio y la tranquilidad cuando llega a casa tras una larga jornada y «pongo el modo 'off'». Aunque, con su energía y vitalidad, cuesta imaginarse a María José desconectando del todo de la realidad. Resulta más fácil hacerlo como si se tratara de uno de los faros de su Cartagena natal, de los que tan buen recuerdo guarda de su infancia: iluminando la oscuridad permanentemente para guiar a todo aquel que quiera dirigirse a un puerto color naranja.

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