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El Churra celebra el pase al 'playoff' de Segunda B con sus aficionados. JUAN MONDÉJAR
Diez años del histórico Churra que desafió al fútbol regional

Diez años del histórico Churra que desafió al fútbol regional

Hace una década, Adrián Hernández irrumpió en la Tercera División con el modesto equipo de su tierra, que jugó dos ascensos a Segunda B

Antonio Zomeño

Domingo, 20 de abril 2025, 07:47

Perpendicular a la principal arteria urbana de Churra, la Cuesta Piñero asciende inflexible entre bloques de casas agolpadas las unas contra las otras. Un leve quiebro a la izquierda esquiva los muros amarillos de un terreno de juego exiguo, encajonado entre el colegio y la rambla de Churra. En su interior, desde el pasado enero, una placa bautiza las instalaciones: Campo Municipal Adrián Hernández 'Patiya'. Es el legado material de un lustro cargado de hazañas intangibles, el homenaje a un equipo de autor cuya piedra angular se crió a unas pocas calles de distancia.

Hace una década, la EDMF Churra desafió todas las lógicas del deporte rey y puso su nombre en el epicentro del fútbol regional. Todo comenzó en el verano de 2013, cuando el club, recién descendido a Primera Autonómica, coqueteaba con la idea de disolver su equipo sénior. «La directiva me dijo que si cogía el equipo, tratarían de hacer un esfuerzo, a ver si podíamos tener un año bonito», explica Adrián Hernández, actual técnico del Yeclano Deportivo. «Hicimos un bloque muy modesto, sin ningún tipo de dinero, con gente del pueblo. Poco a poco fuimos mejorando y acabamos por dominar todos los registros», asegura.

Tras conseguir el campeonato de Primera Autonómica en su año de debut, el club afrontaba la 2014-15 con el objetivo de la permanencia en Preferente. Al menos, esa era la versión oficial. «Adrián, en privado, siempre nos decía que íbamos a subir a Tercera», narra Ibán Cánovas, capitán del Churra desde la llegada del técnico en la 2013-14. «Al principio, no nos lo terminábamos de creer, pensábamos que estaba chalado, pero él siempre tenía tanta fe, confiaba tanto en el grupo, que nos lo acabó por contagiar. Al final, nos metimos en el 'playoff'», recuerda el central.

El Churra celebra el pase al 'playoff' de Segunda B con sus aficionados. Juan Mondéjar

Tras caer en las eliminatorias de ascenso a Tercera ante el Olímpico de Totana por el valor doble de los goles fuera de casa, el cuadro murciano viajó a Pulpí en busca de un ascenso en diferido. El pitido final en tierras almerienses consumó la hazaña a 114 km de casa. En tan solo dos temporadas bajo el mando de Adrián, el Churra alcanzaba la Tercera por primera vez en su historia.

El fenómeno 'Patiya'

Con el cuadro de estreno en la entonces cuarta categoría del fútbol nacional, el Churra desarrolló una identidad muy marcada. Rigor táctico, acciones a balón parado y segundas jugadas como principales armas de un equipo aguerrido, intenso y ordenado; un dolor de muelas para los rivales, que visitaban el estrecho verde de la pedanía murciana como quien acude a una cita con el dentista.

«Si Adrián nos decía que nos teníamos que topar con una pared, nosotros lo hacíamos. Esa era la razón por la que el equipo funcionaba tan bien», argumenta Ibán Cánovas, que durante seis temporadas actuó como la extensión del técnico churrero en el campo y en el vestuario. «Él consiguió cambiarnos la mentalidad a todos, pero no solo en el fútbol. Adrián es una persona capaz de hacerte cambiar tu forma de ver la vida. Su forma de expresarse, de trasladar sus mensajes... por muy cabezón que seas, te convence. Nosotros éramos un grupo muy limitado técnicamente, pero él nos hizo conocer nuestras limitaciones, y con eso conseguimos potenciar las virtudes del equipo como conjunto».

«No había presupuesto, pero los jugadores confiaban ciegamente en mí; éramos una familia», narra Adrián Hernández

De Cáceres a Segovia

La conquista del Artés Carrasco en el último minuto de la 2017-18 para clasificar al 'playoff' de ascenso a Segunda B; la posterior eliminatoria ante el Cacereño, que necesitó de 210 minutos para conseguir hacer un gol a 'las torres del Churra', y «el último baile» ante la Segoviana, en el duelo por el ascenso en la primavera de 2019, fueron los momentos culminantes de aquel Churra que desafió todas las leyes no escritas del fútbol.

Ibán, Pablo, Tomás, Juanra, Macanás, Jaime, Matías o Riquelme son algunos de los jugadores más destacados de aquel increíble lustro. Un 'underdog' en toda regla, sin apenas medios ni presupuesto, que no debía estar ahí. Un grupo de guerreros sin sueldo, comandados por «un loco» del rock and roll y las arengas, que puso a toda una pedanía a cantar el 'Alabaré al Señor' tras cada victoria como parte de una liturgia a medio camino entre la mística y la ironía ácida.

El pueblo despertó del sueño tras el 'playoff' con la Segoviana. En el verano de 2019, Adrián recibió una oferta irrechazable del Real Murcia, el Churra cambió de propiedad y se vio condenado a vagar por diversos campos debido a las obras en sus instalaciones. Dos años más tarde, el equipo descendió a Preferente, donde esta temporada pelea por la permanencia.

La perspectiva del tiempo revela la dimensión real de lo conseguido entre 2014 y 2019. «Ahora mismo, no hay ningún equipo en Tercera que no triplique el presupuesto que teníamos en Churra, pero éramos una familia, y los jugadores confiaban ciegamente en mí», confiesa Adrián Hernández, el técnico que lideró una hazaña que aún perdura en la memoria colectiva del pueblo. Ibán Cánovas, cuando pasea por Churra, todavía responde a los que le llaman 'capi': «Es un orgullo que la gente se acuerde. El fútbol da más disgustos que alegrías, pero hicimos historia y eso quedará para siempre».

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