Casa Corro, arroz y costra
Ofrece menú del día, marisco de Santa Pola y carnes a la brasa con un servicio cercano y familiar a un precio razonable
Casa Corro es uno de los clásicos de Orihuela. Con dos espacios diferenciados; una barra para tomar una caña y seguir la marcha, y un amplio comedor donde conviven los menús del día, las comidas a la carta y los grandes eventos -las sillas de este espacio son de eventos-, el local oriolano cubre de manera eficaz todo el espectro de posibles clientes. Nada más entrar, el camarero de la barra y la camarera del comedor me ofrecen la misma sonrisa al dirigirse a mí que cuando saludo a Juan Moll, jefe de sala de los restaurantes Robuchon, y uno de los grandes defensores de la sonrisa como principal virtud del servicio de sala.
Un poco de cascaruja para acompañar la primera caña y, poco después, un mini mortero relleno de sobrasada acompañado de pan tostado de hogaza que, aunque no parece ser de chato murciano, entre rebanada y rebanada, me cargo el embutido antes que la caña como si fuesen trocitos de cielo.
La especialidad de Casa Corro sigue siendo el arroz y costra que, para quien no lo conozca, es un arroz con cerdo, conejo y pollo -longaniza, salchicha, etc- en el que cuando el arroz está hecho se le añade huevos batidos por encima para cuajarlos en el horno y crear la denominada costra por encima. Ciertamente, el arroz queda suelto y en su punto perfecto de cocción, con un sabor contundente -en algunos casos se hace con caldo de pollo- y con los suficientes tropezones como para hacer de esta receta un plato único. También es cierto que, a los que somos de fuera de Orihuela, la costra nos puede resultar tan voluptuosa que no podemos terminarla, y que más que empeñarnos en acabar con ella es preferible tomarla como un acompañamiento del propio arroz.
6
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Cocina
7/10
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Dirección C/Ángeles, 3. Casillas (Murcia)
Antes del plato principal pruebo una quisquilla de arrastre que solo me pueden hacer a la plancha. «Cocina no puede hacerla hervida, solo a la plancha», me dicen. La cocción es buena, aunque la gamba no tiene la frescura que se le espera siendo a 22 euros la docena. De buen nivel encuentro la alcachofa que pasa por las brasas y a la que le colocan un fino velo de panceta ibérica, una vieira y la ralladura de una trufa. Éste es uno de esos platos a los que quizás la trufa deberían de sustituir por otro elemento, puesto que no estamos en temporada, pero que cada ingrediente funciona por separado y casi con cualquier producto que encontremos en el mercado.
Quizás el entrante más recomendable sea el huevo poché. Viene con una salsa de foie, también con unas lascas de trufa y con una pasta kataifi frita a modo de peluca crujiente que se agradece. El huevo ha sido cocinado a fuego lento en el interior de un papel film, como hiciera Arzak hace décadas, dando como resultado una especie de huevo en flor. Bien de punto, es de esos platos que prefiero comerme con cuchara para llevarme bien la salsa al aro.
Los huevos poché con foie son unos de los platos que más han calado en las cartas de los restaurantes del sureste español. El bajo coste de la materia prima y el magnífico resultado que se obtiene lo han mantenido desde hace lustros entre el top de platos vendidos. Casualmente, suele ir acompañado de los fideos de pasta crujientes casi siempre, como ocurre también en Alborada y en el restaurante Salzillo, dos referentes de este plato.
Pruebo también unas costillas de cabrito a la brasa con unas estupendas patatas con pimientos aunque sin ajos tiernos, para dar cuenta de las carnes del local, otra de sus especialidades, aunque encuentro la carne un poco seca para mi gusto. En otra ocasión me acercaré a la marinera de atún rojo, a la paletilla de cabrito lechal, a la chuleta de frisona, al entrecot de lomo alto de vaca vieja o al guiso de pava con albóndigas. Porque Casa Corro es más que arroz y costra.
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