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Roman Krznaric Sabio 11 | El creador del pensamiento catedral «La humanidad del futuro nos declarará culpables»

Con motivo de nuestro 35 aniversario y en colaboración con la Fundación BBVA, hablamos esta semana con el filósofo que ha conquistado al mundo con una idea sencilla: seamos buenos antepasados para las generaciones venideras. Él lo llama 'pensamiento catedral': para resolver problemas como el cambio climático o la robotización, el único camino es pensar a largo plazo, como los constructores medievales.

Sábado, 09 de Julio 2022

Tiempo de lectura: 6 min

Filósofo social formado en Oxford, Roman Krznaric (Sídney, Australia; 1971) está empeñado en incluir los intereses de las generaciones venideras en la agenda política. Su último libro es El buen antepasado. Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista (Capitán Swing). En él expone su concepto del pensamiento catedral: debemos planificar proyectos con un horizonte muy amplio, con décadas o siglos por delante. Y recuerda como en el Medievo la gente comenzaba a construir catedrales, aunque sabía que no las verían terminadas en el transcurso de sus vidas. El diario The Observer lo considera uno de los pensadores más influyentes.


XLSemanal. Usted ha reflexionado sobre cómo juzgarán las generaciones futuras a la humanidad del presente. Dígame, ¿cuál será el veredicto?

Roman Krznaric. Culpable, me temo.

XL. ¿De qué?

R.K. De poner en peligro la viabilidad del futuro. Nos llamarán 'los delincuentes del carbono', los que convirtieron el mundo en un vertedero, los que no pensaron en los riesgos de la tecnología ni hicieron gran cosa para prevenir las pandemias.

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POR QUÉ PASARÁ A LA HISTORIA
Por ser el gran teórico del pensamiento catedral, que promueve una visión a largo plazo de las decisiones políticas, económicas e incluso personales. Y que se ha abierto paso en la agenda de gobiernos, empresas, instituciones educativas y movimientos sociales.

XL. ¿Estamos a tiempo de que nos recuerden con un poco más de simpatía?

R.K. Sí, siendo buenos antepasados.

XL. Aclare el concepto…

R.K. Lo descubrí en los escritos del inmunólogo Jonas Salk, que desarrolló la primera vacuna contra la polio en los años cincuenta (ni siquiera la patentó porque la consideraba un regalo para la humanidad). Salk propuso que la gran cuestión era preguntarnos si estábamos siendo buenos antepasados. Tenemos una obligación con los miles de millones de personas que habitarán el futuro: legarles un mundo en condiciones.

XL. Muchos tienen bastante con poner comida encima de la mesa.

R.K. Ya, es difícil pensar en el futuro cuando no llegas a fin de mes. Pero se sorprenderá: quienes practican con más ahínco lo que digo son gente muy modesta.

XL. ¿Por ejemplo?

R.K. Los refugiados, cuando abandonan su país, toman una decisión a largo plazo que afectará a sus descendientes. Lo practican las culturas aborígenes, que suelen ocupar la escala más baja de la sociedad. Fueron víctimas de un pasado colonial y no quieren que sus descendientes sean víctimas de la colonización del futuro.

«La creación del reloj mecánico ha sido una gran tragedia para la civilización occidental»

XL. ¿Se puede colonizar el futuro?

R.K. Sí. Si no tenemos en cuenta los derechos de las generaciones venideras, estas serán rehenes de las decisiones que tomemos. Hay que procurar que se oiga su voz.

XL. ¿Cómo?

R.K. Parece una locura, pero muchas culturas tienen esto muy asumido. Por ejemplo, en las tribus indígenas de América existe la obligación de pensar siete generaciones por delante.

XL. La mayoría piensa como mucho en los nietos, ¿más allá no resulta demasiado difuso?

R.K. No. Siete generaciones son 250 años. El año que nació mi abuela y en el que quizá muera mi nieto pueden estar separados por más de dos siglos. Le pondré otro ejemplo. Los maoríes de Nueva Zelanda, cuando se reúnen, creen que en la misma habitación están los vivos, los muertos y los que aún no han nacido.

XL. Los maoríes consiguieron que se otorgara personalidad jurídica al río Whanganui, que consideran sagrado, lo que inspiró una iniciativa legislativa popular en España para proteger el Mar Menor, un ecosistema muy dañado. 

R.K. Me parece fantástico. Y se están impulsando casos similares en los parlamentos y tribunales de muchos países: en Holanda, en Colombia, en Estados Unidos… No obstante, si no hay un movimiento ciudadano detrás, no hay nada que hacer.

«En Gales cuentan con un comisionado que examina las posibles consecuencias de las leyes a 30 años vista»

XL. Pero en la política manda el corto plazo.

R.K. Sí, los políticos no ven más allá de la próxima elección. Pero no es algo tan descabellado… En el país de Gales cuentan con un comisionado para las siguientes generaciones. Es un cargo oficial que tiene la obligación de examinar las posibles consecuencias de las leyes a 30 años vista. Y en Japón existe un ceremonial asombroso. Es una asamblea ciudadana donde hablan de la planificación urbanística o de los presupuestos, y se ponen una toga tradicional, como si fueran los abogados que defienden a los ciudadanos de 2060.

XL. Cuesta pensar en 2060, a no ser que hayas firmado una hipoteca…

R.K. [Ríe]. Sí, pero planificar sin tener en cuenta tu propio interés es un rasgo humano. Gaudí no se hubiera molestado en empezar la Sagrada Familia si no lo fuera. Ni los romanos hubieran hecho el acueducto de Segovia.

XL. No se lo discuto, pero es que muchas veces ni te da tiempo a pensar más allá del día a día…

R.K. Es la tiranía del reloj. Vivimos pendientes del tiempo desde el siglo XIV, cuando se inventó el reloj mecánico.

XL. Oiga, que los antiguos tenían relojes de arena, de sol…

R.K. Sí, pero su tiempo era cíclico. Cuando la arena pasaba al fondo, le daban la vuelta al reloj. Una gran tragedia de la civilización, sobre todo en las sociedades occidentales, ha sido reemplazar el tiempo circular –donde todo recomienza– por el tiempo lineal.

XL. ¿Qué importancia tiene que concibamos el tiempo como un círculo o como una línea?

R.K. Que una línea puede acortarse. Hasta el año 1700 los relojes solo marcan los cuartos y las horas. Entonces se inventa el minutero y en 1800, el segundero. Esto acentúa la impresión psicológica de que el tiempo va más rápido. La Revolución Industrial llega con la máquina de vapor, pero los historiadores también señalan la importancia del reloj de la fábrica, que impone los turnos, como una pieza fundamental de la industria moderna.

«En España vendría bien reivindicar la cultura del agua de los árabes: el sur de Europa sufrirá enormes sequías a partir de 2030»

XL. Vamos hacia una población cada vez más longeva y estamos viendo que los intereses de jóvenes y mayores no siempre confluyen. En Alemania hay un gran debate sobre si conviene bajar la edad legal para votar a los 16 años. ¿Qué opina?

R.K. En el Reino Unido, todavía tenemos reciente que los mayores de 65 votaron por el brexit y los menores de 30 por quedarse en Europa. Pero no lo veo...

XL. ¿Por qué?

R.K. No creo que bajar la edad vaya a cambiar nuestras políticas. Ya se vota a los 16 en Brasil o Austria, y es más de lo mismo. Tienen más influencia en el día a día las asambleas locales. En Bélgica, Holanda o Irlanda siguen el ejemplo de la Grecia antigua y se selecciona a algunos de sus miembros por sorteo. Eso ayuda a que la gente se involucre.

XL. También nosotros tuvimos antepasados…

R.K. Sí. En España todavía perdura la cultura del agua de los árabes. Y vendría bien reivindicarla, teniendo en cuenta las enormes sequías que se pronostican para el sur de Europa a partir de 2030. Pero en las últimas elecciones de Australia ningún partido habló del cambio climático, a pesar de los incendios devastadores.

XL. ¿Es la cultura de la negación?

R.K. Sí. Hay que ser humildes y pensar que las civilizaciones pueden colapsar. La estadística señala que las civilizaciones de la Antigüedad duraron unos 330 años de media.

XL. ¿Por qué colapsan?

R.K. Una buena lección nos la da la civilización sumeria. Cayó porque su agricultura era insostenible. Su técnica consistía en desviar los ríos hacia tierras áridas, lo que dejó grandes depósitos de sal en el suelo. Hubo un primer periodo de abundancia, pero las cosechas comenzaron a reducirse por la salinización. A los gobernantes les dio igual y siguieron ampliando los canales.