Manuel Ballesta, en su nave del Puerto de Mazarrón, remienda una red de pesca. Vicente Vicéns / AGM

Manuel Ballesta 'Pastor' conoce todas las piedras bajo el mar de Cartagena a Cabo Cope

Mar de fondo ·

«Mis hijos llevan tres ordenadores cada uno para salir a la mar», dice el marinero, ahora presidente de las cofradías de pescadores de la Región

Viernes, 11 de agosto 2023, 00:08

No le han salido escamas a Manuel Ballesta, conocido como Pastor en Mazarrón y en todo el universo pesquero, porque la naturaleza es tozuda. Desde ... los 8 años en la mar, a Manuel podría vérsele la «ardá» -«el brillo del pescado en el agua», ilustra el maestro pescador- cuando camina por la noche por Bolnuevo, su pueblo natal. Allí creció, a los pies de la sierra de las Moreras, y por las tardes, cuando soltaba la cartera de la escuela, le mandaban a traer agua del aljibe común hasta la casa familiar. Aquella cartera que se cruzaba al hombro marcó su vida, porque de aquel zurrón le cayó el mote de por vida. El padre la trajo a la vuelta de la guerra, y la heredó Manuel para sus cachivaches de pupitre y almuerzo de posguerra. «Cuando me ponían una 'torrá' de manteca con pan tierno era una fiesta», cuenta saboreando unas sardinas mañaneras bien merecidas tras una larga vida de mar.

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Sobrasada

A los 14 años dejó la pizarra y el abecedario para aprender a comer del mar sin perder la vida. Entonces su madre le echaba al morral «pescado frito con pan y pimiento molío»; aunque siempre abría la tartera con la ilusión de encontrar un poco de sobrasada que le diera color al día.

«Hijo, nieto y bisnieto de pescadores», despliega Manuel su árbol genealógico. «Conozco todas las piedras que hay bajo el mar desde Cartagena a Cabo Cope», cuenta. No le quedaba otra que dominar los bajos costeros donde tantos navegantes se han ido al fondo. Sin más tecnología que las estrellas y el olfato de pescador, había que llegar vivo a la orilla dorada de Bolnuevo, donde arribaban las barcas. «Ahora mis hijos llevan tres ordenadores cada uno para salir a la mar», dice el veterano marinero, ahora presidente de todas las cofradías de pescadores de la Región de Murcia.

Diario de a bordo

  • «Todas las tablas a las que me agarré en mi último naufragio, el huracán que destrozó Roma» Loreto Sesma

  • Propuesta Buscar la antigua entrada de abastecimiento de agua de las salinas de Mazarrón, entre Punta de Nares y la playa de La Pava.

  • Sabor a mar Canelón de rape, gambas y tomate seco, de Gran Torino, en Cabo de Palos.

  • Vecinos raros del sótano La doncella o budión, con una franja roja a lo largo del cuerpo, vive cerca de la costa mediterránea, en arrecifes y cuevas, y puede cambiar de sexo a medida que crece.

Ningún artefacto evita tener que apretar los dientes cuando viene fiero el temporal. Manuel recuerda todos los arrebatos del mar, desde aquel de 1973 cuando en cabo Formentor un manotazo le arrancó las gafas. O aquella noche entre Punta Seca y Calblanque, cuando el pescador se abrazaba al palo para perseguir la melva y el calamar, porque en definitiva la pesca es una carrera de astucia. Una ventolera «le dio la vuelta al bote donde iba mi padre. Me tiré del palo y mi padre ya no estaba. Busqué desesperado, y de pronto emergió por el aire que había entrado en su traje de agua. Al día siguiente amanecí con el cuerpo lleno de ampollas».

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Gambas saltarinas

En este extremo de la vida, a Manuel se le aparecen recuerdos dulces, como su padre, aquel pescador que se llevaron al frente sin saber muy bien a qué, llegando en su Mobylette cada día para ayudarle a remendar las redes. También sonríe a solas cuando recuerda las gambas rojas saltando en su barca en una tarde de feliz pesquería.

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