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Ginés Sánchez, en la cafetería VerdeMenta de Murcia. Enrique Martínez Bueso
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Ginés Sánchez: «Si me hubiesen dejado, mis novelas estarían llenas de fantasmas y extraterrestres»

El autor murciano, que tras sus éxitos con novelas para adultos en Tusquets acaba de estrenarse en la literatura infantil con 'La puerta rota', está satisfecho con la adaptación cinematográfica de su primera novela, 'Lobisón', que llega a los cines en julio

Sábado, 4 de mayo 2024, 08:17

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No tiene hijos, ni los anhela, pero los niños han sido fuente directa de inspiración de su novela para adultos 'Las alegres' (Tusquets, 2020) y de su primera incursión en el mundo de la literatura infantil, 'La puerta rota' (SM, colección El Barco de Vapor). Ginés Sánchez (Murcia, 1976), que también ha publicado en Tusquets 'De tigres y gacelas' (2023), 'Los gatos pardos', 'Entre los vivos', 'Dos mil noventa y seis' y 'Mujeres en la oscuridad', recibió en 2022 el Premio SM Gran Angular por su novela juvenil 'El mar detrás', y en julio próximo se estrenará en cines 'Llobàs', la película, rodada en catalán, dirigida por Pau Calpe Rufat y basada en su primera novela, 'Lobisón' (2012).

Lo de los niños como inspiración: 'Las alegres' surgió un día en el que se encontró, «aquí en Murcia, a dos niños por un jardín». Iban los dos «en sus cosas y tienen unos trece años». Entonces uno habló y le dijo al otro: «Sin pasta no hay putas, sin putas no hay pasta». Al escritor le dio «un vuelco en el corazón porque, además, no era que el otro se quejara, no. El otro asentía como si aquello fuera una gran verdad». Ginés Sánchez, a quien la crítica ha llegado a comparar con Cormac McCarthy, tiene claro «que hay que pensar que una frase no son sólo las palabras que contiene. Sino también las que no contiene. Y las implicaciones. Las culturales y las de entorno». Llegados a este punto, se pregunta: « Entonces, ¿quiénes eran los padres de aquellos niños, quiénes sus profesores, quiénes sus madres, sus hermanas, sus amigas? Aquello me dejó destruido por dentro».

Ginés Sánchez, en la cafetería Verdementa. Enrique Martínez Bueso

-¿Y la idea de escribir 'La puerta rota', su primera narración infantil?

-Surgió cuando con Cristina [su compañera Cristina Morano, escritora y diseñadora gráfica] pensamos en un regalo que le teníamos que hacer a mis sobrinas [Begoña y Ángela] porque iban a tomar la comunión. Lo pensamos y dijimos: 'Hagamos un libro para ellas'. Yo escribiría la historia y Cristina se encargaría de hacer un diseño y una maquetación atractivos, con sus dibujitos y todo. Y así fue, escribí 'La puerta rota', hicimos el libro y se lo regalamos. Al final, a SM le interesó la historia y lo publicaron en Barco de Vapor. Escribir para niños es lo más difícil de todo, y ahora que lo he experimentado todavía les tengo más respeto a los autores de literatura infantil.

-¿Qué cuenta?

-Dos niñas [Tina y Mona] acaban en una cueva subterránea, por debajo de un jardín, y empiezan a pasar miedo y a vivir toda una aventura. La idea central es la amistad, cómo se protegen, cómo se cuidan, lo importante que son la una para la otra, la suerte que tienen de ser amigas. También hay un chico, que es el que las ha traicionado, al que finalmente terminan redimiendo.

Ginés Sánchez lo cuenta con una sonrisa permanente, la misma que mantendrá cuando habla de la adaptación cinematográfica de 'Lobisón'. 'Llobàs', que cuenta con la fotografía de Víctor Entrecanales, «es una recreación contemporánea del mito del hombre lobo, pero no es una película de género. En 'Llobàs' no pretendemos dar miedo, sino emocionar», ha contado Calpe Rufa. La historia se centra en Adrián (León Martínez), un chico que vive de pueblo en pueblo con su hermano mayor Ramon (Pol López) y la pareja de este, Tona (María Rodríguez Soto). Los lectores de Ginés Sánchez lo saben: «Adrián es mudo, no soporta los espacios cerrados y le cuesta mantener la atención cuando le hablan. Allá a donde van, todos se ríen de él, le insultan y le lanzan piedras. Y es que Adrián, las noches de luna plena no puede dormir y vagabundea por las calles. Huele la sangre. Y busca en los gallineros. Se come las gallinas. Crudas».

-¿De qué tiene la impresión?

-De que yo soy un escritor y un lector del siglo XX, mucho más que del siglo XXI.

-¿Por qué?

-Pues porque yo voy por Toni Morrison ahora. Los libros que yo leo están escritos en 1960, 1970, 1980...; conforme son más recientes me suelo empezar a sentir antes incómodo, aunque con excepciones. Con la música también me pasa, estoy supercómodo con la música de los 80 y de los 90, pero con la del siglo XXI no lo estoy en absoluto. Además, tu lees a determinada gente y al final lo que tú escribes refleja de algún modo lo que estás leyendo. El año pasado creo que leí seis novelas de Toni Morrison. Yo soy un escritor del siglo XX en cuanto a los aspectos formales, pero mis temas, eso sí, son del siglo XXI. Trato temas actuales, escribo sobre cosas que están pasando, que nos afectan, que nos amenazan, no estoy para nada metido en un nicho antiguo de problemas viejos.

-¿Para quién escribe?

-Si hablamos de mi nivel de exigencia, yo escribo para el señor Juan Rulfo. Pienso: 'Esté donde este, el señor Rulfo me va a leer y va a estar orgulloso de que yo sea lector suyo». Pero lo principal es que escribo novelas que a mí me gustaría leer.

-¿A quiénes más lee?

- Yo soy muy fan de algunas novelas de Samantha Schweblin, por ejemplo de 'Distancia de rescate' (2014), y también de Fernanda Melchor, que me parece impresionante. Y de Maggie O'Farrell, que hace cosas muy chulas, como es el caso de 'La extraña desaparición de Esme Lennox'. Todos los personajes de esta escritora son tan interesantes que, luego, da igual ya prácticamente lo que hagan.

-¿Y españoles?

-Esa es la pregunta que a mí no se me debe hacer [ríe]. No termino de sentirme cómodo con casi ninguno. A lo mejor es que tengo un problema... Al autor español al que sí que puede ser que lea de vez en cuando es a [Miguel] Delibes.

-¿Qué tipo de escritor quiere ser?

-Yo estoy de acuerdo con lo que decía [Roberto] Bolaño: mientras el escritor siente un compromiso, como mínimo, hacia sí mismo, hacia el arte y hacia el lector, el escribidor se dedica a aplicar una fórmula, darle al lector lo que este ya sabe que va a darle, y a pasar por caja. Aplican una fórmula que sabe que tiene éxito y no se comprometen con nada. Yo pretendo ser escritor.

Imágenes tomadas durante el rodaje de 'Llobàs', dirigida por Pau Calpe Rufat y basada en la novela 'Lobisón', de Ginés Sánchez, donde el actor León Martínez interpreta a Adrián. Cartel de la versión en castellano de la película.
Imagen principal - Imágenes tomadas durante el rodaje de 'Llobàs', dirigida por Pau Calpe Rufat y basada en la novela 'Lobisón', de Ginés Sánchez, donde el actor León Martínez interpreta a Adrián. Cartel de la versión en castellano de la película.
Imagen secundaria 1 - Imágenes tomadas durante el rodaje de 'Llobàs', dirigida por Pau Calpe Rufat y basada en la novela 'Lobisón', de Ginés Sánchez, donde el actor León Martínez interpreta a Adrián. Cartel de la versión en castellano de la película.
Imagen secundaria 2 - Imágenes tomadas durante el rodaje de 'Llobàs', dirigida por Pau Calpe Rufat y basada en la novela 'Lobisón', de Ginés Sánchez, donde el actor León Martínez interpreta a Adrián. Cartel de la versión en castellano de la película.

-¿Qué le ha parecido 'Llobàs'?

-El productor y director Calpe Rufa leyó mi novela hace ya muchos años, se enamoró de ella y compró los derechos; fue amor a primera vista. La película ya es una realidad y la verdad es que es muy bonica. Una de mis principales preocupaciones eran los actores, porque los españoles a veces son muy buenos, pero no siempre. Pero aquí los intérpretes están geniales, y el director ha hecho un excelente trabajo. Me los creí desde el primer momento, reconocí a mis personajes y ya me quedé tranquilo. Además, la fotografía es preciosa. Creo que es una buena película, que va a establecer una relación de intimidad con el espectador, que pasará cierta angustia con el personaje de Adrián. No terror, pero sí una gran inquietud.

-Igual que leyendo su novela.

-'Lobisón' es, de alguna manera, una defensa del monstruo, entendido el monstruo como esa persona que es diferente. 'Pongámonos en la cabeza del monstruo y veamos, empaticemos con el monstruo'. Y en esta novela el monstruo se da por partida doble, porque está Adrián y también está su padre. Al final, el monstruo resulta ser el único bueno de la historia, el único verdaderamente honrado; todos los demás, en algún momento son desleales, tramposos, interesados. Adrián, que en principio es el que da miedo a todos, el diferente, resulta que es el único noble. Creo que todos tenemos un monstruo más o menos escondido en nuestro interior, una parte de nosotros que no queremos que aflore. Un monstruo al que visitas cada cierto tiempo, o casi nunca, de una manera rápida porque si te agarras a él es cuando te empezarían a pasar cosas muy distintas en tu vida. Encontrarnos con ese monstruo que todos tenemos dentro nos da miedo, y el miedo hace que siga ahí escondido, controlado. Pero el día en que sale y empieza a asustar a la gente, ahí tenemos ya un problema.

-¿Qué historia será la próxima?

-Tengo muchísimas historias en mi cabeza para contar...; creo que escribiré otra novela juvenil, lo que me permite escribir cosas más fantásticas. En el fondo, yo lo que hubiese querido escribir es novela fantástica y de ciencia-ficción, pero el problema es que, en España, para la ciencia-ficción y la fantasía el mercado está muy chungo porque hay muy poca demanda. España no es Estados Unidos. Si me hubiesen dejado, mis novelas estarían plagadas de fantasmas, extraterrestres y monstruos con escamas [ríe]. Las editoriales importantes para adultos no juegan esas partidas, pero las editoriales importantes para jóvenes, sí.

-¿Qué fue una suerte?

-Liberarme de determinadas presencias que andaban por mi vida, por ejemplo. Este tipo de personas sí que son peligrosas: las que son como vampiros que van corroyéndolo a uno por dentro. Ese tipo de personas que viven amparados en las mentiras, en las dobleces. Esas que se deslizan como fantasmas a través de la educación de la gente. Gente que las tolera en vez de decirles las cosas a la cara. Extirparlas de tu vida es muy liberador.

Ginés Sánchez, frente a los muros de la antigua Cárcel Vieja de Murcia. Enrique Martínez Bueso

Gente débil

Ginés Sánchez -«si le dijera algunas cosas que pienso, al final vendría la Guardia Civil [ríe]»-, pasa de lo que él llama «las guerras de la gente débil». ¿A qué se refiere? «A que paso de la gente que se enferma porque tiene 'mal de amores'. Esos son males de ricos. Me apunto a los males de los pobres. A la lucha por la supervivencia, a defender a los que de verdad son víctimas de la injusticia, a las mujeres víctimas del machismo, a los que son abusados por gente mucho más fuerte y poderosa que ellos...».

Todavía sigue aprendiendo, «digamos que sigo siendo un aprendiz, no me creo el más listo de la clase». Le gusta esta reflexión de Julio Cortázar: «Me paso la vida sin hacer nada útil, cultivando unos pocos amigos, admirando a unas pocas mujeres y levantando con eso un castillo de naipes que se me derrumba cada dos por tres. Plaf, todo al suelo. Pero recomienzo, sabe usted, recomienzo...». De vez en cuando lo vuelve a releer. Y siempre sonríe. Termina la entrevista y sigue sonriendo, y eso que mantiene que «todo se va para el carajo» porque «la Humanidad, en su conjunto, es muy irresponsable y cortoplacista».

-¿Qué plan tiene?

-Seguir en este planeta todavía unos años más [risas]. Eso, siempre que mi vida siga mereciendo la pena.

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