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Equipo del Club Deportivo Aspajunide. Martínez Bueso

Campeones a diario

Tres equipos de deportistas con discapacidad intelectual demuestran cómo se parece la realidad a la última película de Javier Fesser, triunfadora en los Goya. Más de 240 murcianos como ellos son ejemplo de superación constante

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Domingo, 10 de febrero 2019, 07:13

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Tienen los ojos del color de la nobleza, en sus miradas albergan la belleza bruta de la fragilidad hecha coraje, la sabiduría que habita en la inocencia, la experiencia sin aditivos que se transmite con los actos y no con frases ejemplares. Ellos son el prototipo más perfecto de paciencia y de constancia, porque en su esfuerzo, tan natural y espontáneo como sus risas, habita la más humilde y abrumadora de las verdades: el ser humano es capaz de conseguir todo lo que se proponga, sin importar la etiqueta que la sociedad imponga a sus diferentes capacidades.

Tal vez por eso, historias como las suyas inspiraron la aclamada película 'Campeones', de Javier Fesser. Lejos de ganar tres premios Goya como hizo el filme, ellos tienen vidas de cine fuera de la gran pantalla. Porque ellos son artistas sin escenario, héroes sin poderes, maestros sin pizarra, magos sin chistera. Campeones a diario. Pero no por acumular trofeos y medallas -que también-, sino sobre todo «porque somos un equipo, nos apoyamos unos a otros y siempre estamos ahí cuando algún compañero lo necesita. Por eso somos especiales. Por eso somos campeones», dice Pascual Gil enmarcando las palabras con una barba que le hace mucho mayor de lo que es. Sus gafas gruesas reflejan un semblante tímido que no tiene en las distancias cortas. A sus 21 años, es el más joven y el más alto del equipo, tal vez demasiado bajo para ser jugador de baloncesto. Pero esta, como tantas otras cualidades, tampoco importa.

Él es uno de los cincuenta integrantes del Club Deportivo Aspajunide, una de las secciones más imprescindibles y que más cuesta mantener a la asociación jumillana Aspajunide. En él practican baloncesto, fútbol sala, pádel, atletismo, petanca, tenis de mesa, sky nórdico y natación. Aunque el equipo de baloncesto, el último que se ha formado dentro del club, es quizá uno de los más representativos por su diversidad. En él juegan chicos y chicas con síndromes de Down, Asperger, Joubert, diferentes tipos de discapacidad intelectual e incluso hasta algunos con daño cerebral adquirido. Lejos de ser determinantes, estas, como tantas otras cualidades, no limitan su capacidad de campeones.

De los trece integrantes del equipo de baloncesto, Pascual es el ejemplo más claro de «cómo el deporte cambia la vida de las personas con discapacidad intelectual», asegura el presidente del club, Avelino González. Cuando se le pregunta sobre el tema, el joven no lo evade: «Yo estaba siempre encerrado en casa, con los videojuegos, apenas salía y tampoco iba al centro especial de empleo. Pero con el baloncesto he encontrado un grupo de amigos, gracias al equipo he descubierto el compañerismo y ahora voy a Aspajunide cada día», dice y la honestidad se le acurruca, dulcemente, como un animalillo en la garganta.

Muchas son las diferencias entre el joven Pascual y su compañero José Miguel Mayor, pero comparten la misma historia: también a este le ha cambiado la vida jugar en el club de Aspajunide. «Yo antes no era así», dice porque su discapacidad es consecuencia de una medicación que le provocó una lesión cerebral, «pasé de estar en una silla de ruedas a estar corriendo y botando la pelota. Así que, imagínate cómo me ha cambiado la vida». Hace años, José Miguel era encargado de un supermercado, hacía cada día la comida en su casa y podía cargar con todas las responsabilidades que quisiera. Perder esas habilidades «le generó mucha frustración. Lo más difícil para él fue aprender a convivir con eso: ver que necesita ayuda para cosas que antes hacía de forma automática. El deporte, además de ayudarle a nivel psicomotriz, le vale mucho para ocupar su tiempo y para aumentar su autoestima», explica José Luis Bernabéu, psicólogo de Aspajunide.

Los beneficios físicos son, en su caso y en el de todos sus compañeros, más que evidentes, «pero estar en un equipo y salir de competiciones les aporta mucho más que eso, les sirve de motivación personal y laboral, les cambia por completo la actitud. Eso es lo más importante», destaca el presidente, que también hace de entrenador en las modalidades de atletismo y esquí nórdico. En esta última ha sido campeona, a sus 55 años, María Fuensanta García, Santi para los amigos, que presume orgullosa de haber conseguido la medalla de bronce en la carrera de raquetas en la última convocatoria nacional: «Es como si fuera de oro. Me lo curré mucho porque me gusta mucho ese deporte». Abrazada ahora a la pelota y sin fuerza suficiente en los brazos como para atisbar canasta, Santi es el alma del equipo de baloncesto. Ella entrena, pero no suele jugar en los partidos, «aunque su presencia en las competiciones es fundamental para animar al resto de los jugadores», confiesa González con cariño.

El equipo de baloncesto del Club Deportivo Aspajunide, compuesto por José Manuel Aliaga, Miguel Tárraga, José Luis Olivares, Pedro Olivares, Verónica Navarro, Santi García, José Miguel Mayor, Carlos Benjamín, Pascual Gil, Cristian Ramos, Marcelino Miro y Juan Antonio Artacho, junto a sus entrenadores, Lorenzo Martínez y Pedro Abellán.
El equipo de baloncesto del Club Deportivo Aspajunide, compuesto por José Manuel Aliaga, Miguel Tárraga, José Luis Olivares, Pedro Olivares, Verónica Navarro, Santi García, José Miguel Mayor, Carlos Benjamín, Pascual Gil, Cristian Ramos, Marcelino Miro y Juan Antonio Artacho, junto a sus entrenadores, Lorenzo Martínez y Pedro Abellán. Martínez Bueso

La aventura de los viajes

Tras quince años y contra todo pronóstico, Jose Granados, el capitán del equipo de fútbol sala Aidemar CFS Pinatar, se ha convertido en «el imprescindible» para sus compañeros. No es el mejor jugador ni el que más goles marca, «es 'el broncas', el que nos echa sermones, el que más se preocupa por todos y por que las cosas salgan bien, el que nos hace ser mejores», dice Ginés Castillo, deltantero del grupo.

Es la primera vez que Jose escucha ese dictamen unánime de sus compañeros y le abruma. Y tal vez porque no está muy acostumbrado a los halagos, intenta restarle importancia a su labor: «A mí lo que más me gusta es jugar con mis compañeros, apoyarlos, porque somos un equipo», dice y la bondad se le instala en la sonrisa como un pájaro que se acomoda en su nido al caer la tarde.

La tarde cae en el polideportivo de San Javier en el que él y sus amigos entrenan dos veces por semana. Sentados alrededor de una mesa, Jose 'el capitán', Ginés 'el pichichi', David, Adolfo, Marcos, Santi, Joaquín y José Manuel comparten un refresco en la cafetería que hay junto al pabellón que les ha visto ganar más de una vez.

Ellos son solo una representación de los 200 usuarios del Club Deportivo Aidemar, que aglutina a chicos y chicas de toda la comarca del Mar Menor, el Pilar de la Horadada e incluso de Cartagena. Ellos son un grupo de chavales tan corriente como cualquier otro: les gustan las bromas, las chicas, los viajes, las fiestas y el deporte. Algunos son autistas, otros tienen discapacidad intelectual límite, otros síndrome de Down y algunos síndrome de X Frágil. Es lo único que les hace diferentes al resto, pero no menos capaces. Ellos son campeones de España en primera división adaptada de fútbol sala. Un título que consiguieron el pasado mes de octubre en el torneo nacional que se celebró en Sevilla. Al mencionar ese viaje, David, el portero, no puede dejar de reír. Sus carcajadas generan un efecto dominó. Todos saben de qué se acuerda, como si sus memorias habitasen en una misma placenta de recuerdos. «Pero hay cosas que no se cuentan, porque son del equipo», les cubre el capitán.

En Aidemar, la asociación a la que pertenece este club, utilizan el deporte «como una herramienta de inclusión. Las competiciones les permiten relacionarse fuera del centro de día o del centro especial de empleo, conocer ciudades, a chicos de otras comunidades y también a personas sin discapacidad con las que entablan amistades», explica Pedro Javier Sánchez, presidente del club.

Los nadadores del Club Primisport, Isidoro Martínez, Rubén Ros, Francisco José Casanova, José Carlos Moreno, Raúl Medina, Juan Pedro Martínez, Víctor Delgado y Antonio Bellón junto a su entrenador, Antonio Meroño.
Los nadadores del Club Primisport, Isidoro Martínez, Rubén Ros, Francisco José Casanova, José Carlos Moreno, Raúl Medina, Juan Pedro Martínez, Víctor Delgado y Antonio Bellón junto a su entrenador, Antonio Meroño. Martínez Bueso

Lo que le falta a 'Campeones'

Sin pertenecer a ninguna asociación y fundado en 2003 por un grupo de padres insatisfechos con el ocio de sus hijos, en Cartagena es el Club Primisport el que abandera el deporte competitivo de jóvenes con discapacidad intelectual. Sus 38 inscritos hacen natación, tenis de mesa, baloncesto, fútbol sala, atletismo, petanca, pádel, golf y hasta equitación. «Nosotros buscábamos la inclusión y el disfrute de nuestros hijos», recuerda Pepe Moreno, actual presidente del club y uno de los fundadores. «Pero más que beneficios físicos, que son muy importantes, lo mejor es que el deporte les genera hábitos, les quita miedos, les aumenta la autoestima, las relaciones personales». Hace una pausa y señala a uno de los deportistas que entrenan en la piscina: «Mira, ese de ahí no iba con sus padres a ninguna celebración porque no podía escuchar música. Después de ir a un campeonato, ya va a todos lados». Señala a otro. «Mira, a aquel no había quien lo metiera en la ducha general del vestuario. Hubo que habilitarle una individual de monitores. Hasta que un día se nos perdió la llave y, desde entonces, ya no tiene problema». De nuevo apunta con el dedo. «Y aquel, la primera vez que se vino de viaje, nos hizo parar el autobús porque se quería volver a su casa. Lo engañamos como pudimos y luego vino llorando porque no quería volver. Podría contarte mil situaciones parecidas. El deporte les ayuda mucho. Para todo».

En el equipo de natación de Primisport se repiten los perfiles de Aspajunide y Aidemar. Se repiten las sonrisas, el compañerismo, las ganas de ir a cualquier competición nacional. «Las anécdotas son muchas, pero si algo les define es lo legales que son. Yo he visto partidos de fútbol sala sin una sola falta, he visto cómo a un portero se le escapaba sin querer el balón de las manos y un contrincante se lo devolvía, he visto cómo en carreras de atletismo se paran o se dan la vuelta para levantar a cualquier chico que se haya caído, sea o no de su club. Son muy grandes», reconoce Moreno con orgullo.

Estos tres equipos son solo un ejemplo de los cientos de campeones con discapacidad intelectual que hay por toda la Región. Por todo lo que no cuentan, por lo que son sin querer, por las lecciones que representan, tan inadvertidas e insignificantes para aquellos que nunca han compartido un rato con estos ganadores, hoy están en este reportaje. Pero no solo es reseñable su superación constante, sino también sus manías, sus miedos, sus problemas, sus anécdotas, sus victorias y sus derrotas. Cosas que son «exactamente iguales a lo que se ve en la película 'Campeones'», reconoce Maite Jiménez, coordinadora de la asociación Aspajunide. «Todos los que trabajamos con personas con discapacidad intelectual hemos vivido esa historia. Yo me he visto en ese torneo, en ese autobús, solucionando esos problemas». Entre risas, lo mismo aseguran el presidente del Club Deportivo Aidemar y su homólogo en la agrupación cartagenera.

Eso sí, si algo le falta al filme de Javier Fesser, y ahí coinciden los representantes de cada club, «es la obsesión de los chicos por los bufés. ¡Es lo primero que preguntan cuando vamos a ir a alguna competición! Luego te los ves llegar con unos platos que rebosan hasta arriba en los que mezclan de todo. Por lo demás, sí. Con ellos, la realidad es así, de película».

El equipo de fútbol sala Aidemar CFS Pinatar, Ginés Castillo, José Morenilla (entrenador), Marcos De la Torre, David Andreu, Adolfo Méndez, José Granados y Santiago Carrasco. Martínez Bueso

«El deporte para ellos es un chute de motivación y de autoestima»

Sentada en una de las gradas del pabellón del polideportivo de San Javier, Ana López observa cómo un fotógrafo de 'La Verdad' retrata al equipo Aidemar CFS Pinatar. Como mínimo dos veces por semana realiza esta madre un viaje de ida y vuelta desde Cabo de Palos hasta San Javier para que sus hijos, Adolfo y Mª Ángeles, puedan entrenar en los equipos de fútbol sala, atletismo y natación del Club Deportivo Aidemar. «Pero no me pesa, para nada. El deporte es muy importante para ellos, les mejora las relaciones con la familia porque se vuelven más comunicativos, más receptivos, están más relajados. Y además les viene muy bien irse por ahí de competición, porque eso fomenta mucho su autonomía».

Con ella coinciden María Pedreño, Miguel Casanova, Cari Medina y Juan Delgado, madres y padres de los chicos del equipo de natación de Primisport. A través de los cristales de la piscina del Centro Deportivo Mediterráneo, en la que entrenan, les miran con orgullo y tranquilidad. Saben que sus hijos son felices gracias al deporte, por eso «si Primisport no existiera, habría que inventarlo», dice Miguel y todos asienten con la cabeza.

A su hijo Quico le ha encantado jugar al fútbol desde que era un niño, «pero cuando llegó a la adolescencia dejó de encajar en el club en el que estaba y se vio desplazado. Porque ya no solo había que jugar, había que ser bueno. Y dejaron de sacarlo en los partidos. Aquello le generó un complejo que se ha quitado gracias a Primisport, porque aquí no solo ha vuelto a jugar, sino que además se siente entre iguales y se ha creado su grupo de amigos».

La independencia y la autoestima de Kiko, igual que la de sus compañeros, ha aumentado de forma «inimaginable» desde que compite. «Pero no solo eso, mi hijo también ha adquirido mucha disciplina. Ahora es capaz de aguantar sin rechistar donde lo lleve. Antes se cansaba en seguida. Pero gracias a los actos de clausura de las competiciones ha aprendido a esperar y a comportarse», apunta María, la madre de Juan Pedro. El último en entrar en el equipo ha sido Raúl, el hijo de Cari, en cuyo caso, «lo que más ha mejorado gracias al deporte han sido sus relaciones sociales y su motivación, porque él es muy competitivo».

Una forma de inclusión

Además de lo que cuentan los padres, el deporte también ayuda a los usuarios de los clubes a integrarse en sociedad. Por ejemplo, una de las cosas que más les gusta a los chicos del equipo de natación de Primisport «es relacionarse con la gente que viene a la piscina, y hacen sus amistades aquí», cuenta Pepe Moreno, presidente de Primisport.

En busca de esa inclusión, en Aidemar han desarrollado dos iniciativas para que sus chicos practiquen deporte con personas sin discapacidad. La primera de ellas es el proyecto 'Sin Límites', en el que el club plantea rutas senderistas a las que puede inscribirse cualquier persona. El segundo, conseguido gracias a un convenio con la Agrupación Deportiva Pinatarense, se llama 'Dragón Inclusivo'. En él compartirán remos y canoa sobre el mar los usuarios de Aidemar con otros deportistas para presentarse al campeonato europeo que se celebra en julio en Sevilla.

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