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Los empleados llevan camiseta con mensaje por delante y por detrás. 'Hábil, idóneo, capaz'.
La 'trattoria' más solidaria

La 'trattoria' más solidaria

En este local romano, en pleno Trastevere, todo es diferente. No dan pizzas, sino caviar de berenjena. Y lo sirven personas con discapacidad psíquica. El sumiller es abstemio

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Lunes, 8 de agosto 2016, 11:04

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Entre los cientos de pizzerías, restaurantes, cafeterías y bares que pueblan el barrio romano del Trastevere, uno de los preferidos por italianos y turistas debido a su animación y al encanto de sus plazas y callejuelas, hay un lugar distinto a los demás para disfrutar de las maravillas de la cocina italiana. Que no es un sitio como otro cualquiera queda claro desde el primer golpe de vista: en la parte frontal de las camisetas negras que visten los empleados está escrito en letras blancas la palabra 'Amigo' o 'Amiga', según el sexo del personal. En la parte trasera, sobre un gigantesco signo interrogativo, puede leerse 'Hábil, idóneo, capaz'.

Con este mensaje se inicia la reflexión a la que invita la Trattoria degli Amici, al tiempo que ofrece al comensal sus delicias gastronómicas. Además de su solvente carta, en la que se combinan platos de la tradición romana con creaciones más atrevidas, ofrece un gran hecho diferencial respecto a la competencia: más de la mitad de sus 25 trabajadores tiene algún tipo de discapacidad psíquica. Promovido por la Comunidad de San Egidio, un movimiento de laicos católicos nacido en la plaza homónima donde se encuentra el restaurante, funciona como una cooperativa y ofrece así un trabajo, con la consiguiente independencia económica, a personas que lo tendrían muy difícil para entrar en el mercado laboral.

«Este proyecto nació hace 22 años para responder a un problema: emplear a personas con algún tipo de discapacidad. La dignidad de tener una ocupación cambia efectivamente a las personas. Aquí no se viene a pasar el tiempo, se trabaja de forma seria y verdadera, precisa de profesionalidad y de un continuo esfuerzo», explica Giuseppe Di Pompeo, responsable del negocio. «Primero comenzamos con un pequeño local en el que servíamos bocadillos y ensaladas. Luego abrimos el restaurante en 2000 y hace unos ocho años dimos un gran salto organizativo. Ahora contamos con espacio para 90 cubiertos en las salas de dentro y para 30 en la terraza». Aunque los inicios no fueron fáciles, el proyecto hoy camina solo y no arroja pérdidas al final del ejercicio. De hecho, en los últimos años ha ampliado el personal con tres nuevos trabajadores al tiempo que los responsables alquilaban dos nuevas salas para aumentar su capacidad.

Cariño y profesionalidad

«Nos organizamos en dos turnos aunque cada uno echa las horas de trabajo en función de sus capacidades y necesidades económicas. Damos comidas tanto para el almuerzo como para la cena. Estamos, además, abiertos todos los días. De algún modo tenemos que hacer frente a la competencia. Nuestra clave está en conjugar la solidaridad con el negocio, ya que no tenemos a nadie que nos cubra las eventuales pérdidas. Los beneficios que logramos los reinvertimos», explica Di Pompeo. El responsable de Trattoria degli Amici cuenta orgulloso cómo esta iniciativa ha servido para que empresarios de la hostelería se den cuenta del valor añadido que ofrecen los discapacitados gracias al cariño y la simpatía con que tratan a los clientes. También, a la profesionalidad con que desarrollan sus tareas. «Este restaurante es un símbolo que hace desaparecer muchos prejuicios. Aquí hemos formado a muchos chicos que luego han encontrado un empleo en otros locales».

Uno de los camareros que derrocha cordialidad con los comensales es Diego Proietti. Lleva trabajando en el local desde 2008: «Mi sueño es jubilarme aquí, aunque el camino es aún largo», dice sin parar de sonreír. A diferencia de los empleados de otros restaurantes, que pierden la paciencia con los niños, Diego los trata con dulzura y no tiene empacho en cogerlos en brazos para enseñarles cómo funciona el ordenador con pantalla táctil desde el que controla las comandas.

La Trattoria degli Amici cuenta además con un sumiller muy particular. Se trata de Maurizio Valentini, todo un experto en vinos pese a que jamás ha probado uno. Es abstemio. Todo lo aprende gracias a su nariz, a lo que lee y a los conocimientos que comparten con él los clientes del restaurante. Di Pompeo recuerda que «con Maurizio no fue fácil al principio encontrar su papel, pues se le caían al suelo los platos mientras los lavaba y tampoco se encontraba cómodo sirviendo las mesas. Al final acabó ocupándose de los vinos, para lo que aprovecha su estupenda memoria».

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