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Exhibición en el hielo. El pentacampeón de España en patinaje artístico, Tomás Guarino, posa en la pista del Thader. ANDRÉS MOLINA / AGM

Tomás Guarino, el último baile olímpico tras una vida en el hielo

El patinador artístico de 26 años, que competirá en los Juegos de Invierno de 2026, dará una exhibición en el Thader este sábado por la tarde a las 20.30 horas

Antonio Zomeño

Viernes, 1 de agosto 2025, 23:17

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El calor del último mediodía de julio encuentra un respiro en la plaza interior del Centro Comercial Thader. Dentro, aunque el termómetro digital marca 24ºC, una veintena de personas armadas con pantalón largo y guantes evocan una escena invernal sobre la pista de hielo. La plasticidad de movimientos de una de estas figuras, completamente enlutada en negro, contrasta con el blanco del hielo y destaca sobre el resto con gestos elegantes. Un patinar sin esfuerzo, sutil, grácil, que se detiene y reclama la atención del grupo. La veintena de alumnos acuden a la llamada, alguno con el trasero salpicado en blanco por alguna caída esporádica, y atienden a la explicación con los cinco sentidos volcados en la figura de negro; qué mínimo cuando tu profesor de campamento es un pentacampeón de España.

El patinador artístico Tomás Guarino (Sabadell, 26 años) finaliza la clase y se despoja de las cuchillas que lleva amarradas a los pies tras seis horas de curso matinal, aunque otras cuatro horas le aguardan tras el breve asueto que se permite para comer algo y repostar su fina anatomía. Los diversos grupos de la escuela de patinaje de Hielomanía no se han querido perder la oportunidad de aprender de Tomás Guarino, y aunque su mente está hacinada de rostros y nombres, atiende a LA VERDAD con un trozo de pizza y un plátano mediante, sentado en la cafetería anexa a la pista de hielo del Thader, donde este mismo sábado por la tarde, desde las 20.30 horas, se podrá disfrutar de una exhibición del consagrado patinador abierta para todo el público.

Nacido y criado en Sabadell, las raíces de Tomás le conectan con la capital de la Región a través de un bastión de incondicionales con los que comparte apellido. Sus tíos y primos, que hace cuarenta años emprendieron el camino de regreso tras el éxodo rural del tardofranquismo, celebran desde Murcia cada nuevo logro de Guarino. El éxito más gritado de su dilatada carrera llegó el pasado marzo, cuando su excelente actuación sobre el hielo mundial de Boston le valió una plaza para competir en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026, que se disputarán el próximo febrero en Milán. Hasta entonces, seis meses por delante con sabor a despedida.

Una retirada cercana

Tomás Guarino lleva toda una vida sobre las pistas. Desde esos primeros patines con ruedas que se calzó a la inverosímil edad de tres años, influenciado por el patinaje sobre hielo que veía por televisión. «Al principio no me gustaba nada, lloraba y no quería ir, pero mis padres insistieron», reconoce agradecido. Hoy, con cinco campeonatos nacionales consecutivos en su palmarés, valora especialmente la capacidad de este deporte para contar historias. «Al inicio solo me interesaba saltar y girar, esas piruetas que tanto impresionan a un niño; ahora aprecio mucho más el lado artístico, narrar emociones con mi cuerpo a través de la música», aunque no siempre ha sido fácil.

Guarino ha convivido desde niño con los prejuicios de quienes consideran el patinaje artístico «un deporte de chicas». Aunque asegura no haberlo sufrido en exceso, admite que algunos comentarios caían en el colegio cuando aparecía en mallas entre clases. «Siempre fui bastante 'pasota' y eso hacía que se cansaran pronto. Pero conozco compañeros que lo han pasado realmente mal, que incluso han acabado dejando el deporte», cuenta con seriedad. «Es triste, porque el odio de otros puede llegar a contagiarse y hacer que alguien le tome manía al deporte que amaba», añade un enamorado del patinaje artístico, pero que se reconoce cercano a la retirada.

«Conforme pasan los años, cambia tu visión. Hace un par de temporadas que me planteo dejar la competición para dedicarme a las exhibiciones. Cada vez me atrae más ese poder expresarme, contar una historia a través de los movimientos y la música sin lo cuadriculado de la competición», confiesa el joven patinador sabadellense. «Hablé con mi equipo y decidimos continuar hasta terminar el ciclo olímpico. Ha sido difícil pero hemos logrado esa plaza para los Juegos de Invierno, así que toca apretar un año más y ver si me puedo superar en esta recta final», asegura Tomás Guarino con gesto determinado, entre bocado y bocado al trozo de pizza vegetal.

Un trotamundos

Instalado en la ciudad italiana de Turín, el patinaje artístico ha transformado a Tomás Guarino en un deportista itinerante. El catalán ha perseguido por toda Europa las mejores pistas de hielo en busca de aprender de los nombres propios de la disciplina. «La primera vez que salí del país para irme a Francia fue muy difícil dejar atrás a todos mis amigos, pero fue un primer paso hasta donde estoy ahora», explica Tomás Guarino con el acento propio de quien hace años que no usa el español a diario. Desde Sabadell a París, Suiza o Italia; son las residencias de un deportista que ha marcado una época en el patinaje artístico nacional con cinco Campeonatos de España consecutivos, un lustro de hegemonía que «nunca ha sido un objetivo, sino el resultado natural de mejorar en busca de la excelencia», asegura el patinador, preparado para cerrar su carrera con dos verdaderos broches de oro.

«El Campeonato de España es en diciembre. Confío en que sea el sexto triunfo y, seguramente, el último. Ya estoy cansado. En mi cabeza está acabar ya, pero acabar bien. La plaza para los JJOO es, sin lugar a dudas, lo más grande que he conseguido en mi carrera deportiva. Mi ambición es vivir la experiencia al máximo y hacer un programa limpio, sin errores. Me gustaría poder realizar una 'performance' perfecta en el escenario más importante», proyecta con una sonrisa.

Hasta entonces, con ese final soñado entre ceja y ceja, Guarino disfruta de una semana diferente con el campamento de la empresa murciana Hielomanía, que desde hace tres años mantiene en el Thader la única pista de hielo fija en toda la Región. Finalizado el postre en la mesa anexa a la pista, el futuro deportista olímpico deja una última reflexión antes de volver al hielo: «Para mí, el patinaje significa libertad. Coger velocidad con los patines, notar el fresco en la cara y dejarse llevar. Es una disciplina que tiene todo para gustar: acrobacias, piruetas, velocidad, la música, la narativa... pero necesita de infraestructuras y visibilidad: algo que, tristemente, no tenemos en España», concluye.

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Tomás Guarino, el último baile olímpico tras una vida en el hielo