Regresos
FLAMEN-COLÍAS ·
En La Unión comenzó el mito, la leyenda de Poveda, la sensación de que surgía algo nuevo en el flamencoEs cierto que Miguel Poveda es generoso con el tiempo de sus recitales, frente a otras cosas que podamos achacarle. Y también es verdad que ... en La Unión siempre se entrega especialmente, no regatea ni tiempo ni esfuerzo. Está agradecido a este pueblo y a este festival. Es natural, aquí comenzó todo en 1993, su mito, su leyenda, cuando ganó la Lámpara Minera y varios premios más, dejando sorprendidos a todos. Y, sobre todo, dejaba la sensación de que surgía algo nuevo en el flamenco, rompiendo la dicotomía, entonces vigente, entre mairenistas y camaronistas. Pues ni lo uno ni lo otro. Surgía una voz nueva, diferente, en el flamenco.
Y estos 28 años transcurridos no han hecho más que afianzar el mito. Él ha demostrado que tuvimos razón entonces al concederle casi todos los premios importantes del Festival. Y tengo el honor y la suerte de que yo era el director del festival en ese momento. Ese gozo, la noche de aquel día, me queda para siempre en el corazón.
Otro mito vivo de La Unión es Encarnación Fernández. A la cantaora le llueven los homenajes últimamente. Hace unos días, por ejemplo, en el Festival de Lo Ferro. La otra noche, Poveda también quiso darle un bonito homenaje, y la sacó al escenario y cantaron juntos un largo repertorio de cantes mineros, acompañados por la guitarra del hijo de Encarna, Antonio Muñoz, un excelente guitarrista. Fue bonito. Miguel se acordó también de otros cantaores de la tierra. Aquí se le sigue queriendo mucho, para tanta gente sigue siendo «su» Miguel, aunque él vuele ya muy alto, aunque aquella noche quede ya lejana a sus 48 años. Gran noche y gran gala flamenca.
En un pasillo del hotel me encuentro con la escultora Lola Arcas. Algunos se van, otros vienen. Y algunos vinieron, expusieron hace años aquí, y ahora regresan. Lola, que ha recibido también un galardón del Festival, prepara ya una próxima exposición aquí, con sus magníficas esculturas flamencas, sus bailaoras. Cada día, en un rincón principal de mi casa, disfruto con la visión de una de esas bailaoras.
Se echan de menos los trasnoches en las terrazas alrededor del antiguo Mercado Público, habitual sede del Festival, y este año en obras. Regresará todo con más fuerza.
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