Una maravilla. El magnífico órgano que aún hoy adorna la Catedral de Murcia, en su época considerado la máquina musical más avanzada de todo el mundo.
La Murcia que no vemos

El órgano que cautivó en Murcia a Hans Christian Andersen

Fue en su época el más famoso del mundo y se conserva en la Catedral

Domingo, 12 de noviembre 2023, 07:33

Aquella fría madrugada de febrero, cuando nadie lo esperaba, comenzaron a repicar las campanas de la Catedral. Eran entonces una suerte de redes sociales que ... igual advertían de riadas que de epidemias y, en este caso, del terrible incendio que devoraba el primer templo de la Diócesis de Cartagena.

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Solo le faltaba eso a una Región diezmada por el cólera y una pertinaz sequía que, durante tres años, había causado hambre y miseria. Catástrofe acrecentada por una epidemia de langosta. Una coplilla popular inmortalizó el suceso: «Del día 3 de febrero memoria nos quedará, a las doce de la noche se quemó la Catedral». El incendio causó la pérdida de no poco patrimonio: el retablo del altar mayor, la sillería del coro, la puerta de los Apóstoles y cuantos legajos había en la sacristía. Sin olvidar los dos órganos.

Los trabajos de restauración comenzaron de inmediato. Por suerte, gobernaba la Diócesis un obispo de voluntad inquebrantable: Mariano Barrio, quien también recuperó la parroquia de San Andrés y llegaría a cardenal. En seis meses dispuso del dinero necesario para culminar la obra. Y no menos exitosa fue la campaña que impulsó en toda España para recaudar fondos.

La reina Isabel II donaría la sillería del coro del convento de San Martín de Valdeiglesias, así como no poca ayuda para un retablo mayor. Incluso se reutilizó la plata de los candelabros fundidos por el fuego para la arqueta que contenía los restos del rey Alfonso X.

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De aquella campaña para recuperar el esplendor del templo destacó la adquisición de un nuevo órgano. Veinticinco mil napoleones costaría. Y no lo construiría cualquiera.

El decidido obispo Mariano Barrio y el gran organista Merklin.

Dieciocho metros de altura

El avispado obispo pidió consejo al músico Hilarión Eslava sobre quién debía realizar la obra. La respuesta fue el taller Merklin-Schütze. Aquello le costó no pocas críticas en Murcia, pues pocos entendían que se encargara fuera de España, cuando aquí se gozaba de una contrastada tradición en esas lides.

Sería una pieza firmada por Joseph Merklin y que, con sus casi cuatro mil tubos y trompetas, daría fama mundial a Murcia y a los artesanos que lo construyeron tras considerarlo el mayor logro de la ingeniería de su tiempo. De su tiempo.

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De hecho, rivalizó con los órganos de la Catedral de Notre Dame parisina. Por apuntar un ejemplo, sus registros equivalen, según algún autor antiguo, a 64 o 71 instrumentos e igual puede acompañar una solemne celebración que un sencillo coro de colegiales. Lo cierto es que atesora 63 juegos, cuatro teclados de 56 notas y un pedalero de 30.

Para hacernos una idea rápida, el instrumento confeccionado en roble tiene 18 metros de altura, lo que equivale a un edificio de seis plantas, por otros 10 metros de base y casi cinco de fondo. Una espléndida mole musical. El genial músico murciano Julián Calvo describió la pieza en su obra fechada en 1891 'Reseña del gran órgano de la Santa Iglesia Catedral de Cartagena'.

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El periodista Serafín Alonso sostenía en una crónica del diario 'Línea' de 1965 que de esos registros destacaba uno. Lo llamaban «voz celeste» pues ofrecía la sensación de estar escuchando «un timbre cálido, entre humano y divino».

Eslava publicó este artículo el 18 de julio de 1857.

Merklin, alemán de nacimiento y con talleres en Bélgica y Francia, calculó, sin equivocarse, que tardaría años en culminar su obra, sin contar que cada pieza debía trasladarse a Murcia por aquellos intransitables caminos de la época. Así que decidieron que llegara en barco por el puerto de Cartagena.

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El 'Boletín Oficial de la Provincia' daría cuenta, el 9 de febrero de 1857, de la llegada a Cartagena del bergantín 'Virgen del Escapulario' procedente de Amberes y que transportaba «el órgano de la Catedral de Murcia». Una vez instalado en el coro, el obispo Barrio ordenó que se comprobara si los fabricantes habían cumplido el contrato. Tal menester lo desempeñó, como resulta lógico, Hilarión Eslava, quien concluyó que el trabajo era magnífico.

Lo que el maestro organero Merklin silenció fue su capacidad de negociante. Tan espléndido era el órgano que decidió hacer un dossier del mismo para venderlo, por vez primera en la historia, a través de catálogo. Tres años después del incendio quedó terminada la instalación. Tanta admiración causó que en la Exposición Universal de París se expuso una réplica a escala. El rey Leopoldo de Bélgica y el emperador Napoleón II habían seguido de cerca el progreso de los trabajos. Isabel II viajó a Murcia para la inauguración celebrada el 8 de julio de 1857. Al acto acudió Eslava, que dirigió la ceremonia musical acompañado por Julián Calvo.

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El maestro organista de la Catedral de Santiago de Compostela llegó a Murcia para conocer aquel prodigo de la ciencia. Y concluyó que «las partes de su complicado mecanismo» eran algo «todo nuevo en España». Y en el mundo.

En 1911 fue restaurado por otro célebre maestro, Aquilino Amezúa, quien además actualizó la pieza con una máquina neumática, otro logro en la época. ¿En qué consistió el avance? Fácil: aplicar energía eléctrica a sus fuelles que hasta entonces se movían a mano. Dos millones de pesetas costaría otra puesta a punto en 1979.

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Era el mejor órgano del mundo. Aún lo sería en 1930, cuando José Ballester, en la 'Guía de Murcia' que editó para toda España Espasa Calpe, aseguraba cómo, «a pesar de lo que ha progresado la técnica desde entonces, sigue siendo uno de los mejores de España». Con el paso de los años el instrumento se degradó. Hasta que el prestigioso organero francés Jean Daldoso, en 2008, devolvió a la pieza su esplendor. De nuevo, los tubos y la mecánica viajaron desde Murcia a su taller galo de Gimont, cerca de Toulous, para someterse a un delicado proceso de restauración.

El órgano fue en su época el primero monumental romántico instalado en España y supuso para Merklin una espléndida tarjeta de presentación. De hecho, aquel encargo lo convirtió en el más reputado organero europeo, creando incluso escuela y confeccionando piezas para todo el mundo.

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Un documental

Poco tiempo después, un célebre turista escribiría sobre el instrumento. Fueron solo unas líneas, pero del gran Hans Christian Andersen. En su obra 'Viaje por España' señaló que «vivíamos en la plaza, justamente detrás de la magnífica catedral; hasta nosotros llegaban la música del órgano y los cánticos gregorianos». Lo demás era silencio, contaba.

Eso, silencio. Triste silencio musical el que los murcianos mantenemos a pesar de atesorar tan mundial pieza histórica. Menos mal que en poco tiempo, otro ilustre murciano, José Egea, presentará un documental sobre ese instrumento que la historia silencia, como tantas cosas en esta bendita tierra, desde hace demasiado tiempo. Atentos a sus pantallas.

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