Una investigadora del IMIB, ayer en uno de los laboratorios del edificio que alberga al instituto, junto al Hospital Virgen de la Arrixaca.

Guillén abre la puerta a reformar el instituto biosanitario para evitar su estancamiento

Investigadores del IMIB cuestionan su actual estructura y los obstáculos burocráticos

Javier Pérez Parra

Lunes, 19 de septiembre 2016, 12:44

La consejera de Sanidad, Encarna Guillén, ha abierto la puerta a una reforma del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) ante las advertencias de algunos de los científicos más relevantes, que observan con preocupación cómo los obstáculos burocráticos y la actual estructura administrativa pueden conducir a un estancamiento del centro, nacido en 2011 con el objetivo de impulsar la investigación biomédica en la Región.

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  • ¿Qué es el IMIB?

  • El Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) es un centro que aúna la ciencia básica y la investigación aplicada desarrollada en la Región. El IMIB está sostenido por la Comunidad y la Universidad de Murcia, y desde 2014 está acreditado por el Instituto de Salud Carlos III, principal organismo estatal financiador de la ciencia en España.

  • Los grupos de investigación

  • Más de 600 profesionales están vinculados al IMIB. El organismo cuenta con 43 grupos de investigación que desarrollan 140 proyectos de excelencia.

  • El LAIB

  • El Laboratorio de Investigación Biosanitaria (LAIB) es la sede del IMIB. El edificio dispone de 7.000 metros cuadrados, con laboratorios, equipamientos de última generación y despachos departamentales de la UMU. El LAIB está situado en el campus de la salud, junto al Hospital Virgen de La Arrixaca.

Guillén presidió ayer la primera reunión de la comisión encargada de elaborar el Plan de Investigación Biosanitaria 2020, con el futuro del IMIB encima de la mesa. En declaraciones a los medios, la consejera explicó que «las realidades son siempre cambiantes» y que «se puede abrir una reflexión sobre las estructuras jurídicas» de la institución. Ya se ha constituido, de hecho, un grupo de trabajo «muy abierto» para analizar esos posibles cambios. El IMIB consiguió en 2014 ser acreditado por el Instituto de Salud Carlos III, un gran éxito que le permitió acceder a la primera división de la ciencia española. Más de 40 grupos de investigación trabajan desde entonces en 140 proyectos de excelencia bajo la dirección del catedrático Pascual Parrilla.

El reconocimiento a este logro es unánime, pero ni el camino ha sido fácil ni el futuro está asegurado. Buena parte de los investigadores cuestionan que el IMIB no sea un organismo autónomo, sino un apéndice de la Fundación para la Formación e Investigación Biosanitaria (FFIS), dependiente de la Consejería de Sanidad. Ese estatus jurídico casa mal, de acuerdo a la visión de estos científicos, con el hecho de que el IMIB sea un proyecto compartido por la Comunidad y la Universidad de Murcia, que no solo tiene en nómina a los principales líderes del instituto sino que acoge físicamente al IMIB en el Laboratorio de Investigación Biosanitaria (LAIB), un edificio de más de 7.000 metros cuadrados construido junto al Hospital Virgen de la Arrixaca.

Dentro del IMIB muchos ven a la FFIS como un obstáculo, un ente burocrático que destina buena parte de su presupuesto no a la investigación, sino al mantenimiento de su propia estructura. Se critica también la «rigidez» en los procesos administrativos y la «duplicidad» o «bicefalia» entre la FFIS y la UMU. Según estas fuentes, la universidad cuenta con equipos de gestión más potentes y con más experiencia en la redacción de proyectos para su presentación ante concursos competitivos del Instituto de Salud Carlos III o de otros organismos, en los que está en juego la financiación.

Las críticas internas salieron a la luz pública el año pasado, cuando el hasta entonces subdirector científico del IMIB, Salvador Martínez, presentó su dimisión tras denunciar, en una entrevista en 'La Verdad', que el instituto se encontraba ante «un callejón sin salida» por la precariedad laboral de decenas de investigadores, la falta de apoyo del Gobierno regional y la propia definición del centro.

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«El problema es que el IMIB no nació con su propia administración, como el resto de institutos similares en España, sino dependiente de la FFIS», señaló. El portazo de Salvador Martínez fue un duro mazazo para la institución, que perdió a una de sus figuras más relevantes. El investigador es ahora director del Instituto de Neurociencias de Alicante, uno de los centros más prestigiosos del país en su campo.

Pero Martínez no fue el primer subdirector en dimitir. Antes que él ya había dado un paso atrás, aunque sin que trascendiese, el catedrático de la UMU Vicente Vicente, jefe del servicio de Oncohematología del Morales Meseguer. No obstante, Vicente Vicente sigue implicado en el proyecto del IMIB y lidera uno de los grupos de investigación más potentes con que cuenta el instituto.

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Permeable a las críticas

Quien también ha estado ligada al IMIB, hasta su nombramiento al frente de la Consejería de Sanidad, es Encarna Guillén. Como jefa de la Unidad de Genética Médica de La Arrixaca, lideró varios proyectos de investigación en enfermedades raras. La consejera se ha mostrado en privado receptiva ante la preocupación de los profesionales, y ayer lo hizo en público, avanzando que se pondrán encima de la mesa todas las posibilidades. «Cuando se creó el IMIB, el objetivo era cumplir con los criterios para la acreditación por parte del Instituto Carlos III, y la FFIS fue fundamental para ese logro», explicó. La Fundación, insistió, ha supuesto «una aportación muy positiva» para el gran proyecto de investigación que es el IMIB. Ahora, se abre un periodo de reflexión para adecuar el instituto a los retos del futuro, añadió.

La consejera no concretó si es partidaria de dotar o no de personalidad jurídica propia al instituto de investigación, pero con sus palabras sí dejó claro que, como mínimo, se intentará mejorar la coordinación entre todos los organismos implicados en el IMIB. La Universidad de Murcia aplaude esa voluntad de mejora. «Desde hace meses estamos trabajando en la adaptación del convenio con el que nació el IMIB, en 2011», confirma José María Abellán, vicerrector de Economía, Sostenibilidad y Ciencias de la Salud. «El objetivo es clarificar ciertos aspectos que en 2011 quedaron difusos, pero de momento no se ha planteado en ese grupo de trabajo el posible cambio en el estatus jurídico del instituto», aclara Abellán.

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En plena época de ajustes

La acreditación del IMIB en 2014 fue todo un logro del equipo que capitanea Pascual Parrilla, sobre todo teniendo en cuenta que el proyecto salió adelante en mitad de la crisis económica y con unos presupuestos públicos famélicos, ajustados al máximo. La financiación a través del Instituto Carlos III se ha reducido, y la ciencia ha sufrido en España una sangría de la que todavía no se ha recuperado. A ello se suma que tampoco es el mejor momento para conseguir fondos privados, si bien la Comunidad tiene preparada una Ley de Mecenazgo con el objetivo de incentivar la implicación del sector privado.

Todo ello hace del futuro algo incierto. La acreditación del IMIB no es, además, permanente, sino que será sometida a auditorías periódicas muy exigentes. El director del Carlos III, Jesús Fernández, instó a los científicos del IMIB, durante una visita a las instalaciones el pasado mes de julio, a que salgan «de su zona de confort» y mejoren su competitividad.

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A las diferentes incertidumbres se une la continuidad de Pascual Parrilla, de 70 años, al frente del IMIB. La Consejería aprobó en agosto una Orden, no exenta de polémica, que regula la figura del personal emérito. Parrilla podría acogerse a esta vía para seguir dirigiendo el instituto.

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