El hito de un artista curtido en La Azohía

Fernando Díaz del Río es desde hace una semana historia del deporte español. En un ejercicio impecable, este joven de 20 años se convirtió en el primer campeón mundial de sincronizada, un hito sin precedentes en la natación española y mucho menos en una modalidad que hasta 2015 solo la practicaban las mujeres. La medalla de oro obtenida en Fukuoka (Japón) es un motivo de orgullo en La Azohía, a 10.630 kilómetros de distancia, donde este ferrolano criado en Las Palmas ha pasado todos los veranos desde su niñez.

Amigos, vecinos y conocidos paran estos días por la calle a su madre, Conchi Soto, cartagenera de nacimiento, natural de los Molinos Marfagones y de veranos infinitos en La Azohía desde que tiene uso de razón. Por las playas, plazas y chiringuitos de este pequeño pueblo costero creció quien a día de hoy es noticia en el deporte español. Fernando, al que todos conocen como Fer, «ha pasado todos los veranos» en la zona de Chapimar. Quien hoy cumple siete días de un oro histórico y sin precedentes para la natación española empezó a zambullirse en aguas cartageneras cada mañana.

En este pequeño rincón del Mediterráneo, Fernando dio sus primeras brazadas y pasó veranos inolvidables, «entre los granizados del Rockola» y la «pesca de cangrejos, con una técnica infalible», rememora su madre a LA VERDAD. Conchi conoció en Cartagena a su marido, militar de profesión, y fueron padres tras el destino a Ferrol.

El 15 de febrero de 2003 llegó al mundo Fernando. «El primer año de vida lo pasó viviendo en los Molinos Marfagones. Y su primer año de educación Primaria, en el colegio San Isidoro y Santa Florentina. Vivió los veranos de verano azul, muy independiente, con su bañador a todas partes. Era pasar los Reyes Magos y empezaba a contar los días para veranear en La Azohía. Era lo más grande, le hacía muy feliz. Su sitio es este, donde tiene sus recuerdos y vivencias».

Después de nacer en Ferrol y vivir un tiempo en Cartagena, la familia se trasladó al nuevo destino: Las Palmas. Allí es donde Fernando empezó a practicar natación, con especial gusto por el estilo espalda. Durante un tiempo combinó la natación con la sincronizada. Su hermana mayor, Isabel, fue su primer gran espejo para acabar centrado en esta disciplina. «Veía a su hermana y la copiaba, a su manera y de una forma libre. Una entrenadora, Aurora Gil, le buscó huecos entre semana para practicar».

Desde la pandemia, Fernando vive volcado en exclusividad por y para la sincronizada. Lo hace ya de manera profesional en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat (Barcelona), a las órdenes de las entrenadoras Anna Vega y Gemma Mengual, una de las exdeportistas más reconocidas en esta disciplina que combina natación, gimnasia y danza. Pasa mañanas y tardes en el agua. El poco tiempo que le queda libre lo dedica a estudiar psicología. Fernando, reconoce su madre, «le da mucha importancia a la fuerza mental, a la concentración, el esfuerzo y la disciplina» para obtener sus objetivos.

Doble medalla de plata en el último europeo, Fernando estaba en Fukuoka en el centro de todas las miradas. La ausencia del gran favorito (el italiano Giorgio Minisini) le abría las puertas del éxito. Y este deportista, entre gallego, canario y cartagenero, completó un ejercicio perfecto al ritmo de la música para coronarse en su debut en un mundial. Es el segundo oro español en natación artística, el primero masculino, tras el obtenido en Roma 2009 por el equipo de combo.

«Está muy emocionado, en una burbuja de felicidad. No se lo cree», cuenta Conchi. Su hijo vuelve mañana a España, para continuar en el CAR y preparar una prueba júnior en Madeira (Portugal). Si hay tiempo, la familia lo espera en su rincón favorito: el agua de La Azohía.

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