Miguel Ríos: «Es obligación de todos parar el desarrollo suicida de lugares como el Mar Menor»

–¿Cómo se encuentra en estos tiempos tan convulsos?

–Pues la verdad es que, a nivel personal, me encuentro muy bien. Sobre todo teniendo en cuenta que acabo de cumplir 77 años. Después de lo baqueteado de mi existencia, llegar a este punto en mi buena condición física es, como poco, un milagro. En cuanto a ciudadano en este tiempo que nos ha tocado vivir, como tú apuntas, convulso, no puedo decir lo mismo. Creo que estamos en una deriva muy peligrosa para la humanidad. El cambio climático, que ya no niegan ni los negacionistas; el deterioro social, debido a la tremenda desigualdad que existe entre clases sociales; entre países y entre hombres y mujeres; entre un porcentaje cada vez menor de multibillonarios y una inmensidad de población que vive por debajo del umbral de la pobreza, me hace vivir en un estado de incomodidad próximo a la angustia. Las políticas neocom y la ideología filo fascista están creando una sociedad amordazada. No entiendo cómo se puede votar a políticos tan desalmados, que arbitran políticas tan injustas para la sociedad en la que viven.

–¿Cómo está viviendo la vuelta a los escenarios?

–De una forma muy positiva. Como cuento de forma simpática en mi nuevo single 'Hola Ríos, Hello' «era aburrido cantar en la ducha». El escenario es el sitio de mi recreo, parafraseando a Antonio Vega. Cuando llevas tanto tiempo haciendo un oficio que veneras, la jubilación no tiene mucho sentido. Sobre todo si te encuentras en un buen momento vocal y tienes canciones nuevas que cantarle a la gente que te sigue desde hace casi sesenta años. He actuado con The Black Betty Trio en el Starlite, en Madrid, Valencia, Alicante y Barcelona y no puedo estar más contento con la acogida de crítica y público.

–El día 30 toca en Las Noches del Malecón. ¿Qué relación tiene con la Región de Murcia?

–No me falta memoria y me sobran razones para estar muy agradecido a los murcianos desde hace muchísimo tiempo. Creo que la primera actuación fue un benéfico en el Teatro Romea, en la Navidad del 63. Después en muchos pueblos de la Región. Mazarrón fue durante unos años un sitio al que acudíamos con frecuencia para hacer el festival de Mazarock, que tomó altura al final de los setenta. Después he actuado en, prácticamente, todo los locales grandes de la ciudad. También tengo buenos amigos.

–¿Tiene alguna sorpresa?

–La gente que me sigue, mis mecenas, como me gusta llamarlos, se llevarán una sorpresa al verme con una formación tan novedosa. Es la primera vez que giro en acústico, pero con una banda tan extraordinaria, que la crítica de El Periódico de Barcelona tituló el otro día: 'Miguel Ríos: acústico, pero electrizante en Pedralbes».

–Hablando de relaciones, ha participado en 'Sol y Sal' de Nunatak, un canto reivindicativo a favor del Mar Menor. ¿Ha estado alguna vez en este espacio natural?

–Me pidieron colaborar y lo hice con placer. He estado infinidad de veces comiendo caldero en lo que era un rincón privilegiado y frágil de nuestro país. Con mi amigo Pepe Garrido, siendo muy jóvenes, nos escapábamos por La Manga y San Javier, cuando todavía estaba en un estado semisalvaje. Creo que es la obligación de todos luchar por parar el desarrollo suicida de lugares tan privilegiados como el Mar Menor.

–¿Hay algún grupo murciano que escuche?

–Soy fan confeso de M Clan. Tarque es un grandísimo cantante y Ricardo un músico puntero. Me gustan Second y Maldita Nerea. Estoy un poco menos puesto en las bandas que salen ahora, pero me llegan ecos de su calidad.

–Su último álbum es 'Un largo tiempo'. ¿Qué tal la acogida? ¿Qué puede contarme?

–Para lo difícil que le resulta a la música comprometida con el pulso social de su tiempo, que se hable de ella, creo que mi disco está teniendo una resonancia bastante remarcable en el público, al menos en el que me sigue, y en la crítica que se ocupa de este tipo de música popular. Yo estoy muy contento de poder seguir escribiendo canciones que me reflejen en mi tiempo y que, al mismo tiempo, le interesen a los demás. Una de las razones que me llevaron a intentar dejarlo, hace una década, era la escasez de nuevas canciones. Ahora han vuelto.

–¿Cómo ve el futuro del rock? ¿Qué piensa de las nuevas bandas?

–La primera cosa que oí cuando llegué a Madrid para grabar mi primer disco, es que tenía que grabar twist porque el rock había muerto. Finales del año 61. El rock, como género, es un muerto que goza de una mala salud de hierro. Que resista a toda la avalancha de modas, y que conviva con las músicas emergentes, se debe a que todas estas manifestaciones están, de una forma u otra, mestizadas con su sonido, o se sirven de su influencia ideológica.

–La industria musical ha cambiado muchísimo. ¿Cómo se ha adaptado a estos cambios?

–Pues sí que ha cambiado, pero el ser humano es un prodigio de adaptación. He asistido a la transformación de una industria presencial a una casi virtual. En una que hacía discos tangibles a una que tiende a la volatilidad digital 'online'. Las dos tienen sus ventajas e inconvenientes. En mi caso la coexistencia es completa. Un largo tiempo se puede adquirir en todos los formatos. Es la ventaja de hacer una música que está entrando en la categorías de clásica y moderna.

–¿Cuáles son sus planes vitales a partir de ahora?

–Una de las consecuencias de la edad es que se va desplazando la valoración del concepto tiempo. Ahora estoy en la edad de tener planes muy pegados al presente. Mi mejor plan futuro es preparar el concierto del día 30 a conciencia, para que todo el mundo quede satisfecho. Yo el primero.