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Las catedráticas María Luisa Suárez Alonso y María Rosario Vidal-Abarca. Ana Martín/UMU
Atalaya UMU

Expertas de la UMU analizan la relación del cuidado de las personas mayores y la actividad docente

Dos catedráticas realizan un estudio sobre las diferentes actitudes entre los investigadores e investigadoras en atender a la tercera edad

Pascual Vera

Murcia

Viernes, 8 de marzo 2024, 00:32

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María Luisa Suárez Alonso y María Rosario Vidal-Abarca, son catedráticas de Ecología en la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia, y expertas en limnología, la ciencia que se encarga del estudio ecológico de los ambientes acuáticos continentales (lagos, lagunas, embalses, ríos, arroyos...). Después de su asistencia a numerosos congresos en todo el mundo, y tras debatirlo con numerosos compañeros y compañeras, se percataron de cuestiones que, en todos los años que llevan investigando e impartiendo clase en la Universidad, y pese a su importancia, no habían sido abordadas nunca, de ahí que hayan querido llamar la atención sobre ellas. Se trata de unos factores ocultos que, en buena medida, por el reparto de roles asignado de facto, tienen que ver con la mujer: el tema del cuidado de mayores y el bienestar del trabajador en la universidad.

«Nosotras nos preguntábamos dónde estaba ese bienestar y si se hacía algo por intensificarlo». Son cuestiones que en Europa ya se están poniendo de relieve, pero en la universidad española se hace bien poco, y sería imprescindible que se implicara, asegura la profesora Suárez Alonso.

Ambas se percataron de que había muy pocos análisis hechos sobre los docentes –también del PTGAS, pero en su caso el ámbito estudiado es el del investigador y el profesorado–. Comprobaron que una de las dificultades a las que se enfrentaban cuando comenzaban a ser un poco mayores los investigadores, era que tenían que atender una nueva parcela: el cuidado de mayores, un ámbito al que no se habían enfrentado hasta cumplir cierta edad. Conforme se adentraron en ese campo, se percataron de que existían numerosos déficits en este terreno: en el de cómo la universidad y los centros de investigación españoles tratan a sus trabajadores con estas necesidades.

El porcentaje de mujeres que renuncian a una actividad profesional triplica al de los hombres (63% frente al 21%)

Apuntan que una de las apuestas más rompedoras que están ocurriendo ahora en todos los colectivos, tanto social, como científico, o de cualquier otra índole, es el de la inclusión del tema de género.

En la asociación a la que ambas pertenecen, la Asociación Ibérica de Limnología (AIL) se constituyó el grupo de género y ciencia, y dentro del mismo se comenzó a trabajar en temas como la discriminación de la mujer en el ámbito de las publicaciones, en los congresos... Cuentan que una cosa que les llamó la atención fue el hecho de que los ponentes fuesen casi siempre hombres. En definitiva, comentan que comenzaron a salir a flote temas que siempre habían permanecido ocultos por ser asumidos por todos.

Las investigadoras murcianas se plantearon qué ocurría cuando se van cumpliendo años y a casi todos les va tocando hacerse cargo de personas mayores, cómo repercutía ese hecho en la vida profesional de los y las investigadores, y también en otros aspectos. A partir de ahí se fue configurando un trabajo, cada vez más ambicioso, en el que han trabajado desde hace dos años.

Mujer, investigadora y cuidadora

El método de trabajo que han utilizado ha sido la entrevista. Hasta el momento han entrevistado a 36 docentes y personal investigador, de 15 universidades distintas y tres centros de investigación españoles, siendo la edad media de 52 años.

Según nos aseguran, las entrevistas son muy ricas y aportan datos muy interesantes, ya que incluyen información desde los costes físicos que conlleva la dedicación al cuidado de personas mayores, costes psicológicos, económicos y profesionales entre otros muchos.

Sigue dominando el estereotipo de que la mujer es la encargada del cuidado de los mayores, asumiéndolo con naturalidad

Nos cuentan que la idea primera era centrarse en investigadores y docentes de más de 60 años que tuvieran a personas mayores a su cargo. Sin embargo, cuando comenzaron a hacer las entrevistas se dieron cuenta de que este tema estaba afectando también a los más jóvenes, pues existen personas de menos edad cuidando a sus padres, de ahí que decidieran abrir el tema.

Entre los resultados destacan el hecho de que el estereotipo de que la mujer es la encargada del cuidado de los mayores sigue siendo válido. Las mujeres asumen el cuidado de estas personas con naturalidad, como una obligación que les concierne, aseguran.

Daños físicos y psicológicos

En cuanto a costes físicos, los hombres tienen relativamente pocos en comparación con las mujeres. Ellas padecen casi siempre lumbalgias, tienen problemas con las cervicales y otros trastornos. Por su parte, los hombres, en caso de tener alguna molestia física se debe al estrés provocado por la dificultad de compaginar su profesión y el cuidado al mismo tiempo.

En el caso de las mujeres también son muy importantes los daños psicológicos. Un 85% del total ha sufrido problemas de salud mental, pero la proporción es muy diferente, ya que entre los hombres llega tan solo al 50%, mientras que entre las mujeres alcanza el 95'8%.

En el caso de ellas, además, se dan algunos costes profesionales muy graves. Ellas renuncian a todo lo que tiene que ver con la actividad profesional fuera de la docencia: asistencia a congresos, impartir conferencias, años sabáticos... El porcentaje de mujeres que renuncian a esto triplica al de los hombres (63% frente al 21%). La razón, según nos explican, es clara: porque estas actividades las alejan del lugar donde está el cuidado de sus mayores.

Todos estos factores se traducen, según las investigadoras, en un hecho claro: que el currículum queda mucho más liviano que el de los hombres.

Otra cuestión, sobre todo entre el personal más joven, es que les afecta en las propuestas de trabajo que hayan podido tener para desarrollar actividades fuera de España, o simplemente fuera de la ciudad en la que viven los padres. Cuando esto ocurre, las mujeres renuncian a ellas porque tienen que seguir cuidando a los padres. En estos casos, denuncian Suárez Alonso y Vidal-Abarca, la universidad española no ofrece ninguna respuesta.

Si en el plano investigador se produce esta reacción, en lo referente a docencia se produce una situación bien diferente: nadie renuncia a la docencia, que se sigue impartiendo cueste lo que cueste. Muchas veces, según argumenta Vidal-Abarca, a costa de pedir ayuda a los compañeros, «pero somos incapaces de renunciar a nuestro trabajo, no tanto por economía sino por mera responsabilidad: todos tienen claro que la docencia es lo primero», asegura.

Si algo se resiente es la investigación, comentan, y eso al final revierte en que la capacidad de promoción que tienen los hombres es muy superior a la de la mujer en casos similares, sostienen ambas.

  1. «¿Quién cuida a la cuidadora?»

Las dos catedráticas de la UMU piensan que los resultados de este trabajo podrían constituir una llamada de atención sobre un problema que existe y que habría, por lo menos, que abordar para intentar hacer más llevadero y compatible con el cuidado de los mayores.

Según afirma María Luisa Suárez, la pregunta ahora es «¿quién cuida a la cuidadora?», pero la cuestión, en opinión de ambas, sigue sin obtener una respuesta. De momento, ambas han ofrecido diversas conferencias con sus conclusiones, y están empezando a preparar artículos con destino a revistas científicas. En opinión de ambas, debería realizarse una encuesta a nivel nacional entre todos los centros de investigación y todas las universidades para destapar un asunto que es absolutamente generalizado. Solo a partir de ahí podrán plantearse estos temas a los ministerios correspondientes para que se pongan a trabajar en él.

  1. Sentimiento de culpabilidad mayoritario entre las mujeres

María Pelluz

Las investigadoras María Luisa Suárez Alonso y María Rosario Vidal-Abarca subrayan que se da una circunstancia especial en las mujeres que no ocurre en los hombres: el hecho de que ellas se sienten invariablemente insatisfechas con la ayuda que prestan a sus mayores. Tienen un sentimiento de culpabilidad porque creen que no han hecho lo suficiente durante el proceso. Esto ocurre en un 42% de las mujeres. En cambio, entre los hombres, con un grado de implicación sensiblemente menor, el porcentaje de culpabilidad solo alcanza al 17%.

Suárez Alonso y Vidal-Abarca tienen claras sus reclamaciones: que lo mismo que se acometen y realizan escuelas infantiles, debería instalarse en los campus centros de día para mayores con el fin de que el trabajador que lo necesitara pudiera acudir a su puesto de trabajo sabiendo que el padre o la madre está siendo atendido. Los centros de día serían, en su opinión, una buena fórmula para apoyar el cuidado de mayores, al menos durante las fases menos graves del proceso de envejecimiento.

Lugares ideales

Se da la circunstancia, además, según aseguran, de que a nivel de la universidad española contarían con una enorme ventaja, ya que constituirían lugares ideales para realizar prácticas de muy diversa índole para muchos estudiantes universitarios: medicina, fisiología, fisioterapia, enfermería, sociología, psicología… Sería algo a lo que las propias universidades podrían sacar partido.

El teletrabajo también podría ser de gran ayuda en este terreno, pero en el caso del profesorado no está estandarizado. Otra opción pasa por estudiar la posibilidad de reducción de jornada sin pérdida de poder adquisitivo.

En función de la situación y de la información recopilada, solicitan que exista la posibilidad de que, al igual que existen bajan maternales y paternales, exista también la posibilidad de que, en los primeros contratos y en las becas de investigación, se plantee la posibilidad de tener bajas en caso de enfermedades de los progenitores, pero con la posibilidad de cobrar una parte de sus becas o salarios.

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