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Sarah Hurwitz conversa con Michelle Obama, en una imagen reciente.
La 'negra' de Michelle Obama

La 'negra' de Michelle Obama

La señora de Donald Trump se convirtió en el hazmerreír del mundo al copiar un emotivo discurso de la primera dama. Aunque en realidad plagió a Sarah Hurwitz, la graduada en Harvard que se los escribe

INÉS GALLASTEGUI

Lunes, 8 de agosto 2016, 12:16

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La guapa Melania Trump hizo el ridículo más espantoso repitiendo como si fuera suyo un discurso casi idéntico al pronunciado por Michelle en 2008, cuando Barack Obama aspiraba por primera vez a ocupar el Despacho Oval. Pero, en rigor, Melania no copió a la actual primera dama; más bien Meredith fusiló a Sarah.

Ni que decir tiene que las exmodelos eslovenas con aspiraciones políticas -aunque sea como consortes- no escriben sus propios discursos. Ni siquiera las brillantes abogadas de Chicago, graduadas en Princeton y Harvard, lo hacen. Tienen peluqueros, maquilladores y asesores de imagen, y también su propio 'speechwriter'. Como sus maridos. Meredith McIver, empleada de la Trump Organization como autora en la sombra de varios libros del magnate y candidato republicano, fue la encargada de escribir el texto que Melania pronunció en la Convención Republicana hace dos semanas. Lo malo, confesó después, fue que anotó unas frases que la propia aspirante a inquilina de la Casa Blanca le citó de una intervención antigua de la señora Obama, pero McIver no se molestó en comprobar cuánto se parecían al original. Y se parecían mucho. Muchísimo.

El bochornoso incidente ha traído al primer plano de la atención mediática a Sarah Hurwitz, creadora de aquel mitin de Michelle sobre la ética del trabajo, el valor de la palabra dada y el respeto a los semejantes, y también del emocionante discurso que la primera dama pronunció el martes en la Convención Demócrata en apoyo a Hillary Clinton.

La 'negra' de Michelle Obama es judía. No se sabe mucho más de esta mujer de 38 años, nacida en Wayland, Massachusetts, y graduada en Leyes en Harvard. La primera vez que cruzó el umbral de la mansión presidencial tenía 13 años. Aquella visita escolar la marcó, recordaba en el documental 'Get schooled'. «Quiero formar parte de esto», le dijo a uno de sus profesores. Y lo consiguió.

Siempre ha escrito para los demócratas. Empezó como becaria en la oficina del vicepresidente Al Gore (1993-2001) y después trabajó en las campañas de Wesley Clark, precandidato en 2003, y John Kerry, que perdió frente a George Bush hijo en 2004.

Cuatro años después, Hurwitz preparaba los alegatos de Hillary durante las durísimas primarias que la enfrentaron al senador afroamericano por Illinois. La joven jurista estaba detrás de aquel discurso en el que la señora Clinton felicitaba a su rival y, a la vez, atribuía sibilinamente su derrota al machismo imperante en Estados Unidos: «Aunque esta vez no hemos conseguido romper el techo de cristal más alto y más duro, gracias a vosotros tiene 18 millones de grietas (en alusión a sus votantes en la elección interna)».

Solo dos días después, Jon Fravreau, entonces jefe del equipo de redacción de Barack Obama -integrado por medio centenar de profesionales-, ya había fichado a esta afilada pluma, que desde hace casi siete años se dedica en exclusiva a la agenda de la primera dama desde su despacho en el Ala Este.

Encontrar la voz de Michelle

El temor a que la esposa del presidente no se fiara de ella tras la «brutal» campaña de primarias se disipó pronto. Según confesaba Hurwitz a 'The Washington Post' el mes pasado, en su segunda conversación, que duró 90 minutos, Michelle le dijo: «Vale, yo soy esta. Vengo de aquí. Esta es mi familia. Estos son mis valores. Y esto es lo que quiero decir».

Con el tiempo, Sarah aprendió a 'leer' a Michelle: encontró la voz con la que se siente cómoda y seduce a la gente. Salpica sus comparecencias con anécdotas de su infancia humilde, habla de los desvelos de la pareja por las niñas y siempre cuenta una de esas historias de superación personal que los americanos adoran. Ese tono cercano le ha ayudado a deshacerse de la imagen de letrada elitista y malhumorada. «Cuando escribo para ella, es como si oyera su voz en mi cabeza corrigiéndome, porque hemos hablado mucho a lo largo de los años y ha sido muy clara sobre lo que quiere», admitía.

El mitin de Michelle en Filadelfia para respaldar a Hillary duró 14 minutos y causó conmoción. «Me despierto cada mañana en una casa que fue construida por esclavos. Y veo a mis hijas, dos jóvenes negras, inteligentes y hermosas, jugando con sus perros en los jardines de la Casa Blanca -dijo-. Gracias a Hillary Clinton mis hijas, y todos nuestros hijos e hijas, dan ahora por sentado que una mujer puede ser presidente de Estados Unidos». El auditorio se vino abajo.

«Fue brutal», admite Fran Carrillo, fundador de La Fábrica de Discursos, que ayuda a políticos a armar y escenificar sus alocuciones. «Ella es una gran comunicadora; para mí, mejor que su marido», asegura. Y muy disciplinada: ensaya sus intervenciones con semanas de antelación, hace sugerencias útiles y jamás pide cambios de última hora.

Carrillo recuerda que el oficio no se aprende en ninguna facultad -él estudio Periodismo e Historia, pero se convirtió en asesor de comunicación- y considera clave «mimetizarse con el orador, conocerlo, sentirlo y hasta quererlo para poder colocar tus expresiones en su boca». Con un matiz: «Las palabras no son del escritor de discursos, son del político. Solo ponemos bonito lo que ellos quieren decir».

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