María del Carmen Morales: «Me ha costado mucho asumir que no se puede agradar a todos»
«Mi marido es un soporte importantísimo. Ambos tenemos claro que estamos para apoyarnos mutuamente», asegura la alcaldesa de Beniel
María del Carmen Morales (Beniel, 1974), se confiesa «de lágrima fácil», de las que lloran, dice, con las películas: «Tengo tal capacidad para percibir el ... dolor de la persona que tengo enfrente que, en algunos casos, me hace daño, pero creo que si lo ves como una virtud, te ayuda mucho a caminar». Su vida, tanto profesional como personal, ha estado «siempre» ligada a Beniel. Desde 2015 ostenta el bastón de mando de la localidad por el PSOE, partido en el que siempre ha militado su familia. Antes, fue educadora infantil: «He criado a medio pueblo», sonríe.
–¿Por qué entró en política?
–Un día se presentaron en mi casa cuatro señores mayores. Se había producido un cambio en la agrupación socialista de Beniel y las personas que se habían puesto al frente del partido pensaron que yo podía ser una buena pieza dentro del proyecto que estaban diseñando. Me propusieron participar, y automáticamente dije que sí. Tenía 23 años.
«Mi marido es un soporte importantísimo. Ambos tenemos muy claro que estamos para apoyarnos mutuamente»
–¿Estaba ya vinculada a la actividad política?
–Mi familia siempre ha sido militante del PSOE. De hecho, la última noche de mi abuelo Jesús fue una cena a la que acudió [el expresidente de la Región] Carlos Collado. Él venía de la Casa del Pueblo, después de cenar, y llegando a su domicilio le dio un infarto.
–Usted estudió Educación Infantil.
–Estuve diez años al frente de una guardería, aquí en Beniel. Cuando vinieron a buscarme, yo ya tenía mi negocio junto con una socia, y durante ocho años compaginé ambas actividades. Hasta que se ganaron las elecciones. Me encomendaron el área social y ello requería mayor dedicación.
–¿Echa de menos su labor como educadora?
–Sí. Siempre digo que he criado a medio pueblo. En algunos casos, había niños que pasaban más horas con nosotras que con sus padres, y el modo en que puedes influir en ellos es gratificante.
–¿Qué ha sido difícil en estos años?
–Muchas situaciones. La primera legislatura fue en minoría, con todo lo que eso conlleva. Ahí, todos los partidos tuvimos que hacer un trabajo de reflexión interna; saber que esa minoría podía paralizar el municipio o hacerlo avanzar. Tocó dialogar y consensuar mucho. Yo soy una persona muy conciliadora, no me gustan los conflictos, y dirás: '¿Y te dedicas a la política?'. Sí, pero huyo de la confrontación, no me gusta estar mal con la gente de mi alrededor.
–¿Qué más le ha resultado complicado?
–La primera muerte por violencia machista en la Región durante aquella legislatura [2015-2019] fue en Beniel, una chica de Mali. Después hemos pasado dos DANA, el parricidio de un niño y ahora la Covid-19. Están siendo dos etapas duras, pero al mismo tiempo me están enseñando muchísimo.
–¿Quién o quiénes han sido su mayor apoyo?
–En ese sentido, tengo mi parte de trabajo duro, con el que intento distinguir muy bien todos los ámbitos de mi vida: como hija, como esposa, como amiga y como alcaldesa. Pero mi anclaje es mi marido. Durante el confinamiento, varias veces tuvo que cogerme el teléfono y decirme: 'Ya. Estás aquí y vamos a comer. Las cosas pueden esperar'. Con él tengo un soporte importantísimo. Ambos tenemos muy claro que somos dos personas adultas que nos hemos encontrado en un determinado momento de nuestras vidas y que estamos para apoyarnos mutuamente. Juan es un anclaje muy potente. Y mis padres también.
–¿Cuándo le conoció?
–Llevamos juntos casi once años. Nos conocimos aquí, en Beniel. Durante la juventud habíamos coincidido en locales de copas donde él estaba de camarero, pero no fue hasta años después cuando, de repente, apareció en un bar en el que yo estaba con un amigo suyo. Nos casamos hace tres años.
–Fue un noviazgo largo.
–Él venía de un primer matrimonio. De jovencitas, las chicas siempre imaginamos ese momento de vestirnos de blanco, pero para mí no era algo fundamental. El día que me pidió matrimonio acabábamos de pasar la primera DANA [en diciembre de 2016]. Estábamos preparándonos para salir a comer y de pronto me dijo: 'Siéntate aquí que quiero hablar contigo'. Yo pensé: 'Este hombre me va a decir que como no cambie..., porque me había pasado cuatro días absorta y fuera de casa por las lluvias'. Pero no, se arrodilló, me dio un anillo precioso y me preguntó si quería casarme con él.
–¿Y?
–Me emocioné muchísimo. Yo soy de lágrima fácil, de las que lloran con las películas. De hecho, tengo tal capacidad para percibir el dolor de la persona que tengo enfrente que, en algunos casos, me hace daño, pero creo que si lo ves como una virtud te ayuda a caminar.
Feliz y responsable
–¿Cómo se recuerda de niña?
–Feliz y muy responsable. Mi padre trabajaba en el campo y mi madre en un almacén de cítricos. A mí me crió mi abuela, y recuerdo que ella trataba de trasladarme la idea de que yo tenía que ocuparme de la casa y de mi hermano. Eran las ideas de antes, aunque yo he tenido tiempo de todo y he sido muy feliz.
–¿Qué le ha marcado?
–Tengo claro que la educación que he recibido de mis padres ha sido fundamental. De joven mi padre me decía: 'Que nadie tenga que decir nada de ti; con la cabeza siempre alta'. Hay ciertos mensajes que te marcan.
–¿Qué le dicen ahora?
–Cuando el partido ganó las primeras elecciones y yo cogí el área social llegaba muchas veces llorando a casa. Tenía que ponerme delante de compañeros o compañeras que habían ido conmigo al colegio y ver que estaban pasándolo mal; no es lo mismo afrontar ese tipo de situaciones con alguien que no conoces que con alguien con quien te has criado. Mi madre me dijo entonces: 'Cariño, o aprendes a relativizar o no vas a llegar al final'. Ahora me dicen que sea responsable pero que también viva.
–¿Lo hace?
–A veces. Me ha costado mucho trabajo asimilar que no se puede agradar a todo el mundo; que si una cosa le viene bien a una persona, a otra no. Entonces, tienes que conjugar tus acciones buscando el interés general.
–¿Cuáles han sido sus sueños?
–Siempre he dicho que ya se han cumplido. Cuando terminé de estudiar quise tener una escuela infantil y lo logré.
–¿De qué ha desistido ya?
–Juan y yo decidimos no tener hijos. No es fácil para mí quedarme embarazada, y nos planteamos diversas opciones: adoptar, iniciar un tratamiento..., pero al final optamos por decir 'no'.
–¿Y feliz?
–Mucho. Hemos aprendido a saber estar los dos juntos.
–¿Cuándo tuvo miedo?
–Cuando decidí ponerme al frente de la candidatura para optar a la alcaldía. El miedo es una emoción que nunca perdemos y tiene que estar ahí, pero no podemos permitir que nos coarte o nos bloquee.
–¿Qué lugar le impresionó?
–Los picos de Europa. Cuando bajé del teleférico, me impresionó tantísimo la inmensidad de la roca y ese cielo tan azul... que me puse a llorar.
–¿Qué no entiende?
–La mentira y la falsedad.
–¿Creyente?
–En algo creo.
–¿A qué se aferra?
–A la vida, al amor, a los míos.
–¿El desencanto ciudadano en la política tiene motivos?
–Sí. Los políticos durante mucho tiempo ha entrado en una espiral que no ha beneficiado a la gente. Por eso creo que es tan importante la participación ciudadana. La ciudadanía no debe participar solo una vez cada cuatro años, sino que debe hacerlo constante. Cuando haces partícipe a la población, todo lo consideran suyo, y es la forma para que todo fluya mejor.
–¿Qué falta en la sociedad española?
–Esto último [la crisis sanitaria por SARS-CoV-2] nos está poniendo al descubierto muchísimas miserias. Deberíamos tener más memoria y no ser, en algunos casos, tan individualistas, ni llevar temas de índole común a terrenos personales.
–¿A quién no olvida?
–A mis abuelas. Son las únicas personas cercanas que me faltan, y con las que he vivido muy cerca.
–¿Pasional?
–Sí, en algunos casos mucho.
–¿Qué hace en el tiempo de ocio?
–Leer, pasear, hacer deporte. Me gusta mucho salir a caminar, aunque no lo hago con la frecuencia que me gustaría.
–¿De qué se debería hablar más?
–De amistad, de compañerismo, de unión, de sentimiento. Perdemos de vista el fondo de las personas.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza. Cualquier bar de Beniel.
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Una canción. 'Forever Young', de Alphaville.
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Un libro para el verano. 'Dime quién soy', de Julia Navarro.
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¿Qué consejo daría? Vive intensamente.
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¿Cuál es su copa preferida? Cerveza.
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¿Le gustaría ser invisible? A veces.
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Un héroe o heroína. Ana de las Tejas Verdes.
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Un epitafio. 'Pasé por aquí y fui feliz'.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Mayor.
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¿Tiene enemigos? Alguno tengo que temer, todos tenemos.
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¿Qué es lo que más detesta? La mentira y la falsedad.
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Un baño ideal. En la Torre Derribada, en San Pedro del Pinatar.
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