El duelo de Esther: «Recordar a mi hijo es sanador»
Cada año se producen en la Región unos 60 fallecimientos perinatales. Padres y expertos coinciden en la necesidad de visibilizar una realidad escondida
Esther Minerva se despertó aquel día de noviembre a las cinco de la mañana, sobresaltada. Al silencio de la habitación se unía una extraña sensación en su vientre. «Noté que mi bebé, Elián Gabriel, no se movía. Estaba embarazada de 36 semanas y en principio todo iba bien, me habían hecho apenas unos días antes una ecografía», recuerda. Tuvo «una intuición sombría», y en cuanto abrieron el centro de salud se acercó a ver a su matrona. Allí le hicieron una ecografía, que no detectó latido. La mandaron a Urgencias de La Arrixaca, donde se confirmó la peor de las noticias. Esther se quedó «en blanco, como suspendida en el tiempo». Avisó a su marido, que se había quedado cuidando a su otro hijo, Miguel, de 3 años.
A Esther, los profesionales le iban explicando cuáles debían ser los siguientes pasos. Había que inducirle el parto vaginal. Pero ella estaba en 'shock'. «Entras en parálisis, en un espacio en el que las palabras se desvanecen, no las entiendes. Todo se torna difuso». Pasaron horas, y la situación se complicó. Hubo desgarro uterino y hemorragia. Se realizó una cesárea urgente. Cuando despertó en Reanimación, todo era aún más confuso. A ella y a su marido les ofrecieron ver a Elián. Pudo cogerlo en brazos. Pero después se lo devolvió a las matronas para la realización de la autopsia sin terminar de ser consciente de que aquello era el adiós definitivo. Su situación era grave en ese momento, su vida también había estado en riesgo.
Al día siguiente, ya en planta y más recuperada, pidió volver a ver a su bebé. «Sabía que me lo habían acercado tras la operación, pero ni siquiera me acordaba de sus rasgos. El único recuerdo que tenía de mi hijo era que le había tocado la nariz». Pero Elián había sido ya trasladado a Anatomía Patológica para la autopsia, le dijeron. «La idea de que ya no podría volver a verlo fue horrible, angustiosa», relata. Todo fue más complicado por tratarse de un fin de semana pero, afortunadamente, el lunes pudo ver a Elián. Fueron diez minutos «eternos, de luz». Los padres abrazaron y besaron a su hijo. De aquel momento guardan una fotografía que les hizo Rocío Loino, una fotógrafa de Orihuela que lleva años ayudando a generar recuerdos a las familias que pierden a sus hijos en el periodo perinatal o neonatal. Esther y Rocío no se conocían, pero las amigas de la madre la contactaron en aquel momento a través de las redes. Ahora, Rocío es «un ángel» para Esther.
Una comunidad de padres
Han pasado cinco meses desde aquello y Esther ha vuelto al taller de costura que regenta en el barrio de La Flota, en Murcia. La vida sigue, aunque con una herida dentro. «Cada vez que recuerdo a mi hijo, que le veo en la foto, siento que sano», confiesa. También siente que hablar y compartir su experiencia le resulta terapéutico. Por eso está impulsando una comunidad de padres en duelo perinatal de la que ya forman parte cinco familias que se conocieron en La Arrixaca, durante las terapias grupales que se organizan en el hospital. Su objetivo es informar, visibilizar una realidad que sigue escondida, oculta, porque nadie quiere hablar de la muerte, y menos si se produce en un momento que precisamente todos relacionamos con el inicio de la vida.
«Obviamos la muerte en todo lo relacionado con la preparación al parto. Es algo sobre lo que tienes que ir de puntillas, porque ninguna madre quiere oír hablar de esto. Pero es importante que se visibilice, tiene que haber una conciencia social que permita normalizar y acompañar», reflexiona Marcos Camacho, un matrón del Hospital Santa Lucía que ha realizado su tesis doctoral sobre el duelo perinatal. En 2022, último año con datos disponibles, se registraron en la Región de Murcia 57 fallecimientos entre la semana 28 de gestación y la primera semana de vida tras el parto. Son las muertes perinatales, que representan una tasa de 4,25 defunciones por cada mil nacimientos. Pero también hay duelo y dolor en las pérdidas que se producen en semanas anteriores de gestación, tanto por situaciones inesperadas como por interrupciones voluntarias del embarazo. En estos últimos casos, las madres afrontan muchas veces «un sufrimiento extra». Tienen que asumir la pérdida de un hijo deseado que sufre malformaciones muy graves o incompatibles con la vida, y pasar por situaciones en las que a menudo se sienten juzgadas, explica María José Pelegrín, coordinadora del Grupo de Psicología perinatal del Colegio Oficial.
Una asignatura pendiente
La sanidad pública no ha sabido ofrecer durante años una atención adecuada, integral y respetuosa ni a unos casos ni a otros. Se ha mejorado, pero se necesita «más información» para que los profesionales conozcan bien los protocolos, advierte Esther Minerva.
En La Arrixaca, la ampliación del área maternal ha permitido contar con espacios en los que se respeta la intimidad de la madre. El momento en que se da la noticia es crítico. «Hay que dar tiempo. No puedes comenzar a ofrecerles todas las explicaciones de lo que va a pasar, porque están en 'shock' y no van a procesar la información», explica la ginecóloga Isabel Puig, encargada de la consulta de pérdida gestacional, perinatal y fetal en este hospital. La Arrixaca cuenta también con psiquiatra, trabajadora social y matrona para atender a estas madres.
La prioridad debe ser garantizar que los padres se despidan de sus hijos durante todo el tiempo que necesiten, y que puedan generar recuerdos que luego serán muy importantes para ellos. Se les da una caja con la huella de la mano, o del pie, la pieza del cordón y, en cada vez más ocasiones, se les realiza una fotografía con su bebé. «Es algo que al principio te choca, pero luego lo piensas y tiene todo su sentido» explica Marcos Camacho. En La Arrixaca, muchas veces son los propios profesionales los que sugieren la posibilidad de hacerse una foto. «Ninguna madre se ha arrepentido de hacérsela, pero sí de lo contrario», explica Puig. «Si no la quieren, las guardamos nosotros, por si alguna vez la piden».
Mirella Rosique, enfermera experta en duelo, coincide: «Es algo que ha costado hacer entender, pero la foto es muy importante. De alguna manera, recuerda que ese bebé ha existido, le da un lugar en la memoria, en la historia de esa familia». Elián ya ocupa ese sitio en el corazón de Esther.
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