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Francisco Lucas, Delegado del Gobierno en la Región de Murcia

Para el delegado del Gobierno en la Región de Murcia, Francisco Lucas (El Raal, 1989), la transformación de España en estos últimos 50 años democráticos ha sido vertiginosa, al pasar de una etapa «de miedo, de silencio y de hambre» a ser «una de las democracias más avanzadas y de las economías más desarrolladas del mundo». Con esa velocidad de crucero focaliza su mandato, marcado por la centralidad, el diálogo y la convivencia.
–Usted nació en tiempos de libertad. ¿Qué logros considera más significativos en este medio siglo de vida democrática?
–Mi abuelo Manuel Lucas fue represaliado y sufrió ocho años de cárcel por defender la libertad. De hecho, fue uno de los represaliados en la Cárcel Vieja de Murcia. Venimos de una España de miedo, de silencio y de hambre que ha evolucionado hasta ser una de las democracias más avanzadas y de las economías más desarrolladas del mundo. Todo eso ha ocurrido en apenas cincuenta años. La historia de España cabe en la historia de mi familia: mis abuelos paternos, represaliados por la Guerra Civil. Mis padres, trabajadores que, con su esfuerzo, lograron que mi hermana y yo pudiéramos estudiar en la universidad. Sí, como bien dice, nací en tiempos de libertad, soy hijo de la democracia, pero también soy nieto de la represión. 50 años después, el nieto de represaliados por el franquismo y el hijo de unos padres humildes se dirige a la ciudadanía a través de este espacio como delegado del Gobierno de España. Ese es el verdadero sentido de la democracia y del progreso: que en un país que sufrió tanto, los nietos de los represaliados y los hijos de las familias humildes puedan abrirse camino y construir un futuro mejor. Que, a pesar de las dificultades, podamos soñar. También es el mejor resumen de estos 50 años y nuestro mayor éxito como país.
–¿Cómo desarrolla su liderazgo en la Delegación del Gobierno en la Región de Murcia cuando se conmemoran los 50 años del fin de la dictadura?
–Durante este año 2025 conmemoramos 50 años de España en libertad con un objetivo fundamental: poner en valor la gran transformación social, política, económica y democrática experimentada por nuestro país en este tiempo. Como delegado del Gobierno, voy a utilizar todos los recursos del Estado para defender la libertad y la democracia. Lo he demostrado desde el primer día. Mi llegada a la Delegación del Gobierno en la Región coincidió con la Feria de Murcia y un episodio que demuestra la importancia de seguir educando en valores democráticos. Una de mis primeras actuaciones fue dar instrucciones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que, en aplicación de la Ley de Memoria Democrática, retiraran bufandas con simbología franquista en varios puestos. Debemos ser plenamente conscientes de que la democracia y la libertad requieren una defensa y una conquista diaria. Porque los fanatismos, los fundamentalismos y la intolerancia no descansan. Adoptan formas de aparente legitimidad que acaban colándose a todos los niveles de la sociedad.
–¿Percibe que la sociedad de la Región de Murcia sigue identificándose con los valores de consenso, diálogo y pluralismo que marcaron el inicio de la democracia?
–Los ciudadanos y ciudadanas de la Región de Murcia, en una inmensa mayoría, apostamos por la centralidad, el diálogo y la convivencia. Somos una sociedad pacífica que quiere seguir viviendo en armonía y paz social. Soy un firme defensor del diálogo y del acuerdo. Desde el primer momento, he defendido la importancia de fijar una posición común en los asuntos que son estratégicos para nuestra Región. Estoy hablando de asuntos tan importantes como la vivienda, el agua, la financiación, los servicios públicos y, sobre todo, el asunto que nos ocupa, la convivencia. Estoy convencido de que esto es lo que quieren los ciudadanos y ciudadanas de nuestra Región, y también de que es lo mejor para nuestra tierra.

–¿Y están en riesgo estos valores democráticos debido a la coyuntura actual?
–En los últimos años estamos asistiendo a un aumento de los discursos de odio, de los discursos que dividen a la sociedad y ponen en riesgo lo más importante: la convivencia. Lo vimos el verano pasado en Torre Pacheco, en unos disturbios que abrieron los informativos de todo el país. Fue un episodio lamentable, que nos recuerda a los momentos más oscuros de nuestra historia. Perseguir o señalar a personas por su origen o religión tiene un nombre, y es fascismo. Afortunadamente, son minoría. Esos actos no nos representan como sociedad. La mayoría de ciudadanos y ciudadanas de esta Región somos personas con una firme convicción democrática. Este tipo de episodios nos sirven reafirmar este compromiso y seguir defendiendo cada día la convivencia y la democracia.
–Uno de cada cinco jóvenes españoles (19,6%) asegura que los años de la dictadura fueron buenos o muy buenos para el país, según el CIS. ¿Qué mensaje diría a las nuevas generaciones para no repetir la misma historia?
–Me preocupa especialmente que entre las generaciones jóvenes calen discursos que cuestionan la democracia. También que algunos de ellos y ellas empiecen a mirar con simpatía movimientos totalitarios y reaccionarios. Para mí, esto no hace más que demostrar la importancia de seguir manteniendo viva nuestra memoria, de seguir explicando en las aulas, en todos los espacios, la historia de nuestro país. Debemos poner todos nuestros esfuerzos como sociedad para que los más jóvenes sean conscientes de lo afortunados que son de vivir en una democracia consolidada como la española, y de saber que todos los derechos, libertades y calidad de vida de los que disfrutan nacen de ella. Una de las grandes amenazas de la Democracia es el olvido y por eso hoy estamos aquí para recordar. En cualquier caso, soy optimista. Solo hay que echar un vistazo a algunas de las movilizaciones de los últimos años y ver que, en buena parte, han sido impulsadas por jóvenes. Estoy hablando de movilizaciones como el 25N, el 8M, el Orgullo LGTBI o las convocadas para exigir una vivienda digna. Veo una minoría ruidosa, especialmente en redes sociales, pero también veo una gran mayoría comprometida y movilizada. Ellos son nuestra mayor garantía para el futuro.