Jabari Parker, el fénix de la Supercopa
El fichaje del Barça es uno de los más arriesgados del mercado europeo, un jugador al que las lesiones apartaron del estrellato en la NBA y que este sábado en Murcia reaparece tras 19 meses sin competir
El 15 de diciembre de 2014, el peor equipo de la pasada temporada en la NBA, los Milwaukee Bucks, visitaban a los Phoenix Suns. Un partido de tantos aparentemente intrascendentes en la competición americana, de 82 partidos de liga regular, y que medía al que menos victorias había logrado el año anterior con otro que no se logró clasificar para el 'playoff'. Pero en Estados Unidos todo es diferente. Y aquellos Bucks eran entonces un equipo a seguir. Un año antes había aterrizado en Wisconsin ese atractivo enigma llamado Giannis Antetokounmpo. Ese mismo verano, y en una atmósfera muy diferente, también llegaba Jabari Parker.
Parker (Chicago, 1995) era uno de los jugadores universitarios más mediáticos del país. Procedía de la Universidad de Duke, una de las más prestigiosas y bajo la protección de Mike Krzyzewski (seleccionador de Estados Unidos entre 2006 y 2016). Cumplido un año universitario como Blue Devil, Parker encaraba la NBA como el segundo máximo anotador y máximo reboteador de la conferencia ACC (la más competitiva de la NCAA), reconocido con honores de mejor novato y en el quinteto ideal de la liga universitaria. Estaba llamado a hacer cosas muy grandes en el baloncesto, sin duda.
EL DATO
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25 partidos ha jugado Jabari Parker en las últimas tres temporadas. Ninguno de ellos en la última, sin equipo. Su fichaje por el Barça es por un año y con cláusula de salida en caso de recaída en las lesiones.
Siguiente e inevitable parada, la NBA. Tras la lotería que fija el orden de elección de los novatos en el Draft, los Bucks fueron agraciados con una segunda posición con la que escogieron a Parker. Un alero de 2,01 metros, muy corpulento y puro talento, uno de esos jugadores que hacen parecer fácil lo difícil. No en vano, antes de su entrada en la competición era comparado con Carmelo Anthony y Paul Pierce, dos prolíficos anotadores que durante sus carreras acumularon múltiples reconocimientos. Amor a primera vista para los más puritanos del baloncesto, encandilados con el rigor técnico de un Parker que, dotado de un cuerpo privilegiado para este deporte, atesoraba gran habilidad con ambas manos, contaba con un amplio abanico de finalizaciones y su juego de pies era exquisito tanto de cara como de espaldas al aro.
Jabari Parker fue escogido el mejor jugador de instituto en Estados Unidos, siendo comparado incluso con LeBron James
Parker, además, estaba acompañado de una mística especial. Nativo de una ciudad de baloncesto como Chicago, e hijo de un exjugador de la NBA, fue un fenómeno de masas desde adolescente. Jugó en el instituto Simeon (conocido en todo Estados Unidos desde el asesinato en 1984 de su estudiante Benji Wilson, otro proyecto de gran jugador), al que lideró a cuatro campeonatos de Illinois consecutivos. Fue nombrado mejor jugador de instituto del país y ya era portada de Sports Illustrated, que le condecoraba como el mejor de su edad desde LeBron James. Palabras mayores.
La NBA acogía con los brazos abiertos a un jugador destinado a la leyenda, en una franquicia que jugaría para él y junto a otro de los más excitantes jóvenes de la liga, como Antetokounmpo. Para terminar de poner de moda a los Bucks, a su banquillo llegaba Jason Kidd, uno de los mejores bases de la historia. Solo habían ganado 15 partidos, pero todo el mundo quería ver a aquel equipo.
Una lesión tras otra
Sin embargo, aquel día en Phoenix todo cambió. Parker conducía un contraataque a campo abierto, cuando su rodilla izquierda dijo basta. Se había roto el ligamento cruzado anterior, pero solo él se dio cuenta. Era evidente su dolor, pero no gritaba. Sus compañeros quisieron levantarle, pero decía que no. Misma respuesta al personal médico. Como él, también había pasado por Simeon su ídolo Derrick Rose. De él tomaría no solo su carácter introvertido, también lo propenso a las lesiones.
Jabari Parker se perdió el resto de esa temporada 2014-15. Volvió a la siguiente, mejorando sus prestaciones de novato. Y los Bucks se frotaban las manos cuando, en la 2016-17, tenían a Parker y Antetokounmpo ambos por encima de los 20 puntos por partido y ya se habían convertido en un equipo que ganaba más que perdía.
Había vuelto mejor de una grave lesión. Pero dos serían demasiadas. El 8 de febrero de 2017, la misma rodilla izquierda de Parker se descuajaringó de nuevo. A la temporada siguiente en Milwaukee habían apostado por Khris Middleton como escudero de Antetokoumpo y Parker era traspasado a Chicago. Nunca volvería a jugar una temporada completa y pasaría por hasta cinco equipos más de la NBA.
El baloncesto parecía haberse olvidado de Jabari Parker. Una década antes apuntaba a dominar este deporte. Pero, este sábado a las 18.30 horas, en Murcia, jugará su primer partido oficial en 19 meses y fuera de una NBA que le había recibido con alfombra roja. Lo hará, además, a solo otro de distancia de un título y contra el Real Madrid.
Máxima exigencia, tanta como expectación levanta su fichaje. El mundo del baloncesto arde en deseos de ver de vuelta el mejor Jabari Parker, uno que ahora se centra en «vivir el momento» y «no saltarme ningún paso» en la búsqueda de su mejor versión», según relata a Mundo Deportivo, reconociéndose «un estudiante en proceso de aprendizaje». A sus 28 años, quiere recuperar su mejor nivel.
Un fichaje con tanto riesgo como recompensa, de esquivar el infortunio de las lesiones y recuperar su mejor forma. Europa mira, entre curiosa y asustada. Primera parada para el renacimiento de un aspirante a superestrella, Murcia.
