Una mendicidad muy pícara

Más allá de la realidad social y económica de la pobreza, el fenómeno de la mendicidad siempre ha dado mucho de sí en noticias, reportajes y análisis en las páginas de LA VERDAD. Eso sí, con la perspectiva del tiempo se aprecia la evolución en el tratamiento de este problema, desde una imagen más estereotipada –incluso a veces grotesca– hasta la actualidad, con una visión humanizada de esa práctica, al igual que los condicionantes y factores que impiden a muchas personas lograr el mínimo nivel de bienestar.

La terminología también se ha ido transformando desde los usos más antiguos de palabras como mendicante, vagabundo, menesteroso, pedigüeño, hacia otros nuevos conceptos fruto de la modernidad y de la globalidad del siglo XX, como son gorrillas, personas sin hogar o sin techo. En cualquier caso, aunque es incuestionable el drama humano de estas personas en situación de vulnerabilidad, lo que parece permanecer en el inconsciente colectivo es cierta asociación de ideas entre mendigo y picaresca. Y es que algunos ejemplos han alimentado esa mirada

La portada del 12 de febrero de 1961 mostraba la foto de un hombre bajo el título «un mendigo bien forrado» que había sido detenido en Cartagena. Igualmente, en la edición del 2 de marzo de 1974 se incluía una información sobre la ciudad de Murcia, donde apuntaba a «un problema al descubierto: los mendigos», señalando una práctica organizada. El 7 de noviembre de 1995 se informaba de que había mendigos que cobran hasta 200.000 pesetas «por 'traspasar' una esquina en Murcia». Y el 10 de enero de 1992 otra noticia alertaba de que «licenciados universitarios de Murcia figuran entre los mendigos habituales» en Cartagena.