«Esta Nochebuena resulta la más templada de todo el invierno»
La Murcia que no vemos ·
Los murcianos de hace un siglo justo también tiraban la casa por la ventana cuando llegaba esta nocheHoy hace un siglo justo, miles de murcianos tomaban las calles para disfrutar del buen tiempo, inusual tanto en aquellas fechas como en las actuales. ... Si se auguraba una noche buena en cuanto al clima, no menos lo fue siempre su mañana en lo tocante a las relaciones sociales. Porque durante generaciones fue el amanecer de este día 24 de diciembre un estruendo de vida, colorido y murcianismo.
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La razón es evidente: el gran mercado que se organizaba junto al Ayuntamiento de la capital atraía «a un gran número de huertanos que daban un aspecto pintoresco a la población», advertía LA VERDAD hace un siglo. Pintoresco e indispensable para que miles de 'churubitos' organizaran sus banquetes navideños.
Mercado cuya celebración, por cierto, fue concedida en 1266 a la ciudad para cada jueves del año. Llegando Navidad, esa cita comercial se podía alargar más días, hasta la misma mañana de Nochebuena, cuando no pocos rezagados ultimaban sus compras. La estrella era el pavo, cuyos precios algún año eran prohibitivos.
El mercado de los jueves se extendía varios días para atraer a los parroquianos
La multitud de vendedores en aquel año de 1923 provocó algún problema de movilidad en los tranvías. Se prohibió que los huertanos subieran a ellos con sus mercancías, aunque las llevaran en cestas. Las críticas alcanzaron los diarios locales, sin mayor trascendencia. El redactor de LA VERDAD, curiosamente, no logró averiguar quién había ordenado tan extraña prohibición. O, al menos, eso reconoció en su crónica. Ahí quedó la cosa.
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Las compras de última hora se extendían bien entrada la tarde. Las calles céntricas de Trapería y Platería bullían de gentes que llenaban los comercios «de turrones y productos de pascuas y tiendas de comestibles», continuaba el rotativo. Así podrían resumirse los artículos más demandados: pavo, turrón, tortas, cascaruja y licores.
Los parroquianos abarrotaron las iglesias para las Misas de Gallo. A ello contribuyó «la esplendidez de la noche, una de las más templadas de este invierno». Al respecto, el diario 'El Tiempo' añadía que el sol que lució toda la mañana y tarde y «caldeó el ambiente».
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No hubo que lamentar «escándalos ni pendencias callejeras». Ni tampoco, dos días antes, se pudo celebrar el Gordo de la lotería. No tocó ni un céntimo. Aunque al año siguiente, en 1924, Lorca sí sería agraciada. Lo repartió el dueño del Hotel Comercio, Joaquín Molner, quien un par de días antes cedió una participación de su número a un amigo «a cambio de una copa de champagne». Quince mil duros le costó la broma.
Delicioso surtido
El afamado Horno de la Fuensanta, gracias al anunció que publicó en LA VERDAD, nos legó un completo catálogo de los dulces que antaño consumían nuestros antepasados. Eran, como rezaba el reclamo, las «golosinas de Pascua», que así se llamó siempre en Murcia a la Navidad. En la lista se incluían los rollos de Santa Clara y de yema, «mantecaditos de Astorga, ombligos de Reina, carne de membrillo, polvorones sevillanos, meladas». Más murcianos eran los mantecados, de avellana o vino, naranja o «del país». Y las tortas de Pascua caseras o abrillantadas, que igual eran las que hoy conocemos como tortas de recao. Por último, una variedad de turrones: de Alicante, Jijona, belgas... Las gentes también se lanzaban al consumismo en estos días. Si sus bolsillos se lo permitían, claro. Para eso mantenía Joaquín Cerdá sus almacenes La Alegría de la Huerta, una especie de gran superficie comercial cuyo extraño lema era: «Venta máxima, utilidad mínima».
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Los políticos andaban enfrascados en exigir al Gobierno la construcción de los pantanos del Taibilla y la Fuensanta. Y el Real Murcia vencía, jugando un partido a las tres de la tarde del 23 de diciembre y en el estadio de la Torre de la Marquesa, al Unión Sporting de Madrid.
Las murcianas podían elegir entre el jabón Peca Pura que, de usarlo, «marido enseguida hallarás». O el agua oriental, mano de santo para que los pechos adquirieran «gran desarrollo, tersura y belleza incomparable». Ellos, por otro lado, podían acabar con sus canas aplicándose las populares 'Gotas griegas'.
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«De viejo detestable»
El anuncio de LA VERDAD incluso recogía el testimonio de un usuario: «De viejo detestable me volví joven, hasta el extremo de dislocar a las muchachas apenas me veían». Digno sería de ver el pelo de este sujeto. Estos potingues, como mil más, podían adquirirse en la tienda que Paco Amorós mantuvo por años en la Platería.
La denominada temporada de Pascua llegaba a los teatros murcianos. En el Romea estrenaba Paco Alarcón, mientras que el Ortiz acogía la obra 'Dora la Cordobesita'. En el Teatro Circo y el Media Luna Cinema se proyectaban distintas películas desde las siete de la tarde.
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Los periodistas murcianos, entretanto, disfrutaban de una de las pocas jornadas sin trabajo del año. Este mismo diario, allá por 1923, anunciaba el día 25 de diciembre que no habría edición al día siguiente «en homenaje a la extraordinaria solemnidad del día de hoy y con objeto de promocionar descanso a nuestros operarios». Lo mismo que sucederá mañana pues los tiempos, en algunas cuestiones, más que cambiar solo se actualizan.
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