Y llegó la OMS a amargarnos el dulce
El azúcar no tiene nada de bueno, pero nos gusta tanto que difícilmente nos podemos resistir. Los edulcorantes son una alternativa, aunque también se estudia si son perjudiciales
Ginés Soriano
Jueves, 1 de junio 2023, 01:36
Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda, decía la canción. Y en la última afirmación está claro que el autor pensaba en el azúcar. Es un alimento tan delicioso como nutricionalmente inútil y, de hecho, cuanto menos tomemos, mejor, porque se convierte fácilmente en grasa. Lo dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no solo recomienda mantenerla alejada en lo posible, sino que incluso pone en duda el consumo de edulcorantes alternativos en una guía publicada hace unos días. Nuestro endocrino, Juan Madrid, nos aclara el asunto.
Los llamados hidratos de carbono simples, sencillos o azúcares (glucosa, fructosa, galactosa) tienen la capacidad de que pasan muy rápidamente desde el intestino a la sangre tras consumirlos. Tanto, que el organismo toma medidas severas para que no se eleven demasiado los niveles de azúcar liberando insulina, que transforman esos azúcares en grasa. De ahí que nos engorden con tanta facilidad y que no resulten recomendables para la salud.
Como la realidad es que el azúcar se sigue, y se va a seguir, tomando, lo que recomienda la OMS es que no consumamos más de 25 gramos al día. Eso es el equivalente a unos tres sobrecillos de los que ponemos para el café. Pero, cuidado, que el dulce concentrado nos puede llegar de muchas formas a lo largo de la jornada: «El azúcar de mesa normal, el azúcar que se añade a muchísimos alimentos, los zumos, también la miel y los siropes». Si sumamos 50 gramos es llevadero, más de ahí no conviene en ningún caso, ni tampoco más de 25 gramos en el caso de los niños.
100 gramos de glucosa al día
Con tanto control para no excedernos en el azúcar que tomamos nos puede parecer paradójico que el cerebro necesite mucho más que esas cantidades: unos 100 gramos de glucosa al día. «Y además necesitamos bastantes más gramos para cubrir las necesidades de glucosa del resto de las células del organismo. Pero esta glucosa la podemos obtener sin ningún problema de los alimentos que contienen hidratos de carbono complejos», que son mucho más saludables. «Es decir», aclara Madrid, «la podemos obtener a partir del pan; a partir de otros cereales, sobre todo integrales; a partir de las legumbres; a partir de los frutos secos, etc., y, por tanto, no tendríamos por qué recurrir en ningún momento a los hidratos de carbono simples, sencillos o azúcares», que son, por lo visto, el enemigo de la OMS, tanto como decir nuestro enemigo.
No necesitamos tomar azúcar, explica contundente el endocrino. «Sólo aporta calorías vacías y ningún otro nutriente al organismo». Así que, no hay nada que nos impida prescindir totalmente de su consumo. Salvo una cosa, como todos sabemos: su sabor, que nos encanta. «¿Qué pasa entonces con las personas a las que nos gusta el sabor dulce?», confiesa y se pregunta el especialista. Aquí aparecen los edulcorantes, a los que también la OMS ha puesto en entredicho. La mayoría de ellos no tienen calorías, o al menos son menos calorías que el azúcar, aunque logran «un intenso sabor dulce» que da bastante el pego. «Sin embargo, están en el punto de mira respecto a la salud, para la que, que se sepa, no tienen ninguna ventaja y sí pueden tener algunos inconvenientes». Algunos de estos productos llegaron incluso a considerarse cancerígenos. Ya no es el caso, después de haber sido investigados más detenidamente. «Pero ahora sobre todo se está estudiando el papel que juegan a nivel de la microbiota intestinal». Madrid se refiere a los gérmenes que tenemos sobre todo en el colon.
Enfermedades
«Parece ser que [esas sustancias edulcorantes] son muy poco beneficiosas y que pueden favorecer algunas enfermedades de las que tratamos de evitar no tomando azúcares». La OMS, en la mencionada nueva guía, se refiere a estudios que apuntan a una relación entre el consumo de edulcorantes con el incremento de peso y enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares e hipertensión. Aún no está del todo claro, «pero indudablemente sería mejor no tomarlos». Esto es lo que conviene, pero la realidad, como bien sabemos, es otra.
El lío que tenemos con los hidratos de carbono
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El error «Mucha gente en la consulta me dice, como presumiendo, que come muy pocos hidratos de carbono. Hay mucha gente que le tiene manía a los hidratos de carbono», relata el endocrino Juan Madrid, que lo atribuye a «un error conceptual», debido a que llamamos hidratos de carbono a sustancias químicas que en el organismo se comportan de manera totalmente distinta: unos no son nada recomendables (los hidratos de carbono denominados simples) y los otros son esenciales (los conocidos como complejos).
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Simple, rápido y malo Los llamados hidratos de carbono simples, sencillos o azúcares, donde encontramos a la glucosa, la fructosa y la galactosa, son los que pasan a la sangre muy rápidamente y acaban generando grasa, al intervenir la insulina tratando de reducir esos altos niveles de dulzor en sangre. «Por tanto, estos hidratos de carbono simples, sencillos o azúcares no son recomendables en la población».
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Complejo, lento y energizante Los hidratos de carbono complejos, a diferencias de los simples, «sí son buenos para el organismo». Pasan a la sangre más lentamente, filtrados por el intestino, que atraviesan con más dificultad (lo de complejo le viene de algo), de modo que no elevan los niveles de glucosa en la sangre a un nivel que precise la generación de insulina. «Y por tanto la mayor parte no se transforma en grasa, sino que el organismo lo utiliza para quemarlo en las distintas células para producir energía».
Bajando a un terreno más realista, en un mundo conquistado por la tentadora azúcar, el endocrino pone el ejemplo de un individuo que toma unos 30 gramos al día, vía café endulzado y algunos alimentos con algo de azúcar. «En principio esta persona podría mantener esa cantidad de azúcar y no utilizar edulcorantes». Indudablemente, precisa, también en este caso lo mejor sería no tomar nada de lo primero ni de lo segundo, «pero una cantidad como esta se considera normal». Lo que ya no es nada normal, ni se puede mantener, es calzarse 60 o 70 gramos al día, por ejemplo, entre el azúcar lo que se añade a los alimentos y el que contienen otros, más miel, siropes, zumos, etc. En una coyuntura «sí podríamos disminuir esa cantidad tomando algún edulcorante, siempre en la cantidad recomendada por su especialista en nutrición», advierte.
No siempre es posible
En general, «si ingerimos más de 50 gramos, o los niños más de 25, de azúcares libres sería conveniente o disminuirlo o, si somos golosos, en espera de los estudios sobre la microbiota, se podría tomar algún edulcorante». Todavía más sintético: «Lo mejor para la salud, y no siempre posible, es no consumir ningún edulcorante y tomar menos de 25 gramos al día de azúcares libres».
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