Toya Viudes: «Mi historia de amor con Rosario dura años, y eso que no la conocí»
La sobrina nieta de la pintora Rosario de Velasco busca a través de redes sociales obras no localizadas de la artista para una exposición en el Thyssen
«Estoy alucinando», dice Toya Viudes (Murcia, 1967), periodista, escritora y colaboradora de Opinión de LA VERDAD. Sobrina nieta de la pintora Rosario de Velasco (Madrid, 1904-Barcelona, 1991), que gozó de un gran reconocimiento antes del estallido de la Guerra Civil española, y cuya trayectoria artística hasta el final de sus días es digna de admiración, Toya Viudes comisariará, junto a Miguel Luzarreta, la gran exposición –todavía sin fecha– con la que el Museo Thyssen rendirá homenaje, acercando a un público masivo al conjunto de una obra que provocó la admiración de figuras como Eugenio d'Ors, y que las crónicas destacan que se vendía con gran facilidad, a una creadora cuya huella está presente en museos de la importancia del Reina Sofía (MNCARS); allí se puede disfrutar de su óleo sobre lienzo 'Adán y Eva' (1932). Una obra en la que, según la experta Paloma Esteban Leal, «se encuentran las principales constantes de la trayectoria plástica de su autora, una producción figurativa que en el período anterior al año 1936 se aproxima al realismo de los colectivos identificados con la corriente europea de recuperación del clasicismo, como la Nueva Objetividad alemana o los italianos Valori Plastici».
Admiradora de Durero, capaz de reinventarse pictóricamente en las últimas etapas de su vida, donde ya las naturalezas muertas y las composiciones con figuras dejan paso a mayores niveles de ensoñación, sugerencia y misterio, Rosario de Velasco –vida y obra–, está siendo objeto de un estudio exhaustivo por parte de Toya Viudes, entregada a la tarea nada fácil de recuperar la obra 'perdida' de su tía abuela a través de llamadas de atención en Twitter que «están dando muy buen resultado». Hija de Maite de Velasco y de Adrián Ángel Viudes, creció contemplando cada día en el domicilio familiar el cuadro titulado 'Las lavanderas'.
–¿Qué tal?
–Muy bien. Guillermo [Carrión, fotógrafo de LA VERDAD] se ha quedado muy sorprendido cuando ha visto el cuadro de 'Las lavanderas'; creo que pensaba que sería una obra con la que podría hacerme una foto abrazada a ella, mirándola embobada tumbada en el sofá [risas]. Pero lo ha resuelto muy bien, con mucha profesionalidad. La verdad es que este cuadro que heredó mi madre impresiona al verlo.
–¿Sueña usted con Rosario de Velasco ?
–No solo sueño con ella, sino que creo que me están pasando cosas mágicas desde que estoy volcada en esta aventura maravillosa de montar para el Museo Thyssen la gran exposición que se merece. Por ejemplo, el mismo día [20 de mayo] en que Rosario hubiese cumplido 109 años, los mensajes que recibí en las redes se multiplicaron un disparate. No me imaginaba todo lo que iba a pasar el día en el que me dije: 'Voy a contar la historia de la exposición sobre Rosario, a ver si suena la flauta y podemos localizar obras suyas de la época de los 30 y los 40, que están muy perdidas. Y sonó, y eso que ni tengo muchos seguidores, ni soy famosa, ni nada. Hay ya mucha gente que se ha puesto en contacto conmigo para decirme que tienen cuadros de Rosario.
«Viendo su obra en el Reina Sofía junto a la de Dalí y Maruja Mallo, empecé a plantearme cómo siendo tan excelente pintora estaba tan olvidada»
–Habla de ella como si tuviesen trato.
–Es que yo hablo con ella [sonríe], en el sentido de que le voy contando todo lo que voy haciendo, y consiguiendo, y en el sentido también de que le pido que me eche una mano, «porque seguro que tú desde allá arriba puedes facilitar las cosas». Cada vez que aparece un nuevo cuadro, le doy las gracias, '¡vamos bien, Rosario!'. Están apareciendo maravillas.
–¿Por qué de esas décadas?
–Fue la época de sus grandes reconocimientos, de su premiada obra 'Adán y Eva', de su participación en la Bienal de Venecia... ¡Jugaba en grandes ligas! Era su época de los grandes formatos, algunas de sus obras son auténticos espectáculos.
–¿Cuándo se decidió a 'rescatarla' del olvido?
–Mi historia de amor con Rosario dura ya muchos años, y eso que no la conocí. Pero el cuadro que está en casa de mis padres siempre me alucinó. Se lo regaló a mi abuelo cuando se casó, en 1936, después de haberlo presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934. Desde entonces siempre ha estado en manos de mi familia; primero estuvo en casa de mis abuelos en Valencia, después se lo trajo mi abuela a Murcia cuando enviudó y se vino aquí, donde vivían mi madre y mi tía, y finalmente lo heredó mi madre. ¡Toda mi santa vida conviviendo con ese cuadro! Pero fue tras trasladarme a estudiar a Madrid, y empezar a visitar el Reina Sofía, cuando al ver la obra de Rosario, junto a la de Dalí y Maruja Mallo, empecé a sentir por ella una gran curiosidad y a plantearme cómo siendo tan excelente pintora estaba tan olvidada y nunca se le había hecho la gran exposición que se merece. ¡Ya ha llegado el momento, y por todo lo alto!
–¿En qué momento empezó a gestionarla?
–Tuve la suerte de que hace un par de años aterrizó a vivir en Cabo de Palos, donde yo también vivo ahora, Miguel Luzarreta, un gestor cultural muy prestigioso, y muy bien relacionado, que se entusiasmó también con mi proyecto y se volcó en ayudarme. Gracias a él, nos recibieron en el Thyssen, estuvimos reunidos con Guillermo Solana y resulta que él también admira mucho la obra de Rosario, la mayoría de la cual está en manos privadas y no se conoce. Y adelante, trabajar con el equipo del Thyssen es realmente una experiencia increíble, y sin duda se te abren muchas puertas.
–¿Cuándo será la exposición?
–Todavía no tenemos fecha, pero para no pillarme los dedos le diré que más pronto que tarde [ríe].
–¿Cómo era su tía abuela?
–Era una mujer espectacular y con una gran curiosidad y ganas de conocer; por ejemplo, con el dinero ganado en una exposición se fue con una amiga a conocer la [extinta] Unión Soviética. Se sabía manejar muy bien en los círculos artísticos, fue discípula de [Fernando Álvarez de] Sotomayor, por entonces director del Museo del Prado, no se perdía un sarao artístico, expuso en grandes ciudades europeas, era una mujer guapísima y supermoderna a la hora de vestir, tenía una vitalidad envidiable, le encantaba el montañismo y esquiar...; pero entonces llegó la guerra. Y se le partió la vida.
El regreso
–Una mujer de derechas.
–Que cuando se instaló en Barcelona, ya nacida su hija, se olvidó de la política. [En 1937 cruzó, junto a su marido, Javier Farrerous, a pie la frontera a Francia, donde nació su hija María del Mar. Finalizada la contienda, fijaron definitivamente su domicilio en Barcelona]. Parece que a Rosario estuvieron a punto de fusilarla...; la metieron en la Cárcel Modelo de Barcelona, adonde había huido desde Madrid tras recibir un chivatazo informándole de que la estaban persiguiendo, y allí pasó un sola noche porque la salvó el médico de la cárcel, con el que luego se casó. Una vez de regreso la familia a Barcelona, siguió pintando hasta dos años antes de su muerte, pero ya sin tanta continuidad y sin estar ya pendiente de premios y circuitos. También le interesó siempre el cine, incluso decía que si no hubiera sido pintora habría sido directora de cine. La familia guarda un montón de cintas suyas rodadas allá donde iba.
–¿Qué le dice su madre?
–[Risas] Que porque se lo pido yo, que si no 'Las lavanderas' no salía de su casa, ni al Thyssen ni a ningún sitio.
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