El sueño olímpico de Alberto Martínez, convertido en pesadilla
El nadador cartagenero luchó dos años con una lesión en el hombro para intentar ir a París 2024, pero no lo logró y ahora, recién operado, ve el futuro con «incertidumbre»
Alberto Martínez (Cartagena, 25 años) verá los Juegos Olímpicos desde casa, con el cabestrillo y cierta incertidumbre por el futuro. El nadador cartagenero es un guerrero, nunca se da por vencido y durante dos años ha luchado con el desgaste óseo, la tendinitis y la rotura parcial del tendón subescapular de su hombro izquierdo para acudir este verano a París 2024. Aguantó el dolor, recorrió medio mundo, siguió en el agua hasta el final, esquivó a toda costa el quirófano y apuró hasta sus últimas opciones de clasificación, finalmente sin el premio y sin recuperar las sensaciones que en junio de 2019, en Corea del Sur, le llevaron a alcanzar la mayor meta que todo deportista desea: ser olímpico, en Tokio 2021. Ahora, operado hace un mes y con la rehabilitación en su Cartagena natal, atiende a LA VERDAD para repasar dos años de un sueño que se convirtió en pesadilla.
Martínez creció en la piscina del Arsenal militar con solo 5 años y en 2017, con solo 19 años, se marchó al CAR de Sant Cugat para entrenar a las órdenes del francés Fred Vergnoux, del grupo de trabajo de Mireia Belmonte. Sacrificó buena parte de su vida social, amistades y familia para volcarse, durante exigentes horas diarias en la natación y en la especialidad de aguas abiertas. En junio de 2019 le llegó el premio, al conseguir su billete para Tokio 2021. Aunque allí acabó en el puesto 18 y «esperaba una mejor posición», nada hacía indicar a Martínez que todo daría un giro tan radical hasta ahora.
Todo cambió en junio de 2022, en el Mundial de Budapest. «Nos pasó de todo. Perdimos las maletas, me tiré una semana con la misma camiseta porque no teníamos nada, ni para depilarme las piernas. Tuvimos que improvisar con todo, ni la suplementación. Imagínate. Nos descalificaron en relevos». El cartagenero compitió en 10K y, consciente de su importancia, en menos de veinticuatro horas, también en 25K. Ahí empezó el dolor en el hombro. «El dolor era bastante duro, dejé la mente en blanco y a día de hoy sigo reparando esos daños», confiesa.
Evitando el quirófano
Entonces, Martínez ya dio un salto de calidad incorporándose a un grupo de trabajo en Brasil, a las órdenes de Fernando Possenti. En 2022 paró durante varios meses, volvió a España y estuvo tratándose en la Blume (Madrid) con el único fin de esquivar el quirófano, fortalecer el hombro y pelear por París 2024. «Una vez que el hombro estaba óptimo y fortalecido lo suficiente como para que no se lastimara más volví a Brasil».
Concretamente para volver a competir, en abril de 2023 y tras ocho meses, en el USA Open. «Vimos que todavía no estaba para nada preparado y con un mes conseguimos llegar al clasificatorio para el Mundial de Fukuoka, que fue en Italia. Fue un desempeño notable para como fue todo. Nada que reprocharme, lo di todo» pero se quedó fuera de Fukuoka.
Poco después saltaron las alarmas. El comité olímpico brasileño recortó presupuesto y dejó en peores condiciones de trabajo al grupo en el que estaba entrenando Martínez, a las órdenes de Fernando Possenti. Y el cartagenero continuó su laborioso camino a París 2024, sin renunciar al sueño, integrado en Málaga. «Tenía experiencia y ellos vitalidad para mantenerme activo. Dimos el último apretón pero lamentablemente no fue posible. El cuerpo llegó al límite y es lo que hay», rememora al hablar de la Copa de Madeira, cuando se quedó fuera.
En ese momento ya sin el billete de París, llegó el momento de «sentarse y valorar» si era ya el momento de operarse. En noviembre de 2023 se desvinculó del club de toda su vida, el Áncora, para enrolarse en Barcelona con Jaume Morata. «Tenía un sabor agridulce y pensamos: 'Vamos a intentar conseguir algo grande por si acaso luego [cuando se opere] no se puede continuar. No quería arrepentirme y fui a por odas. En el Europeo de este año [2024] estaba la opción de 25 K».
«Dejar de ser competitivo»
Pronto, en unos meses, Martínez comprobó «que no se podía, que el hombro no estaba para aguantar las exigencias de las pruebas. Y hace un mes pasó por el quirófano. «Estoy acostumbrado al límite y dentro de ti intentas negarlo pero te das un golpe de realidad y dices: 'Es que de verdad estoy jodido'». Así puso fin a dos años de noches sin dormir por el dolor, de cabreos, de ganas de tirar la toalla. «Por decisión propia decidí entrenar y luchar con dolor para llegar a París. Tras dejar de ser competitivo ha tocado pasar por el taller», escribió el nadador el 17 de abril a sus más de tres mil seguidores en redes sociales.
La recuperación, de unos cuatro meses, la continuará en casa rodeado de los suyos. Poco a poco ya se encuentra bastante mejor, sonriente y dispuesto a pelear. «Ahora mismo veo el horizonte con mucha incertidumbre. La operación es complicada y existen posible riesgos de que no quede del todo bien, el hombro no vuelva a ser el mismo o pueda volver romperse. Es algo que se tiene que valorar conforme pase el tiempo y de aquí a dos o tres meses ir viendo evolución y tomando decisiones. Seguro que voy a poder nadar, a qué nivel y en qué momento quiero acabar mi carrera deportiva será decisión del hombro. Será progresivo, de valorar y tomar decisiones», cuenta sobre una vuelta a la alta competición.
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