«Todos tenemos dedos. Todos tenemos cara»

TERRELAPUCA ·

Domingo, 25 de julio 2021, 08:31

Sí, ya sé que hay personas que no tienen dedos y personas que no tienen cara, pero también pueden sentirse representados con el tema que ... voy a tratar hoy: el moralismo extremo y retroactivo.

Publicidad

Esta semana nos enterábamos de que Kentaro Kobayashi, director de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio, era destituido tras resurgir un vídeo de su faceta de humorista profesional en el que realizaba unos chistes sobre el Holocausto. Video, por cierto, que tiene la friolera de 23 años.

No voy a entrar en el debate de si está bien o mal hacer humor sobre cualquier cosa, ya que lo tengo claro: en la ficción se permite todo. No es realidad, es ficción. Y, además, no es lo interesante del asunto. Lo reseñable es la facilidad con la que cualquiera puede caer al abismo, señalados por medio mundo como personas horribles, por hechos que cometieron hace lustros o décadas. No hablo de que salga a la luz delitos graves como que asesinaron o violaron en el pasado a alguien, sino a cómo haber realizado un chiste o un comentario inapropiado, sea en la ficción o en la realidad, puede volverse en su contra tantos años después.

Como si las personas no tuviéramos derecho a meter la pata. Como si no tuviéramos derecho a cambiar. Como si no hubiese gente que a los 16 años era xenófoba y, a los 35, voluntarios en alguna ONG de ayuda a inmigrantes. Da igual cómo seas en la actualidad, siempre habrá dedos señalando a tu rostro para decir que un día, hace eones, hiciste algo moralmente reprochable.

Publicidad

Pero el problema de que todos tengamos dedos y facilidad para señalar, es que todos tenemos cara y pasado para ser señalados. Nadie nos libramos. Es imposible que nuestra conducta haya sido intachable a lo largo de nuestra vida por muchos motivos: porque las adolescencias son difíciles, porque en la juventud se cometen locuras, porque podemos madurar y cambiar de opinión. Pero, sobre todo, porque la moralidad va evolucionando y lo que hacíamos hace 30 o 40 años ahora se considera moralmente reprochable. E internet ha ayudado a que sea más fácil señalar. Así que solo me queda dar gracias a que hace 40 años ni usábamos móviles ni internet (obvio), o a más de una persona en la región se la señalaría como mala madre/mal padre y se les obligaría a dimitir de sus trabajos porque, en los años 70/80, era tradición mojar la chupeta de los bebés en vino.

Resumiendo: no se sumen a señalar, que cualquier día se convierten en objetivo. Frenemos la moralidad extrema y retroactiva.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad