Esta Isabel la Católica es una cachonda de tomo y lomo
Crítica ·
Empezamos: quien lo que quiera ver es un señor drama tipo 'El león en invierno', escrito por James Goldman y centrado en las miserias del ... poder real, en este caso a la cabeza Enrique II –padre de Ricardo 'Corazón de León'–, y Leonor de Aquitania, ya les digo yo que este montaje de La Calòrica, 'Feísima enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel I', que este jueves pudo disfrutarse en el 53 Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier, no tiene ni por asomo nada que ver. He aquí un puro, y muy teatral, cachondeo de aúpa centrado en otros reyes, en esta ocasión, muy nuestros: los Reyes Católicos.
Lo primero, la compañía: La Calòrica es de las más interesantes que tenemos actualmente en el panorama escénico español, surgida de un grupo de colegas recién salidos del Institut del Teatre que decidieron en 2010 que «ni el panorama de crisis, ni la falta de recursos, los disuadirá de hacer el teatro que quieren hacer; un teatro ambicioso, comprometido, que aborde con humor las problemáticas más serias y donde todos los lenguajes que intervienen en el hecho teatral estén tratados con la misma profundidad». Sí, eran ambiciosos, y montaron su primera bendita locura, precisamente esta 'Feísima enfermedad...' que en 2020, ya subidos a la ola de un reconocimiento general, decidieron reponerla para darse a ellos mismo un merecido homenaje.
Así fue
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Obra 'Feísima enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel I'
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Compañía La Calòrica
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La representación Jueves 10 de agosto de 2023, auditorio del Parque Almansa de San Javier
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Calificación de la función Muy divertida
En la edición del festival de 2022 ya dejaron un buen recuerdo con 'Fairfly', y un año después han vuelto muy bienvenidos con esta reposición, que cuenta la culminación de la agonía y muerte de la soberana de Castilla; una tragicomedia, bien servida de parodias, ironía a raudales y gansadas inocentes. Tampoco es que sea una crítica feroz, vitriólica, tanto a la institución monárquica como a la historia revisionada de Isabel y Fernando, que de 'tanto monta, monta tanto', nada de nada, sobre todo en este espectáculo escrito por Joan Yago y dirigido por Israel Solà, en el que Fernando el Católico es bobo de solemnidad, ridiculizado al máximo y dejado, literalmente, no a los pies de los caballos, sino a los de su propia esposa, ¡dinamita!
Aitor Galisteo-Rocher, excelente en la piel de una hilarante reina de Castilla
El argumento: «Después de una vida de triunfos que la han llevado a convertirse en la soberana más temida y poderosa de la cristiandad, la reina Isabel I vive sus últimos días sin saber quién la sucederá en el trono y dará continuidad a su proyecto». En efecto: «Muchos de sus hijos han muerto, otros sufren el trato injurioso de sus esposos, sólo queda una cabeza en este mundo que pueda ceñirse la corona de Castilla: la cabeza perturbada de la princesa Juana».
Y, así, en esta ensoñación grotesca sobre el afán insaciable de poder y la evidencia de que no poder ni gloria que nos libre de la muerte, aterradora en sus formas, el público se encuentra desde el primer momento a Isabel ya en las últimas sobre su amplísima cama, clave en esta función tan traviesa como divertida.
Lejísimos de parecerse en su romanticismo desbordante al óleo sobre lienzo 'Doña Isabel la Católica dictando su testamento', pintado por Eduardo Rosales en 1864, en esta función la soberana, que también dicta su testamento a su todopoderoso y con escasos escrúpulos asesor espiritual, de romántica cero, ni tampoco de ejemplo de buenos modales, trato amoroso y mucho menos santa paciencia, empezado por no tenerla con el bobo.
La reina está intentando a toda costa dejar bien atada su sucesión al trono, apostando por su hija Juana, la llamada posteriormente 'la Loca', que aparece en escena, ya más bien tirando a no tener la cabeza ni el corazón muy en su sitio, todo ellos merced a su marido, llamado 'el Hermoso', que con razón a sus suegros les cae como un tiro. Varias cosas están claras: esta propuesta de La Calòrica deja a las mujeres en mucho mejor lugar que a los hombres, Aitor Galisteo-Rocher está espléndido dándole vida a Isabel la Católica, con un punto a lo Mary Santpere cruzada con Carlos Areces, y rodeado de un excelente trabajo de equipo, tanto actoral como artístico y técnico; los cuatro minutos finales son una pura gozada; ganas te dan de que te sigan contando historias con el mismo aire de astracanada -por ejemplo: ¿cómo fue la relación de la soberana con Cristóbal Colón?-; y colorín colorado, porque esta función es un juego y no un artefacto lacerante como la burla a la Última Cena que Buñuel borda irreverente en 'Viridiana' (1961). El numeroso público asistente aplaudió con gusto a los intérpretes; a La Calòrica le sienta bien San Javier.
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