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Suculento expositor de productos frescos junto a varias mesas del local. Vicente Vicéns / AGM
Garum | La crítica

Casa Carreño, solvencia marina

El local apuesta en Cieza por el mejor marisco fresco y un servicio de gran nivel, donde se cuida la presentación y las elaboraciones caseras

Jueves, 21 de marzo 2024, 01:29

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Buena parte de la barra de Casa Carreño está inutilizada con bodegones de frutas y verduras y vitrinas que muestran el producto fresco del día en una declaración de intenciones meridiana. Vamos, que quien viene a Casa Carreño sabe que está en un restaurante de primer nivel en cuanto a producto se refiere. En la entrada, algunas mesas altas que, imagino, dan servicio de pulpo, cañas, gambitas a la plancha y calamares a la andaluza de una forma más informal.

Yo me adentro en el profundo comedor dejando bogavantes gallegos y canadienses nadando en grandes acuarios a mi derecha. El logotipo del local -un mero- luce limpio en una servilleta de tela que descansa sobre mi plato, y una camarera me deja todo el tiempo del mundo para que vea la carta y empiece a salivar, al tiempo que me recomienda el pulpo de la casa. Efectivamente, el pulpo está tierno, pero un tanto flojo de sabor. El pequeño espolvoreo de pimentón y el aceite de oliva lo hace agradable.

La pizarra luminosa de metacrilato situada en la barra ya me indicaba el marisco disponible y sus precios. La gamba roja de Santa Pola, a 220 euros el kilo; la blanca, a 100; las cigalas, a 180; quisquilla, a 160; almejas de Carril, a 190, etc… Media docena de blanca muy bien cocinada y súper fresca a modo de teloneras de la reina de los mares; la roja. El mejor bocado del día, sin duda alguna. Aunque claro, a diez euros la pieza.

7

  • Cocina

    7/10

  • Dirección Avenida de Italia, 18 (Cieza).

Estando en temporada de erizos no me resisto a pedir algunos para comérmelos con una cucharilla. En este caso, la forma de servirlo no me parece la más apropiada, ya que me traen las huevas de tres de ellos dentro del caparazón de uno. El resultado final es el mismo, pero lo interesante es ir despegando las huevas una a una del interior.

Deliciosa la cazuela de chanquetes y gambas que llega a la mesa con un buen pan tostado. Ajetes cremosos y un aceite que pide mucho pan. Pero antes de la cazuela me quedo con los chipirones fritos. No solo porque en la cocina hay una mano experta para sacarlos crujientes y jugosos, es que el sabor del calamar sabe a mar de una forma muy elegante. Como debe de ser.

La croqueta de queso con setas enteras en el interior, a modo de Kinder Sorpresa, la veo un tanto arriesgada

La croqueta de queso con setas enteras en su interior a modo de Kinder Sorpresa la veo un tanto arriesgada. No la pediría otra vez. Prefiero el tigre casero que viene sin concha del mejillón, más parecida a una croqueta que al típico aperitivo.

Paletilla para terminar

Para terminar, paletilla de cordero deshuesada con patatas a lo pobre y huevos de codorniz. La carne muy jugosa lleva mezclada las zanahorias, las cebollas, los piñones y las bolitas de pimienta que han acompañado a la carne durante todo el proceso de cocción quedando pochadas e integradas en el plato. Los jugos de la carne los va recogiendo de nuevo la propia pata, quedando, como digo, hiperjugosa.

El sorbete de limón es tan ácido que el primer trago hace que arrugue el gesto. No es que te limpie la boca de los sabores de la comida, sino que notas cómo las arterias se van destapando a cada trago. El flan de turrón, un mazacote que tengo que dejar pasar.

En definitiva, Casa Carreño dispone de un gran servicio de sala, con un producto de primera a un precio de primera y más luces que sombras en la cocina.

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