¿Una nueva orientación cultural para el municipio de Murcia?
El retraso endémico de nuestra gestión cultural pública contrasta sin embargo con el buen momento que viven nuestros creadores
A Pedro García Rex, nuevo concejal de Cultura y Deportes (ya lo era de Turismo) de Murcia lo he conocido estos últimos meses, precisamente a ... través del grupo de defensa de una infraestructura cultural, el Huerto Urbano de Santa Eulalia. Intuyo que me separa de él una distancia ideológica de muchos años luz, pero me ha parecido un tipo íntegro, honesto y comprometido que tenía muy fácil desentenderse de 'los mataos del Huertolab', pero decidió apoyarnos, contra su propio equipo de Gobierno y el concejal responsable de la cacicada, José Guillén. Por eso, y por la buena gestión cultural en la pedanía que preside, Santiago y Zaraíche (Palmeral incluido), el nombramiento despierta esperanza.
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El asunto del Huertolab, del que ya hablé por aquí en su día, es un ejemplo paradigmático de todo lo que ha funcionado mal en la gestión cultural pública murciana estos infinitos 26 años: un ayuntamiento que invierte en un equipamiento, proyecta un uso participativo del mismo, se hace la foto y a continuación se desentiende, hasta el momento en que un concejal pasa por allí y decide que ya se ha participado bastante, le pone un candado y deja el espacio para la peña y la parroquia, como Dios manda. Es el estilo que impuso el concejal Barnés, que al asumir en el 95 la estupenda red de infraestructuras culturales del municipio (49 centros culturales/municipales, 5 auditorios, 5 museos y 3 teatros repartidos a lo largo y ancho, dejando aparte las 18 bibliotecas) la puso al servicio preferente de las redes clientelares y la base social del Partido Popular. 26 años después, tras la larga etapa de gobiernos locales populares, la red sigue acusando esos males atávicos: infrautilización sangrante –con lo que ello conlleva: baja eficiencia y, por tanto, despilfarro de recursos públicos–, opacidad y nepotismo en el acceso a los espacios, desconexión con el tejido cultural de los territorios, ausencia de proyecto, evaluación y respaldo económico.
Tiene Rex por delante el inmenso reto de darle la vuelta al modelo, pero no está solo: su nueva concejalía está llena de talento. Técnicos que se creen de verdad aquello del servicio público y que sacan oro de un presupuesto escaso y cambiante no faltan en el Ayuntamiento de Murcia. Tampoco experiencias de éxito: la reconexión de teatros municipales y públicos liderada por Juan Pablo Soler es solo el mascarón de proa de un equipo que nomás necesita la orden de vamos 'pallá' para que la cultura murciana florezca. Fuera de la institución –demasiado fuera–, además, Murcia alberga una rica red de iniciativas culturales independientes, tan comprometidas como talentosas: compañías, editoriales, creadores, colectivos, festivales y espacios con apenas respaldo municipal, o con un apoyo precario y cambiante, condicionado de año en año por el capricho del concejal de turno. La desconfianza hacia creadores y agentes culturales por parte de una institución reacia a servirles de apoyatura sostenida (mediante convenios estables o cesión de espacios, por ejemplo con compañías 'residentes' de los auditorios municipales) ha sido hasta ahora la tónica. Para quien piensa (como yo) que un centro cultural debería hervir de actividad, ni más ni menos que uno deportivo, la gestión es desoladora.
Murcia alberga una rica red de iniciativas culturales independientes, tan comprometidas como talentosas
También se han producido con demasiada frecuencia prácticas propagandísticas bochornosas a cuenta de la cultura municipal. Especialmente aficionado a ellas era el alcalde saliente, José Ballesta, que de la mano de su dircom, Gerardo Sánchez, no desaprovechaba ninguna ocasión para la rueda de prensa y la doble página anunciando, a bombo y platillo, 'ideacas' culturales espúreas, saltando por encima de la Concejalía y derrochando pólvora de rey en su puesta en marcha a costa de los humildes recursos del área. Por cada ideaca unilateral pensada en un fin de semana hay un proyecto en marcha vivo, con usuarios estables, que acaba recortado, tal vez hasta la inoperancia.
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La situación, entre unas cosas y otras, es pésima. Año tras año, el Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea deja a la cultura murciana (regional y municipal) a la altura del betún: ni una sola institución o acontecimiento nuestro se cuela en la lista de 85 más destacados del año en el país. El retraso endémico de nuestra gestión cultural pública contrasta sin embargo con el buen momento que viven nuestros creadores, que desde áreas muy diversas de las artes y las letras conquistan una visibilidad nacional e internacional insólita y cuentan así un relato muy diferente de nuestra ciudad y nuestra Región, afectadas por los estereotipos negativos que todos conocemos. Probablemente la cultura sea una de las mejores banderas que hacer ondear, desde la institución, para hablar de una sociedad viva, moderna y libre que cree en sí misma y en su historia. Especialmente necesaria, además, ahora que el presidente López Miras ha optado por entregársela, en el Gobierno Regional, a la extrema derecha. Se lo ponen fácil, señor Rex. No nos falle.
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