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Riada de Santa Teresa, «catástrofe planetaria»

Riada de Santa Teresa, «catástrofe planetaria»

Esta semana se han cumplido 140 años de las inundaciones en el Valle del Guadalentín y la Vega del Segura que conmocionaron al mundo

Lunes, 21 de octubre 2019

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Jocelyn Grange, que vivió en Indonesia el tsumani del 26 de diciembre de 2004 -230.000 fallecidos en Asia- como corresponsal de Radio France Internacional y del periódico 'Le Figaro', no duda en calificar de «catástrofe planetaria» los efectos de la riada de Santa Teresa en Lorca y Murcia. Esta semana hizo 140 años de un suceso que Grange describió, con motivo de un seminario en 2009 organizado por la Asociación Universitaria Rector Sabater, «como la primera cobertura mediática internacional de una catástrofe natural». Un dato ilustrador: la prensa francesa informó ampliamente de los sucesos, a diferencia del gran seísmo que partió Lisboa en noviembre de 1755, del que cuesta encontrar artículos periodísticos.

¿Qué ocurrió para que la alta sociedad de París exhibiera su solidaridad con Murcia en la mítica fiesta 'París-Murcia' y para que incluso el eco de aquel pasmo mundial apareciese en 'Un amor de Swann', la segunda parte de 'Por el camino de Swann' de Marcel Proust? Jean Moline, de la Universidad François Rabelais de Tours (Francia), recuerda [en un artículo publicado en 2015 en el número 28 de la Revista de Estudios Filológicos] que aquel 15 de octubre de 1879 hubo que lamentar «más de 1.000 muertos, 700 de ellos en Murcia, y 2.000 heridos». Aquel día de Santa Teresa, «el río Segura se elevó, en solo unas horas, diez metros a su paso por Murcia y por Orihuela. La Vega Baja quedó anegada. El caudal del río fue de 1.900 m³/s», destrozando puentes y toda la red de acequias, echando abajo 6.000 casas y pereciendo miles de animales. Un día antes, en el Valle del Guadalentín, se vivieron escenas dantescas. El frente de la riada llegó a Lorca sobre las 14.30 horas del 14 de octubre; una hora más tarde el barrio de San Cristóbal, Santa Quiteria y la huerta de Sutullena estaban inundados. No hubo forma de contener los torrentes en dirección a Murcia. A las dos de la madrugada del día 15 las campanas de Murcia tocan a rebato. Las caracolas de los huertanos emitían un desespertado sonido. Mal fario. Los serenos volaban despavoridos. Pero no había escapatoria. Sobre todo para los lugareños de Era Alta, Aljucer, Nonduermas, Voz Negra y Alcantarilla, que quedaron como naves a la deriva en un mundo que parecía que iba a acabarse. «En esta noche pasada, la avenida más terrible del río que se ha reconocido, ha destrozado con sus negras, rugientes, y pestíferas olas, inmensas riquezas, y, ¡Dios sabe!, las víctimas que habrá causado», escribiría al día siguiente Martínez Tornel en su 'Diario de Murcia'.

La exposición 'La riada de Santa Teresa de 1879. Una tragedia en la huerta de Murcia' [hasta el 20 de enero de 2020 en la Casa Consistorial de Murcia] es «un homenaje a los pobladores del Valle del Segura que lucharon y se sobrepusieron a una hecatombe», encomian los comisarios, María Luján Ortega y Tomás García Martínez. Aquella Murcia mitificada por los viajeros franceses en el siglo XIX por su prodigiosa fertilidad y su natural hermosura ya no existía tal y como había sido conocida. «La desgracia golpeó precisamente el lugar en el que la agricultura llevaba la riqueza a toda la región», decía el profesor Jean Moline.

Uno de los reporteros franceses en Murcia fue Octave Mirbeau -todavía no había publicado dos de sus novelas más alabadas, 'Memoria de Georges el amargado' (1899) y 'El jardín de los suplicios' (1899)-. No fue enviado solo a España por el periódico 'Le Gaulois' a cubrir las inundaciones de Murcia. Un mes después, el 29 de noviembre de 1879, habría de celebrarse la boda del rey Alfonso XII de España con María Cristina, archiduquesa de Austria, en Madrid. Antes de la alegría, Alfonso XII vivió uno de los peores momentos de su vida en Nonduermas. El 20 de octubre pudo ver con sus propios ojos cómo flotaba la misma muerte a su alrededor.

«Una gran pelea...»

«El panorama es espantoso [...] El lugar ha sido disuelto y remodelado por la plaga ... Parece que se ha desatado una gran pelea entre los elementos y la tierra ha sido derrotada. En todas partes, casas volcadas, montones de ruinas, espectáculos de destrucción», escribió Mirbeau en sus crónicas de lo acontecido, publicadas en la primera semana de diciembre de 1879. Los ecos del desastre generaron una ola de solidaridad sin precedentes.

Cuentan los comisarios que Isabel II, exiliada en París, organizó una rifa de objetos artísticos en ayuda a Murcia. Y en el hipódromo de París se prepararía un festival a beneficio de los damnificados, al que acudieron cuadrillas de tocaores, cantaores y bailaores, e incluso se recreó un poblado huertano «para darle mayor brillantez al evento». Los filántropos de Nueva York aportaron fondos en conciertos. Marcel Proust recoge de esta forma la fiesta 'París-Murcia', un acontecimiento que reunió a la flor y nata del «todo París». Encontramos a Swann ansioso por tener noticias de Odette de Crecy: «Y, en efecto, así es como logró las cartas más cariñosas de Odette, una de ellas, aquella que le mandó Odette desde la 'Maison Dorée' (día de la fiesta a beneficio de los damnificados de Murcia)». 'Paris-Murcie' fue un número especial que editó el Comité de la Prensa Francesa (130.000 ejemplares gratuitos) para ayudar a las víctimas de las inundaciones, con ilustraciones de Gustave Doré y con numerosos artículos y firmas de reyes europeos, de políticos (del general Garibaldi al presidente de la Confederación Helvética) pasando por intelectuales como Juliette Adam, Émile Zola, Alphonse Daudet, Émile Littré y Víctor Hugo. El Papa León XIII y el Nuncio apostólico, y hasta el Jedive de Egipto, se apuntaron al número especial, junto con perfumistas, joyeros, comerciantes de burdeos y champagne. ¿Quién da más?

Todo ese movimiento de fervor solidario tuvo sus voces disidentes. El mismo Mirbeau habla del «descarado esnobismo de los parásitos». Jean Moline se pregunta también si toda esa «ostentación de caridad que hace la sociedad dominante» es condenable cuando entran en juego los intereses económicos y las víctimas son un instrumento.

Un año de luto

La prensa tuvo un papel fundamental, inciden los comisarios Luján y García Martínez, que han articulado esta exposición con los periódicos de la época como eje conductor. «Hace 300 años -subrayó el reportero Jocelyn Grange con motivo de su participación en aquel seminario en Murcia dedicado a la riada, un suceso que, por cierto, habría ignorado si no hubiera sido por su amigo José Luis Martínez Valero, el insigne poeta aguileño- nadie se movilizaba más allá de sus fronteras para ir en ayuda de las víctimas de una catástrofe natural. Hace 150 años, Europa se movilizó para acudir en ayuda de las víctimas de Santa Teresa. Hoy día, es el mundo entero el que se moviliza por cada hambruna, cada seísmo, cada ciclón, cada maremoto, y esto en cualquier lugar del mundo en el que la catástrofe se produzca. Los periodistas representan un papel esencial en esta cadena de solidaridad. Tienen todavía mucho que progresar. Pero ya contribuyen en gran medida a este progreso de la Humanidad, la solidaridad internacional, engendrada el 15 de octubre de 1879 por la riada de Santa Teresa». El Ayuntamiento de Murcia acordó vestir de luto por espacio de un año. Mucho más costó recuperar la alegría.

Así se contó una tragedia

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«Día de luto, sí, día de luto es para Murcia el día de hoy. En esta noche pasada, la avenida más terrible del río que se ha reconocido, ha destrozado con sus negras, rugientes, y pestíferas olas, inmensas riquezas, y, ¡Dios sabe!, las víctimas que habrá causado». José Martínez Tornel.

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«Las campanas de la Catedral que tocaban a rebato, las parroquias e iglesias todas que repetían el mismo toque, es lo que por todas partes se oía en el primer momento».

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«El toque repetido de arrebato, que no daba campanadas, anunciaba desde luego que no era incendio, y eso contribuyó a alarmar más la población que echó a la calle a averiguar la desgracia que le amenazaba».

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«Los pobres miserables que van librando del agua, se albergan en el palacio del obispo, en el instituto, en todas partes, y sentados sobre el suelo las madres con sus hijos en brazos y los hombres tirados en el abandono de la desesperación, lloran el hogar perdido».

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«Hasta anoche iban traídos unos 113 cadáveres de los sacados de entre los escombros de las casas y barracas, y de los bancales y árboles, lo que demuestra que las aguas sorprendió en su huida a los últimos».

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«En el Lugarico había 92 casas; ¡tres solas han quedado libres!». .

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«Una terrible catástrofe ha ocurrido en Murcia. La inundación ha arrasado villas enteras, y en las márgenes movedizas de los ríos Mundo y Segura, una población de más de diez mil personas vaga hoy sin hogar, sin amparo, sin alimentos. El agua se ha llevado toda su fortuna y muchos pedazos de su corazón». .

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«El Ayuntamiento ha acordado vestir luto por espacio de un año en todos los actos oficiales a que asista».

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«Al llegar al término de Nonduermas S. M. [Alfonso XII] determinó visitar este lugar y entró en él hasta su cofín».

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«S. M. El Rey ha abandonado hoy esta ciudad, le han despedido en la estación todas las autoridades y un inmenso pueblo».

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«El pueblo de Valladolises que está ya cinco años sin cosecha, ha hecho un donativo en ropas de todas clases».

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«El domingo próximo se dará en Alicante una corrida de toretes a beneficio de Murcia y Orihuela».

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«Estamos en la estación de lluvias. El frío se nos echa encima, y es preciso, a toda costa, dar morada a nuestra población rural, expuesta hoy a los rigores de la intemperie».

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«Con motivo de haber estado inundada toda la plaza de Cadenas y puerta del Pozo, y aun el interior de la torre de la Catedral, se ha creído conveniente reforzar los cimientos de la torre».

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«90 casas totalmente caídas y 42 inhabilitadas, con una extensión de 1.800 tahúllas de tierra en las cuales había gran cantidad de pimientos, tomates y habas; además se han ahogado 6 vacas, 5 bestias menores, 40 ovejas y 48 cerdos; y se han quedado sin ropa unas 50 familias». Los Garres.

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«La reina Isabel ha entregado cinco mil francos, con destino a las víctimas de las inundaciones de Murcia».

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«Ayer¡ gracias a Dios! Se distribuyó ropa en toda la huerta por las comisiones de señoras e individuos de la Junta de Socorros».

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«Los animales enterrados o quemados hasta ayer, por la comisión que ha tenido a su cargo este importante trabajo, ascienden a la cifra de 390».

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«En París se prepara un gran festival a beneficio de los perjudicados por las inundaciones de estas provincias, para el cual han invitado a todas las de Francia queriendo darle un carácter nacional con el fin de hacerle más productivo».

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«La prensa francesa, la hermana mayor de la prensa española, hijas ambas del espíritu profundamente civilizador del siglo, ha acudido con tal entusiasmo al remedio de las desgracias de Levante».

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«El Ayuntamiento tiene acordado adquirir 500 ejemplares del periódico especial ilustrado que se va a publicar en París». «En todas las iglesias de París se verificarán honras generales por las almas de las víctimas de la inundación».

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«Hoy, 15 del corriente, a las 8 de la noche, se celebrará en casa del Sr. Marqués de Pinares, la subasta de 36 casas que se van a construir en esta huerta por los representantes de la prensa de Valencia».

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«La Reina Doña Isabel ha hecho saber oficialmente al comité de la prensa, que estará de regreso oportunamente en París, para asistir a las fiestas en beneficio de las víctimas de Alicante, Murcia y Almería». .

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«Tengamos caridad, que hace mucho frío».

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«¡Loor al pueblo francés!

¡Loor a la prensa de París!».

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«El producto del concierto dado en Nueva-York en favor de los inundados de Murcia, ha producido 639 pesos 25 octavos».

CITAS SELECCIONADAS POR TOMÁS GARCÍA MARTÍNEZ Y MARÍA LUJÁN ORTEGA

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