En un barrio de Haro

Para todo amante del buen beber y, especialmente, para los admiradores del Rioja, la visita al barrio de La Estación de la ciudad de Haro es imprescindible. No solo porque se trate de un lugar emblemático, ni por su importancia en la historia de los vinos de Rioja. Es que, además, se trata de un espacio único donde encontramos la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo. En este lugar, que rezuma historia, situada a la vera del río Ebro, se encuentra Bodegas Roda, una empresa que nació a finales de los años 80 con la llegada de Mario Rotllant y Carmen Daurella a la Rioja.

La sostenibilidad y el respeto por la naturaleza son dos de los pilares fundamentales de esta bodega que, siguiendo su filosofía, no mezcla ni una sola gota de vino de una añada con otra para uniformar o refrescar y que utiliza únicamente roble francés para sus vinificaciones y crianzas. En su empeño por alcanzar el grado óptimo de maduración de la vid no se conformaron sólo con los análisis en laboratorios, si no que comenzaron un trabajo de cata directa de las uvas en la viña así, con su protocolo, se degusta la pulpa de la uva en busca del grado de azúcar y acidez; el hollejo en busca de la intensidad tánica y textura y, por último, la pepita para comprobar su dureza e intensidad. Con este proceso observaron que, en un mismo viñedo, plantado con cepas de la misma variedad y edad, existían diferencias organolépticas significativas entre ellas. Este proceso dio lugar al nacimiento en 1995 de Cirsion, un vino que se ha consolidado en los últimos años como uno de los grandes tintos riojanos.

No se trata de un vino parcelario, La selección de las uvas va más allá, escogiendo solo algunas cepas de distintas parcelas y seleccionando sólo los racimos que tienen las mismas características entre sí. Elaborado mayoritariamente con tempranillo y una pequeña cantidad de graciano, este vino fermenta en tinas de madera de roble francés para continuar con una crianza de ocho meses en barricas de roble francés nuevas.

Me ha resultado difícil escoger una añada de Cirsion en concreto para recomendar en este artículo. En mi última visita a esta bodega disfruté de una cata vertical de cinco añadas consecutivas muy diferentes entre ellas y excelentes todas ellas. Al final, me he decantado por la añada 2019 porque este fue un año de equilibrio con un invierno seco y frío, precipitaciones dentro de la media y calor en el verano. Esta añada resalta por su frescura, intensidad y profundidad.

Estamos hablando de un vino lleno de matices, interminable en boca y que no defrauda ni a los que desean disfrutarlo de inmediato ni a aquellos, más pacientes, que deseen guardar una botella y preservarla durante unos años.

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