Mayoría absoluta de soul
Reinventar la noche del recuento electoral con la orquesta de Anthony Paule era la mejor idea posible. El TOC de consultar los resultados en el ... móvil era inevitable, claro está, pero los de Anthony Paule hicieron olvidar por momentos lo que pasaba en el loco planeta político. A la salida esperaba el ruido de la realidad, así que el auditorio se convirtió una vez más en un edén, el musical del 23-J.
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La orquesta del sudafricano era la propuesta ideal para evadirse: un sonido compacto y contagioso del soul y el blues de los sesenta y setenta, un maestro de la guitarra eléctrica, y dos fuerzas de la naturaleza con todos los atributos del género.
Sincronizados y enchufados al mismo estilo que nunca pasa de moda, tuvieron espacio para mostrar la calidad de cada uno de los integrantes, desde el organista Tony Lufrano al joven trompeta Ethan Pires. Un espectáculo visual y rítmico para una noche de temperatura infierno que casaba con el uniforme rojo fuego de la orquesta. La vocalista Terrie Odabi, voz humeante y rugido boscoso, comenzó a llevar el ambiente a estado caldera.
La orquesta de Anthony Paule reinventó la noche electoral con un ritmo que Terrie Odabi y Theo Huff convirtieron en caldera
La hábil improvisadora domina todos sus registros. Poderosa de pies a cabeza, demostró cómo se para una orquesta con un golpe de codo o cómo tiemblan los vidrios con su bramido. Y ese contoneo sonoro del soul, que solo tienen algunas cantantes, en la estela de Aretha Franklin o Amy Winehouse.
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El repertorio fue una clase magistral del género. En 'After a while', la cantante puso toda la intensidad, alargando las notas en la garganta como pesadas burbujas de aire caliente. En el blues 'Gentrification' lamentó a pleno pulmón el fenómeno del desplazamiento urbano de las clases bajas en Okland, su ciudad. La cantante convirtió la queja, fuente de inspiración de la música desde los cultivos de algodón, en un himno.
Brillo y efervescencia
Aún quedaba por experimentar el tifón Theo Huff, un showman con la vehemencia y la voz de Otis Redding y el sentido del espectáculo de Bruno Mars. Logró que el público dejara de buscar recuentos en el móvil y los apiñó al pie del escenario para bailar una música recortada de otro capítulo del tiempo y el espacio, de una época de posguerra y sufrimiento que buscaba brillo y efervescencia. La fórmula funciona aún con sus golpes de efecto elegíacos, sus clímax a la desesperada y esa densidad de sentimientos cristalizada en ritmo pegadizo.
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Huff se metió al auditorio entre las lentejuelas de su solapa. Subió a varias espectadoras al escenario y animó a corear esas melodías llenas de sensualidad y desgarro como solo el soul ha sabido construirlas. Dicen que Van Morrison los ha elegido para su próxima gira. No es de extrañar que quiera arropar su rugido de tigre con esta orquesta, que pisa patria del soul. Theo Huff se dejó la piel con un repertorio que unía tradición y revisión, desde 'Soul time' a los temas más clásicos.
Un punto álgido del concierto llegó con el 'Try a little tenderness' del rey Otis Redding, un hit que bordaron desde los vientos, con ese inicio épico, el canto de alabanza y su eco doliente de órgano. Jazz San Javier cerró con esta fiesta una 25 edición que ha recuperado a viejos amigos del festival, como Ximo Tebar o Antonio Serrano, y ha saboreado noches de jazz para paladares exquisitos, como la de La Doky o la de Scott Hamilton.
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